La Vanguardia

Y el dopado no dormirá tranquilo

La Agencia Mundial Antidopaje perfila un plan para reforzar la lucha contra el tramposo: podría estar listo en Tokio 2020

- SERGIO HEREDIA

Entre los científico­s que se esfuerzan por hacer del deporte un lugar con cara y ojos, el doctor Yannis Pitsiladis ocupa un lugar preferenci­al.

Pitsiladis (52) es australian­o, da clases de Ciencias del Ejercicio Físico y el Rendimient­o en la Universida­d de Brighton y en el 2015 se involucró en el primer proyecto sub 2h en maratón. Para ello contaba con Haile Gebrselass­ie (como ideólogo) y con Wilson Kipsang y Kenenisa Bekele (conejillos de indias).

–El obstáculo para lograrlo, para bajar de las dos horas en el maratón, no es fisiológic­o ni biomecánic­o, sino económico –decía Pitsiladis por aquel entonces.

Económico: no hubo manera de sortear ese obstáculo. Y por eso mismo, aquel primer proyecto no salió adelante.

Pitsiladis se quedó sin fondos. Luego llegaron Nike e Ineos y el resultado ya lo conocemos. En el parque Prater de Viena, este 12 de octubre, el gran Eliud Kipchoge se subía a sus zapatillas mágicas yse iba hasta 1h59m40s.

Pero esa es otra historia.

(...)

Mientras le daba vueltas al asunto de la frontera de las dos horas, el doctor Pitsiladis también se encerraba en su laboratori­o en Brighton y buscaba la manera de tenderle trampas al tramposo. Pretendía montar ratoneras.

El argumento es viejo.

El dopaje va por delante del antidopaje. El tramposo gana.

Y eso de las trampas, Pitsiladis lo lleva mal: es miembro del área científica y médica del Comité Olímpico Internacio­nal (COI).

En el 2006, el doctor Pitsiladis entendía que la lucha era desigual. Es cierto que ya estaba en marcha el pasaporte biológico (2002), la última revolución en la lucha contra el dopaje: mes a mes se medían determinad­os parámetros de un deportista. Y si algún dato cantaba, saltaban las alertas: la tasa de hematocrit­o no puede pasar del 44% al 49% en un mes.

No así como así.

Si eso ocurre, el deportista ha tomado EPO. O se ha practicado una transfusió­n de sangre. Lo que pasa es que las huellas, los restos de la trampa, se difuminan a los pocos días. Si no se efectúa el control al momento, o en las jornadas sucesivas, el tramposo sale indemne. Ya no quedan huellas. La trampa se ha esfumado. Ante todo eso, debía haber una solución, se dijo el doctor Pitsiladis en el 2006. Así que se puso a bucear en el código genético.

Se calcula que hay 21.000 genes en el cuerpo humano. La cifra no es exacta. Baila de tanto en cuando. Lo que sí descubrió Pitsiladis es que cientos de esos genes se alteran cuando el deportista consume EPO o se somete a una transfusió­n sanguínea. Y las trazas de esa alteración siguen visibles durante semanas, meses e incluso años.

Ahí es donde hay que atacar. La semana pasada, en Katowice (Polonia), Thomas Bach daba luz al proyecto. Bach es el presidente del COI. Y en Polonia se celebraba la Quinta Conferenci­a sobre Dopaje Deportivo, un evento de la Agencia

Mundial Antidopaje (AMA).

Se puede combatir contra el dopaje a partir del código genético, venía a decir Bach.

–Y si la AMA lo aprueba en los próximos meses, este tipo de controles podría estar listo para los Juegos de Tokio 2020 –concluyó el presidente del Comité Olímpico Internacio­nal. En la sala, los expertos se quedaron sorprendid­os. Sabían que se hurgaba en la materia. Pero ignoraban que el asunto estuviera tan avanzado.

–Estos nuevos métodos reforzarán nuestra lucha. Queremos impedir que los tramposos se sientan seguros. Que no se sientan así nunca, ni en ningún lugar –dijo Bach.

Luego, comparó este avance con la llegada del pasaporte biológico.

Y dijo que pretendía combinarlo con una técnica común en medicina general, pero inédita hasta hoy en la toma de muestras de los deportista­s. Se llama DBS (Dried

Blood Spot, técnica de la sangre seca). Un leve pinchazo en un dedo y ya tenemos la muestra. La toma resulta mínimament­e invasiva. La extracción es minúscula. Ocupa poco espacio. Y la conservaci­ón de la sangre seca ofrece más garantías.

Ni orina en un botellín, ni jeringuill­a en el brazo.

Sir Craig Reedie, presidente saliente de la AMA, se subió a la máquina del tiempo. Se remitió a los Juegos de Invierno de Sochi 2014. El principio del fin del deporte ruso. Grigori Rodchenkov, responsabl­e del laboratori­o antidopaje de Sochi, había abierto la boca en el 2016. Habló de un fraude masivo, involucró al Kremlin. Dopaje de Estado, lo llamaron.

En Sochi, apenas habían cazado a unos pocos deportista­s rusos. Y sin embargo, cayó un sistema entero.

–Rusia ha sido el peor caso de un fallo sistemátic­o en toda la historia de la lucha contra el dopaje. Las investigac­iones de los profesores Richard Pound y Richard Mclaren han provocado un cambio de actitud en el planeta –dijo Reedie–. Sus informes nos demostraro­n que ese nivel de trampas exigía de la AMA un esfuerzo desproporc­ionado...

Sir Craig Reedie se remitió al caso Aderlass. Se trata de una gran operación contra el dopaje en el ciclismo. Aderlass emborronó las carreras de Georg Preidler, Stefan Denifl, Kristijan Koren, Borut Bozic, Kristijan Durasek y el ya retirado Alessandro Petacchi, el más popular de todos ellos.

Aderlass demostró que el dopaje sanguíneo sigue vigente hoy por hoy y es capaz de engañar, incluso, al pasaporte biológico. El informe es danés. Y demuestra que el acto de reinyectar­nos 135 mililitros de nuestra propia sangre puede disparar nuestro rendimient­o en un 5%. Algo de eso había anticipado ya Michael Rasmussen. ¿Cómo intercepta­r una minúscula transfusió­n de 135 mililitros?

–Es posible doparte con tu propia sangre sin que te descubran –contaba Rasmussen en una columna en Ekstrablad­et.dk.

Rasmussen (45), ya retirado, era el pollo: era flaco en extremo y de pelo amarillo. Y en el 2007 figuraba como líder del Tour, a cuatro etapas del final, cuando su equipo, el Rabobank, había decidido expulsarle: semanas antes se había saltado seis controles.

–¿Puedo pensar que los tramposos hacen trampa? No puedo demostrarl­o. Pero la historia nos dice que no podemos ser tan ingenuos y creer que la gente no está dispuesta a hacer lo que sea –se decía Nikolai Baastrup Nordborg, una de las almas detrás de Aderlass.

LA ESTRATEGIA

Cientos de genes se alteran cuando el deportista consume EPO o se hace una transfusió­n: ahí hay que atacar

MÉTODO POCO INVASIVO

A la tradiciona­l toma de orina y sangre en jeringuill­a, se suma ahora la muestra de sangre seca

EL PRECEDENTE

El informe Aderlass demostró que una transfusió­n de 135 mililitros de sangre dispara el rendimient­o un 5%

 ??  ??
 ?? XAVIER CERVERA ?? Técnica de la sangre seca. Un leve pinchazo en el dedo, y ya tenemos la toma: la AMA apuesta por una extracción minúscula, una técnica poco invasiva
XAVIER CERVERA Técnica de la sangre seca. Un leve pinchazo en el dedo, y ya tenemos la toma: la AMA apuesta por una extracción minúscula, una técnica poco invasiva

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain