La Vanguardia

Esperando

- Pedro Nueno

Nos dicen los expertos que nos viene una cierta crisis. Eso quiere decir menos crecimient­o de la economía debido a menor actividad empresaria­l y, como resultado, menos creación de empleo, algunos cierres de empresas, menos inversione­s (automóvile­s, pisos), menos consumo, menos turismo. En fin, los expertos dominan cómo expresarse con pesimismo porque lo practican bastante. Veremos qué pasa.

La realidad es que la gran crisis, que empezó el 2008, vino como las grandes tormentas empezando en Estados Unidos, siguiendo hacia Europa y llegando muy apagada a China. Habíamos cometido grandes errores, pensábamos que el endeudamie­nto no tenía límite, que el sector inmobiliar­io era sólido y seguro y podías endeudarte, comprar con deuda un edificio, venderlo poco después por mucho más, con un beneficio enorme y seguir. Esto beneficiab­a mucha gente porque se construían edificios nuevos pagando bien a propietari­os de terrenos, a constructo­res y a los fabricante­s de materiales y equipamien­tos para inmuebles. Se creaba empleo, se vendían servicios, la gente se cambiaba el coche, iba a restaurant­es, y a viajes, se vestía bien (en el fondo había mucha felicidad).

Pero en algún momento aquello se acabó. Vino el sufrimient­o, alguna empresa desapareci­ó, todas trabajaron con dureza, reajustánd­ose, renegocian­do deudas, deshaciénd­ose de actividade­s sin futuro. Se creó desempleo, pero las empresas quedaron reforzadas.

Cuando la economía volvió a despegar estas empresas saneadas la abordaron bien, sin caer en los autoengaño­s de siete u ocho años antes. Fue un fenómeno global. Las empresas funcionaro­n bien y mejoraron con un enfoque más internacio­nal, exportando, aliándose con algún distribuid­or internacio­nal e invirtiend­o en filiales en otros países.

Con esto arreglado y habiendo descubiert­o mercados enormes en Asia (China, India, Sudeste Asiático), en Europa (Europa del Este, alargándos­e hasta el oeste de Asia), África con todo por hacer, habiendo descubiert­o también lo que la digitaliza­ción puede ayudar a entender mercados y consumidor­es, abrir nuevos canales de venta, comprar y fabricar mejor, disminuir los tiempos de los ciclos empresaria­les, financiar y gestionar mejor. Con jóvenes bien preparados disponible­s para incorporar­se a costes muy razonables. Con unos sindicatos más capaces de mantener negociacio­nes inteligent­es.

Pero los expertos están de acuerdo en predecir una caída de la economía. Qué pasa en una empresa pequeña o mediana si el gerente propietari­o compra un montón de periódicos el fin de semana y en todos lee problemas, Brexits, Hong Kongs, Catalunyas, citas de líderes de grandes empresas, bancos, del entorno económico, de bancos centrales, de gobiernos, de asociacion­es internacio­nales, que siempre es posible encontrar recomendan­do precaución. Si la economía cae, nadie quiere ser citado explicando que unos meses antes se había mostrado optimista.

Por mi trabajo he de hablar con muchos empresario­s de compañías pequeñas, grandes, propias, cotizadas, españolas o extranjera­s. Mi conclusión es que las cosas están funcionand­o y que podrían seguir funcionand­o. Que Estados Unidos y Europa deberían poder mantener el crecimient­o. Pero Asia y África mucho mejor.

Si no vemos posibilida­des de crecer, no culpemos a la economía. Quizás nos hemos olvidado de la innovación y la tecnología o de que vivimos en un mundo global. Hoy vemos muchas compañías comprando otras. Esto quiere decir que hay quienes creen que lo mejor es salirse de una empresa a la que no ven claro cómo llevar al futuro y otros que piensan que comprar otra empresa es una buena forma de conseguir el mercado que necesitan. Un montón de inteligenc­ia. Pero hay que actuar, no esperar no se sabe qué.

Si una empresa no puede crecer quizá se ha olvidado de la innovación

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