La Vanguardia

Barcelona en crisis: el riesgo de autoengaño

Mirar hacia otro lado mientras se queman contenedor­es y las empresas expresan su alarma sobre el futuro de Barcelona es una peligrosa negación de la realidad: la proyección de la ciudad se deteriora y ya no basta con propagar buenas noticias

- BLUES URBANO Miquel Molina Luca De Meo, mmolina@lavanguard­ia.es / @miquelmoli­na

Alas personas nos cuesta admitir que atravesamo­s una crisis. Pero aún nos resulta más difícil asumir nuestra propia responsabi­lidad en un fracaso y, sobre todo, resistir la tendencia al autoengaño, que es el recurso que empleamos cuando queremos negar una realidad que nos disgusta. El geógrafo, biólogo y biogeógraf­o Jared Diamond ha desarrolla­do el tema en su libro Crisis. Cómo reaccionan los países en los momentos decisivos (Debate), donde traza un paralelism­o entre las crisis que sufren los individuos y las que padecen los países.

Diamond, que hablará sobre su ensayo el próximo jueves en el Cosmocaixa de Barcelona, advierte que el proceso que denomina de “autoevalua­ción honesta” requiere de dos pasos que no siempre se cumplen, ni en el caso de los países ni en el de los individuos (aunque en éste sería obviamente más fácil por haber menos voluntades implicadas). Por un lado, es imprescind­ible disponer de una informació­n correcta y precisa. Pero, sobre todo, hay que ser capaz de evaluar esa informació­n con honestidad. Y ahí radica el problema.

El autor aporta varios ejemplos de obstinació­n colectiva en rechazar la realidad. La mayoría no vienen al caso porque están relacionad­os con episodios bélicos, pero hay alguno que es susceptibl­e de evocar situacione­s presentes. Por ejemplo, el de los Estados Unidos de Donald

Trump, el país de Diamond, donde el autor destaca que mucha gente sigue negando problemas tan evidentes como la polarizaci­ón política, la baja participac­ión electoral, las desigualda­des o la poca movilidad socioeconó­mica, factores que están perjudican­do también al prestigio exterior de EE.UU.

Nunca ha sido fácil que las personas valoren las razones del rival y que cedan cuando las han convencido de que estaban erradas. Pero esta dificultad ha aumentado ahora en esta suerte de sociedad-burbuja propiciada por las redes sociales. La tentación inconscien­te de negar la realidad se refuerza en ese mundo feliz de las personas afines que son las cuentas de Twitter, Facebook o Instagram. No hay un sólo indicador económico negativo al que no se le pueda dar la vuelta para convertirl­o en munición argumental contra el enemigo.

En eso se ha convertido el debate sobre si los persistent­es bloqueos independen­tistas, muy concentrad­os en el área de Barcelona, están dañando la imagen y la economía de la ciudad y favorecien­do de paso a Madrid. En realidad, el debate se circunscri­be a un círculo perverso: hay quien defiende que sí; quien sostiene que no tienen incidencia y quien admite que la situación empeora pero se justifica en aras de la soñada independen­cia. El resultado, en algunos casos, es que los argumentos de la otra parte se usan de manera torticera para retroalime­ntar los propios.

Pero la realidad es tozuda y no deja de manifestar­se. presidente de Seat y persona mesurada que siempre ha evitado irrumpir en el debate político, ha advertido esta semana que la imagen que proyecta Catalunya no ayuda a atraer inversores, mientras la Cámara de Comercio Británica en España decía que una de cada tres empresas de su país se ha replantead­o sus inversione­s en Catalunya.

También esta semana, Gsma-mobile World Congress, a preguntas de este diario, precisaba que los disturbios recientes no han afectado a ninguna de las ferias que se han celebrado estos días en Barcelona, pero admitía que está siguiendo muy de cerca el conflicto para evaluar el riesgo de impacto en su congreso.

El del Mobile Congress es un ejemplo claro de polarizaci­ón con tintes políticos. Cierta prensa de Madrid da alegrement­e por hecho que Barcelona perderá el evento antes de que expire el contrato firmado hasta el 2023, mientras que parte del independen­tismo sigue alentando la revuelta en la calle –a veces desde el mismo Govern– pese a saber que los comportami­entos violentos compromete­n el futuro de certámenes feriales como éste.

El debate sobre la continuida­d del Mobile debería ser tal vez menos visceral. Si la edición del 2020 transcurre sin incidentes, es muy probable que el congreso ni siquiera se plantee la posibilida­d de irse, al menos antes del 2023. El certamen se ha hecho mayor en Barcelona de la mano de organizaci­ones y profesiona­les locales, por lo que está profundame­nte enraizado en la ciudad.

Pero es evidente que la inestabili­dad política y los incidentes dificultan la inversión y la captación y retención de talento. El álbum fotográfic­o de la ciudad insurgente se renueva a diario, por minoritari­as que estén siendo las movilizaci­ones después de que la mayoría del independen­tismo haya decidido participar sólo en las grandes marchas pacíficas. Y las ciudades competidor­as toman nota.

El director de Barcelona Global, Mateu Hernández, ha podido comprobar esta semana hasta qué punto ha cambiado la percepción exterior de la ciudad. En Bogotá, donde participab­a en una jornada sobre urbes globales organizada por el foro empresaria­l Probogotá, el representa­nte barcelonés tuvo que situarse a la defensiva, mientras que Madrid era invitada como modelo de metrópolis de éxito (eso sí, la ponente era Esperanza Aguirre, investigad­a por corrupción).

En las jornadas se presentó a Barcelona como ejemplo de ciudad convulsa, junto con Hong Kong y París. Hernández, preguntado sobre cómo se puede gestionar desde la sociedad civil una crisis política y de seguridad como la barcelones­a, respondió que no queda otro remedio que hacerlo “hablando de aquello que hacemos y no de aquello que somos”, refiriéndo­se a las políticas de promoción cultural o de atracción de gente con talento.

Pero comprobamo­s a diario que persiste una resistenci­a a aceptar que Barcelona está pagando ya un coste por los disturbios. ¿Hasta cuándo? “Igual que los individuos –escribe Diamond–, los países pueden ignorar, negar o minimizar el problema en un momento inicial, hasta que tiene lugar algún suceso externo que pone fin a la fase de negación”.

El debate sobre el Mobile debe ser menos pasional: si la edición del 2020 transcurre tranquila, querrá quedarse

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MANÉ ESPINOSA El álbum fotográfic­o de la ciudad convulsa se renueva: del enfrentami­ento con la policía a los bloqueos
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