La Vanguardia

El mundo privado de Andy Warhol, en imágenes

Una galería de Nueva York presenta una exposición sólo de fotos de Warhol

- FOTOGRAFÍA

Esta es una exposición con dos rombos: no apta para menores. “Aviso, este show tiene contenido explícito, puede no ser adecuada para niños”, se lee en el cartel de acceso a la galería Jack Shainman, en el barrio de Chelsea.

Ese contenido responde al título, Andy Warhol photograph­y: 1967-1987. Más allá de pintar latas de sopa o retratos de Marilyn Monroe o Mao, el de Pittsburgh se dedicó a tomar imágenes de su día a día. Así que ahí está la foto que le hizo a su amigo Basquiat, vestido, y, justo al lado, Basquiat en pelota picada, no como lo trajo su madre al mundo porque se le observa muy desarrolla­do.

Incluso los plátanos, dichosos plátanos –¿se inspiró Cattelan en Warhol para su banana con cinta aislante de Miami?–, aparecen en varias de estas instantáne­as con un sentido más fálico que frutal.

Tal como van las cosas hoy, de inmediato surge la idea de que fue un pionero en el uso de la fotografía y un verdadero afortunado. De la que se ha librado.

Durante dos décadas –primero con una Polaroid y luego con una cámara Minox– Warhol se dedicó

Aviso a la entrada: la exposición presenta algunas imágenes poco apropiadas para los menores

a hacer una crónica de su vida diaria, concepto del que forma parte el protagonis­mo de sus amigos, muchos de ellos famosos y mayoritari­amente hombres, auténticos objetos de su deseo.

El recorrido por las 193 imágenes reunidas en las dos sedes de esta galería, y que raramente se han visto antes, no dejan de ser una indagación de la pretecnoló­gica online respecto a lo que ahora representa­n Instagram y otras redes sociales. Gracias a internet, cada momento y detalle de la existencia individual quedan captados y lanzados a una audiencia anónima. Las selfies son ubicuas. Warhol, que se autorretra­tó y mucho, ejerció un papel de visionario en esta materia.

Sin embargo, si hubiese disfrutado de la capacidad de difusión que ofrecen las redes sociales, su creativida­d habría despertado el escándalo y la reprimenda. Algunos políticos han sido destronado­s en esta época de transgresi­ón de la intimidad por la lujuria de las imágenes que difunden.

Todo eso y más formaba parte del mundo de Warhol, imágenes tomadas al azar en su quehacer habitual. “Yo no creo en arte, creo en la fotografía”, escribió en su diario recordando lo que en una ocasión le dijo a un colega. Esa frase quedó como un manifiesto.

La cámara era su compañera en todo momento. “Su cita”, como él confesó para ilustrar que llevaba a todos los lugares a los que iba. “Tener algunos rollos de película me daba una buena excusa para levantarme por la mañana”, dijo.

Se habría vuelto loco de coincidir con el desarrollo digital. Sólo un dato. Se calcula que con la Minox sacó unas 130.000 instantáne­as, de las que apenas un 17% se había impreso a su muerte en febrero de 1987.

“Una imagen significa que sé dónde estaba en cada minuto. Esa es la razón por la que tomo fotografía­s”, sentenció.

“Warhol creía con firmeza que la fotografía formaba parte tanto de su empresa creativa como de su vida cotidiana”, señala el historiado­r del arte Richard Meyer en el libro Contact Warhol, que publicó con Peggy Phelan.

Entre escenas de elocuente sexualidad, de estilo bodegón –ba

Llevaba siempre su cámara, que le servía para atraer a sus sujetos y también marcar distancias

nanas, zapatos, la hoz y el martillo– de escenarios naturales, como playas y bosques, o urbanos –obras en el asfalto o pintura de grafitos en la acera–, en medio de todo esto predominan las instantáne­as de la gente que configuró su entorno, unos anónimos y otros más que conocidos.

Además del citado Basquiat, por los marcos colgados en estas paredes blancas desfilan una pléyade de famosos, sobre todo en imagen de foto carnet: Keith Haring (con modelo), Joe Dallesandr­o, Bianca Jagger, Bianca Jagger, Debie Harry, Kareem Abduljabba­r, William Burroghs, Jean Paul Gaultier, Gianni Agnelli, Robert Mapplethor­pe, Grace Jones, Lee Radziwill o Rudolf Nureyev.

Según la reseña de The New York Times, “resulta edificante adentrarse en una exposición de fotografía­s que está aislada del resto de su trabajo... El lenguaje de la fotografía reside en el centro de su arte”. La cámara le sirvió para atraer a sus sujetos y, a su vez, para marcar distancias.

“La obra fotográfic­a de Warhol permanece como uno de los principale­s núcleos y aspecto más duradero de su proceso creativo”, recalca el comunicado de la Jack Shainman. “Inspirado inicialmen­te por las fotos de prensa de las celebridad­es, como las icónicas imágenes de Marlon Brando o Elvis Presley, así como las imágenes de muerto y desastres en la prensa, Warhol incorporó la fotografía como una fuerza de creación para sus pinturas”, matiza ese texto. “Con la fundación de un vocabulari­o visual singular, articulo sus sensibilid­ades observando a través del ojo desapasion­ado de una máquina”, subraya.

Hay una muestra de sus películas y una presentaci­ón de sus imágenes cosidas. Todo bajo la claridad óptica de su lente.

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ENRIQUE SHORE Una de las imágenes de la exposición: el pintor Keith Haring acompañado por una modelo sin nombre
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ENRIQUE SHORE La galería de Chelsea donde se exponen las fotos de Warhol

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