La Vanguardia

“Siempre entendí mi rol, los jugadores egoístas duran poco”

Joan Capdevila, portavoz del RCD Espanyol

- ROBERTO RODRÍGUEZ

Extroverti­do y espontáneo, a Joan Capdevila (Tárrega, 1978) le pertenece un trozo de la bondad que existe en el mundo del fútbol. Su carrera fue un sueño que coronó con la Eurocopa del 2008 y el Mundial del 2010. Españolist­a de cuna y de corazón, ahora es la cara visible del club de su vida. Su portavoz.

¿Por qué dio este paso?

Hace dos o tres años ya había comentado al club esa posibilida­d, pero no pasó. Después me saqué el carnet de entrenador, pero vi que entrenar todavía no me seduce…

¿Por qué?

Es mucha dedicación y ahora mismo doy prioridad a la familia. Pero de la noche a la mañana me llama Perarnau. Lo arreglamos en cinco minutos.

¿Cómo le va? ¿Es usted el Capdevila risueño de siempre?

Me conocéis de mi época de futbolista, pero también tengo mi mala leche y me enfado. Y me gusta ser divertido también, en el humor está la salud.

Le tocó ratificar a Gallego…

Era lo que tocaba en el momento. Para eso estoy, para lo bueno y para lo no tan bueno.

¿Habla con los capitanes?

Sí. Los capitanes son los que tiran del carro cuando las cosas van mal. En A Coruña estuve con Mauro Silva, en el Villarreal con Senna y con Molina en el Atlético, figuras importante­s.

¿Cómo se revierte la mala situación del equipo en la Liga?

Más que en lo táctico, la solución está en la confianza. Todos los jugadores que están en Primera tienen un don y tienen que sacarlo. Liberarse. El jugador ahora tiene una mochila difícil. Es el momento de la afición y eso se tiene que notar. Y cuando los jugadores se liberen, se demostrará que la plantilla es mejor que lo que dice la clasificac­ión.

¿Le ha sorprendid­o Machín?

Había que darle un nuevo rumbo al equipo después de que Gallego no tuviera fortuna. En el alto nivel los resultados no esperan a nadie. Ahora solo faltan resultados, lo que pasa es que ves la clasificac­ión y te cuesta respirar.

A Machín se le ve tranquilo...

Si ves un entrenador nervioso al final el jugador se pone nervioso, se contagia. Yo a veces estaba alterado y a Pellegrini lo veía siempre igual y yo pensaba ‘¿este tío no se pone nunca nervioso?’. Eso te daba confianza. Machín es el adecuado. El otro día podía quejarse del árbitro…

La política del Espanyol es no hablar de los árbitros...

Cuando estás en una situación crítica tienes que alzar la voz. No queremos que nos beneficien, sino que se haga más justicia.

¿Se declara perico?

Llevo cuarenta años de socio.

¿Le dolió lo de ‘Capdedólar’?

Quizás las formas al marcharme del club no fueron las adecuadas. Me pillaron muy joven, asumo que no hice las cosas bien por falta de asesoramie­nto. Yo vengo de Tàrrega. Ni sabía que había representa­ntes, ni cláusulas... ¡Cuando llegué a Barcelona pensaba que entraba a Nueva York de lo grande que era! Pero tampoco lo hice todo mal. El club cobró 800 millones de pesetas y se pudo poner la primera piedra de la ciudad deportiva.

¿Volvió porque tenía una espina clavada?

Cuando venía con otros equipos me llamaban traidor. La gente estaba dolida. El club me dio la oportunida­d de terminar donde empecé, que es un privilegio. No sabía cómo responderí­an, pero acepté que si era el precio a pagar lo pagaría. Creo que la gente me respetó.

Esta semana ha anunciado su retirada David Villa. Menuda generación la suya. ¿Qué siente?

“Villa Maravilla”. Siento nostalgia. Fue una generación muy buena de jugadores, creamos un gran vínculo, éramos jóvenes, ahora ya los ves a todos con familia, hijos…va pasando el tiempo, va a hacer diez años de aquel Mundial.

¿Se imaginaba lo que le pasó?

Cuando pasó el Mundial de Alemania (2006) perdí toda esperanza. ¡Yo sólo quería que me convocaran para ver un Mundial en directo, no quería ni jugarlo! Y luego resulta que me llama Del Bosque con 32 años y juego todos los partidos. El fútbol es imprevisib­le.

El técnico Luis Aragonés también influyó...

La tanda de penaltis contra Italia la ganamos por mentalidad. Nos la transmitió el entrenador. Cesc contó luego que no había chutado un penalti desde alevines. Yo veía a Buffon y parecía estar en una portería de fútbol sala. Me decía, ‘¿por dónde va a entrar el balón?’ ¡Ese día de cuartos nos cambió la historia!

Y golearon a Rusia.

A nivel futbolísti­co, la segunda parte contra Rusia fue lo mejor que he jugado en un campo.

Contra Dinamarca, Tamudo y Riera habían marcado.

Y no fueron a la Eurocopa. Sé que a ellos les supo mal. Ojalá en un futuro veamos a los Pedrosa, Marc Roca y compañía en la absoluta. Creo que el más cercano es Roca. Debe pelear por estar en la selección.

En la selección llevó usted un día el dorsal 10...

Sí (ríe). Lo llevé contra Suecia. Perdimos 2-0 y me cayeron unos palos… Jugué de lateral izquierdo con el 10. Tengo hasta postales. Por un día lo llevé. Ahí queda.

Se afianzó usted en la selección sin ser del Madrid o del Barça...

Tuve la suerte de que andaban un poco cojos de laterales izquierdos. Además, estaba en mi madurez deportiva y mejor yo que otro (ríe). Yo sabía cuál era mi rol. Si se trata de molestar lo menos posible, no voy a empezar a hacer bicicletas o pensar que soy más de lo que soy.

Eso habla de inteligenc­ia.

Yo sabía que tenía que pasársela a los que más saben, a Xavi o a Iniesta y luego defendía lo que tocaba. ¿Cuál era el don de Iniesta? Que hacía lo que quería con el balón, a Xavi no se la quitabas. Un futbolista egoísta dura poco.

¿Es cierto que antes de la final de la Eurocopa le dijo a Xavi que no se la pasara?

Sí, le decía ‘oye, yo te la doy, pero bajo ningún concepto me la devuelvas. Aunque esté sólo delante del portero’. No había jugado nunca una final tan importante.

¿Se pasa mal?

Ahora lo veo y me arrepiento de no haberlo disfrutado más. Porque al final te encierras en ti mismo por la responsabi­lidad. No hay cosa más grande que una final de un Mundial. Si la cagas quedarás señalado toda la vida, pero si marcas un gol decisivo... No engaño, desde que entré al estadio hasta que salí a jugar fui al baño unas seis veces. Entré al campo deshidrata­do (ríe).

¿Era superstici­oso?

Demasiado. El día del partido hacía siempre el mismo ritual.

¿Y la moneda del Mundial?

Un amigo me dio un consejo para ganar la final. Me dijo: ‘Tienes que coger una moneda y enterrarla en el campo’. Y yo: ‘¿Te crees que en la final del Mundial voy a estar pendiente de una moneda?’ Pero llega el día y cuando me estaba vistiendo digo, ¡la moneda! Después de los himnos la tiré, no sé qué salió pero la enterré. Supongo que sigue allí.

Son formas de destensars­e...

La mente es muy poderosa. En la final jugué lesionado. Van Persie me hizo una falta y el tobillo se me hinchó muchísimo. Me dieron un antiinflam­atorio y dije ‘voy a probar porque yo no salgo del partido, aunque me cambies. Me niego’. Al salir ni me acordé del tobillo. Luego estuve un mes y medio de baja. La mente tiene un papel importante en todo, en el fútbol, en la vida.

¿No ha visto el gol de Iniesta?

No voy a verlo, no vaya ser que ahora lo falle.

ACIERTO EN EL BANQUILLO “Machín es el entrenador adecuado, es tranquilo, transmite confianza y eso lo agradece la plantilla”

LA DIFICULTAD DEL MOMENTO “Sólo faltan los resultados, liberar a los jugadores; pero a veces veo la clasificac­ión y me cuesta respirar”

LA CONFESIÓN

“Antes de jugar contra Holanda fui al baño unas seis veces por nervios, entré al campo deshidrata­do”

APUROS

“Jugué la final del Mundial lesionado, pero no salí del campo; luego estuve de baja mes y medio”

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ANA JIMÉNEZ Joan Capdevila fue contratado hace dos meses por el Espanyol para ser el portavoz del club

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