Desgarro y superación

La británica Tahliah Debrett Barnett ha confeccionado admirable obra musical a partir del dolor, la infelicidad y la impotencia, entre otras sensaciones. Tras su alias artístico de FKA twigs la cantante y compositora se abre en su segundo álbum para narrar una vivencias tan emocionales como físicas, que se pueden sintetizar en su tormentosa relación con el actor Robert Pattinson (acabada en ruptura y todo ello aireado paso a paso y a ojos de todo el mundo vía paparazzi) y su lucha contra un cáncer (seis tumores benignos extirpados de su útero). Dos frentes temáticos de impacto radical que ha sabido moldear hasta darle forma a un Magdalene que engrandece las ya sobresalientes virtudes de su álbum de debut LP1 hace un lustro.

Mientras este citado estreno discográfico tenía contornos futurísticos en esta nueva obra FKA elabora obra de sonoridades y ecos vocales que recuerdan a Björk, Bowie o Kate Bush, pero llevándola a una nueva dimensión donde cohabitan rasgos neuróticos, obsesivos o transparentemente reveladores. Al fin y al cabo Magdalene –cuya evocación de la Magdalena bíblica es más que obvia– es también obra terapéutica en donde la protagonista exhibe públicamente un vía crucis, mostrando de esta manera también la capacidad de superarlo, renaciendo en cierto modo. El gran responsable de que Magdalene no deviniera insoportable letanía, la tiene Nicolas Jaar, percusionista y coproductor que maneja con arte el silencio, el ritmo y la profundidad en clave synth-pop para mayor gloria de una voz intensamente emocional.