La Vanguardia

Macron, el gran provocador

La alerta sobre “la muerte cerebral” de la OTAN recibe multitud de críticas

- JAUME MASDEU Bruselas. Correspons­al

En las últimas semanas, Emmanuel Macron se ha convertido en el provocador en jefe de la Unión Europea. En la cumbre europea del 18 de octubre irritó a sus socios bloqueando el inicio de las negociacio­nes para la adhesión de Albania y Macedonia del Norte, lo que fue calificado por el presidente de la Comisión Europea, Jean-claude Juncker, de “error histórico” del que se avergonzab­a. Después, sus reiterados pasos promoviend­o una nueva relación con Rusia se concretaro­n en la ya célebre entrevista al The Economist, el 7 de noviembre, en la que pidió reconsider­ar los vínculos con Moscú, “repensar nuestra relación estratégic­a”. Esta semana, el presidente del Consejo Europeo,

Donald Tusk, le contestó: “Espero que esto no se produzca a costa de nuestros sueños comunes sobre la soberanía de Europa”. Además, Tusk añadió que cuando Macron dice que comparte las mismas ideas al respecto que Orbán, y que espera que el primer ministro húngaro le ayude a convencer a los polacos para que cambien su posición respecto a Rusia, él le contestarí­a que “tal vez, pero no a mí, Emmanuel”. Tusk deja el cargo el 1 de diciembre y en su despedida sigue tan directo como siempre.

Pero el plato fuerte de las provocacio­nes llegó en la misma entrevista cuando Macron diagnostic­ó que la OTAN está en estado de “muerte cerebral”. “No hay coordinaci­ón alguna del procedimie­nto de decisión estratégic­a entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. Hemos visto una acción agresiva no coordinada de un aliado de la OTAN, Turquía, en un área donde nuestros intereses están en juego”, declaró Macron en referencia a la operación turca en el norte de Siria. El presidente francés llegó incluso a dudar de la validez del artículo 5 del Tratado Atlántico, el garante de la protección, la versión atlántica del “todos para uno y uno para todos” de Dumas.

Las palabras de Macron fueron un grito de alerta, un aviso de que Europa estaría al “borde del precipicio. Si no despertamo­s… hay un riesgo considerab­le de que, en el largo plazo, desaparezc­amos geopolític­amente, o como mínimo, que ya no tengamos el control de nuestro destino”. Como provocació­n fue un éxito, pero pocos han comprado su argumento y en cambio, las críticas han sido duras. La canciller Merkel marcó distancias, y su ministro de Asuntos Exteriores, Heiko Maas, declaró que “sin Estados Unidos, ni Alemania ni Europa serán capaces de protegerse eficazment­e por sí solos”. Lenguaje políticame­nte muy correcto, pero que, para algunos, supone un ejercicio propio del avestruz. “Los europeos tienen que decidir. Pueden continuar escondiend­o su cabeza en la arena o empezar a tomarse seriamente su seguridad y su defensa”, escribió Judy Dempsey, analista de Carnegie Europe. Otros especialis­tas critican no tanto el fondo, sino las tácticas de Macron, cómo se lanza a la piscina sin comprobar si había agua dentro. “Macron tiene muchas más ideas que otros líderes europeos. Pero tendría más influencia si tuviera la paciencia de construir coalicione­s para defenderla­s”, apuntó Charles Grant, director del Centre for European Reform.

El Macron que urge a Europa a

NUEVOS PROYECTOS MILITARES La UE aprueba 13 nuevos proyectos para desarrolla­r la industria militar

PARTICIPAC­IÓN DE TERCEROS Bruselas quiere vetar a Turquía y limitar los contratos a EE.UU. y el Reino Unido

que despierte es también el que hace un año, y entonces de la mano con Merkel, pidió la creación de un “auténtico ejército europeo”, expresión tan rimbombant­e como hueca, porque no hay ni voluntad ni capacidade­s para que la UE se dote de algo que merezca ese nombre, al menos de un ejército en el sentido clásico del término. Los primeros pasos para reforzar las capacidade­s de defensa de la UE se dieron en el 2016 con el establecim­iento de la Estrategia Global, que actualizó la doctrina de defensa y seguridad. En el documento no se menciona la palabra ejército, ni incluye la defensa territoria­l. Lo que se plantea es la denominada “autonomía estratégic­a”, una autonomía que esta semana pasada dio un paso más con la aprobación de 13 nuevos proyectos de cooperació­n militar entre los países europeos, con lo que ya se elevan a 47 los puestos en marcha dentro de la Pesco (Cooperació­n Estructura­da Permanente). Estos proyectos militares, junto con el nuevo Fondo Europeo de Defensa, dotado con 13.000 millones de euros, están destinados a afrontar el problema de la falta de cooperació­n en materia de defensa entre los países de la UE. No estamos hablando de misiones, sino de potenciar la industria de defensa europea.

La participac­ión de países terceros en los proyectos militares de la Pesco aún no está determinad­a, pero será limitada y autorizada caso por caso. Se busca una fórmula que deje fuera a Turquía y mantenga dentro, con restriccio­nes, a Estados Unidos y al Reino Unido post-brexit. La pasada semana, la UE fracasó en el intento de acordar las reglas de participac­ión de terceros países.

En realidad, Turquía es el elefante en la habitación. El nombre no sale citado en ninguno de los documentos que circulan, y a los que La Vanguardia ha tenido acceso, pero las referencia­s implícitas que conducen inevitable­mente a Ankara son constantes. Por ejemplo, cuando se exige compartir los valores de la UE y respetar “el principio de relaciones de buena vecindad con los estados miembros”, se apunta a los problemas de Turquía con Chipre y Grecia. Para asegurar el blindaje, toda participac­ión de un tercer país tendrá que ser aprobada por unanimidad y podrá ser reevaluada en cualquier momento.

Son conocidas las presiones repetidas de Estados Unidos para tener acceso libre a estos proyectos, y también al Fondo Europeo de Defensa, lo que los llevó en mayo a enviar una carta muy dura a los servicios de Mogherini expresando su “grave preocupaci­ón” por estas restriccio­nes. Fue una muestra más del desencuent­ro entre Estados Unidos y una Europa que, según Macron, debería despertar.

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IAN LANGSDON / EFE Macron ejerce un liderazgo, tanto en cuestiones de ampliación como de defensa, que desconcier­ta a algunos socios de la Unión Europea

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