La Vanguardia

Augusto Assía: periodismo y vacas

- Xanceda (A Coruña) Anxo Lugilde

Periodismo y vacas. Las dos grandes pasiones de Augusto Assía, el legendario correspons­al de La Vanguardia en Londres durante la Segunda Guerra Mundial, se juntaron ayer en la casa grande Xanceda, la bucólica aldea a la que se retiró este cronista gallego, tras vivir también en Alemania y EE.UU.

El gráfico resumen de “periodismo y vacas” lo efectuó el hijo del homenajead­o, Juan Fernández-armesto, expresiden­te de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Remarcaba así que su progenitor, llamado Felipe Fernández Armesto pero conocido con el seudónimo de Augusto Assía, habría disfrutado mucho ayer al ver como se juntaban los dos ejes fundamenta­les de su vida. Poco antes de fallecer en el 2002, Assía destacaba en La Vanguardia que había montado su granja de Xanceda con “los dineros que me pagó la familia Godó”. Su sueño hecho realidad era recrear en la Galicia rural una mansión inglesa con una explotació­n modélica. Hoy es una afamada firma ecológica que emplea a 45 personas y produce miles de yogures, dando ese valor añadido que tanto precisa el sector lácteo gallego, centrado en la poco rentable leche líquida.

El homenaje a Assía que organizó la Asociación de Periodista­s de Santiago de Compostela comenzó visitando la granja y concluyó con una mesa redonda en la que La Vanguardia trasladó su orgullo por la figura del que fue el único correspons­al español que estuvo toda la guerra en Londres y que, en plena entrega del franquismo a Hitler, mantuvo una firme posición pro aliados. Assía siempre confío en que Inglaterra resistiría, incluso cuando escribía con casco bajo las bombas. En su balance de fin de año de 1939 ya concluyó que desde el aire la Luftwaffe no podría ni derrotar a la marina británica, ni obligar al Reino Unido a claudicar. Y así fue como sucedió.

El oculista Manuel Sánchez Salorio, amigo de Assía, explicó que en la guerra sólo se equivocó una vez y fue a propósito, para anunciar que el desembarco aliado sería en Calais y no en Normandía. Salorio y el resto de intervinie­ntes destacaron la calidad de las crónicas en las que retrató la idiosincra­sia inglesa, recogidas en el libro Cuando yunque, yunque. Cuando martillo, martillo. Constituye­n un modelo para el periodismo de hoy, una deliciosa interpreta­ción de la actualidad, llena de informació­n de peso.

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OSCAR CORRAL Un momento del acto de ayer
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