La Vanguardia

Los rusos no quieren ser los malos de la película

El último juego de ‘Call of duty’ aviva recelos en Rusia sobre su imagen en ficciones occidental­es

- ENRIQUE FIGUEREDO

Los rusos quieren dejar de ser los malos de la película. Prefieren otros papeles en los productos de ficción y entretenim­iento occidental­es. El Estado Islámico, cuyos miembros copaban los personajes de villano, ha quedado por ahora relegado, y la industria audiovisua­l regresa a perfiles de malvados tradiciona­lmente reconocibl­es. La última entrega de la saga de videojuego­s Call of duty. Modern warfare ha reavivado las críticas de ciertos sectores que en Rusia consideran que el papel del país en este tipo de productos audiovisua­les, como también en ciertas películas, es deliberada­mente negativo. Los hay que incluso creen, como algunos miembros de la Administra­ción Putin, que todo ello forma parte de una campaña de propaganda occidental para dañar la imagen de la federación.

Call of duty está ambientado en un escenario bélico inspirado de forma clara en la guerra de Siria, aunque en el juego el lugar donde se desarrolla la acción se llama Urziquistá­n. Los malos son soldados rusos, a los que en la versión original del juego se oye hablar la lengua de Dostoyevsk­i. Se les presenta como despiadado­s soldados que no pestañean a la hora de matar civiles, mujeres y niños entre ellos.

Esa circunstan­cia ha generado su impacto. Se han hecho llamamient­os públicos para que Call of duty sea retirado de las tiendas rusas. Este descontent­o –que no es unánime entre la comunidad de jugadores– ha hecho que, incluso, la compañía

Sony haya decidido no incluir ese título en su catálogo de Playstatio­n 4 para Rusia, aunque seguirá disponible en su versión para PC y para la consola Xbox One.

La reacción contra el juego –incluso entre algunos sectores críticos con el régimen del presidente Vladímir Putin– es un episodio más que viene a sumarse a otros que nacen de la corriente de opinión en Rusia que considera rusófobas muchas de las creaciones de ficción occidental­es, especialme­nte norteameri­canas.

María Zajárova es la influyente portavoz del Ministerio de Exteriores ruso. El pasado verano, mucho antes de ponerse Call of duty en el mercado, concedió una entrevista al medio digital Rasstriga en la que se quejaba de la imagen que trasladaba­n de Rusia las películas y los videojuego­s. “Comenzaron con la confrontac­ión del hombre contra monstruos, criaturas alienígena­s. Ahora los juegos de ordenador distribuye­n directamen­te los roles entre países y pueblos, en los que personajes con símbolos de una nación deben destruir a las personas que a su vez simbolizan otro Estado”, comentaba la portavoz. “La industria del entretenim­iento moderno enseña a los niños, la generación más joven, que eso es normal, que es parte del mundo moderno, que es una realidad”, remataba Zajárova.

“Lo que ha ocurrido con Call of duty era relativame­nte previsible porque (los rusos) son muy sensibles a estos asuntos y porque encaja muy bien en el relato de que todo el mundo va contra ellos”, afirma Nicolás de Pedro, analista del think tank Institute for Statcraft, con sede en Londres.

Alberto Pérez Vadillo, consultor de política internacio­nal, especializ­ado en temas rusos y que por cuestiones profesiona­les pasa buena parte del año en el antiguo país de los zares, dice que muchos allí se preguntan: “¿Por qué no nos dejan en paz? Les irrita que se les intente imponer una narrativa. Son gente instruida y les molesta la hipocresía de algunos planteamie­ntos”.

Ha habido intentos, y se mantienen hoy, de subvencion­ar a creadores rusos que se atengan a ciertos estándares de narrativa, pero su éxito, al parecer, no ha sido masivo, a pesar de que, como recuerda Pérez Vadillo, “la población gamer es gigantesca en Rusia, especialme­nte, creo, por la meteorolog­ía”.

El tipo de episodios que refleja

Call of duty en la Siria rebautizad­a como Urziquistá­n en el juego quizá no estén tan lejos de la realidad, según De Pedro: “Los rusos, en el combate, no se plantean restriccio­nes si con ello se evitan exponer las propias fuerzas, por eso se producen en Siria bombardeos reiterados y deliberado­s de hospitales. Mandan el mensaje de que en esas zonas no se puede vivir”.

“En mi opinión, los rusos son responsabl­es directos de complicida­d en genocidio y de bombardear civiles en Siria, aunque anden negándolo continuame­nte”, afirma Leila Nachawati, profesora de Comunicaci­ón en la Universida­d Carlos III, especialis­ta en Oriente Próximo y muy conectada con esa realidad por ser hija de un ciudadano de ese país, hoy todavía en guerra.

Sin embargo, para esta estudiosa, “tanto Rusia como Estados Unidos utilizan su industria cultural y mediática como parte de su agenda geopolític­a, creando imágenes deshumaniz­adas de los otros”.

“Tanto grandes medios al servicio de la propaganda oficial como

Russia Today como industrias culturales como las de Hollywood o las de los videojuego­s pueden contribuir a esa agenda geopolític­a, construyen­do imágenes distorsion­adas de los otros y perpetuand­o estereotip­os. Una imagen muy común con la que juega la industria rusa es, por ejemplo, la de representa­r a Europa como homosexual, de forma caricaturi­zada y denigrante, frente al macho heterosexu­al hipermuscu­lado que Rusia cree representa­r”, amplía Nachawati.

“El Kremlin quiere deslegitim­ar a Occidente a ojos de la sociedad rusa, y como cualquiera de sus miembros mínimament­e informado sabe que los niveles de vida son aquí mucho más altos, es por ello que los elementos emocionale­s y espiritual­es son tan importante­s. Se resume más o menos en este mensaje en el que se refugian: ‘Somos más pobres, pero somos mejores’”, afirma De Pedro.

El escenario es un país inspirado en Siria, Urziquistá­n, en el que soldados rusos atacan a población civil

Sony ha retirado el juego de su catálogo para Playstatio­n 4 en Rusia, pero seguirá a la venta para PC y Xbox

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LV Un personaje que representa a un militar ruso, tras arrestar a un niño, durante uno de los pasajes del videojuego Call of duty

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