‘Un grande casotto’
ACarles Puigdemont, reciente eurodiputado y hacedor de pollos, los suyos lo siguen comparando con todos los líderes políticos y sociales que en el mundo han sido. Ignoro si quien lo ha comparado estos días con el papa Francisco es sólo un humorista o un certero analista, porque comparar a Puigdemont con Francisco, el papa de los periodistas anticlericales, quizá es un acierto. Ocurre que quienes influyen en Puigdemont no tienen la afilada sutileza de los que hacen lo propio con Francisco. Y, mientras tanto, por culpa de un libro conflictivo, los vientos gélidos vuelven a zarandear el Vaticano, donde el Papa emérito, Benedicto XVI, se apaga y apenas se le entiende cuando habla. Es su secretario personal, el arzobispo alemán Georg Gänswein, quien habla por él y quien ha obligado a modificar la portada de Desde lo más profundo de nuestros corazones, porque, según Gänswein, el libro, que es una defensa del celibato eclesiástico, sólo tiene un autor: el cardenal Robert Sarah. El texto de Benedicto XVI sólo fue, según su secretario personal, una pequeña aportación.
Comiendo spaghetti cacio e pepe en un restaurante romano con dos monseñores italianos salió en la conversación el libro del conflicto. Uno de esos monseñores negó que el libro demostrara que Sarah pudo o puede ser el delfín de Benedicto XVI. “El único papa contemporáneo y lungimirante (con mirada de futuro) fue Pío XII. Apostó por dos delfines. El primero fue Juan XXIII y el segundo, Pablo VI”. A Sarah, que nació en Guinea-conakri, algunos periodistas lo han etiquetado como el purpurado más ultraconservador y por esa razón enemigo mortal de Francisco. Quizá ignoran lo que me dijo un monseñor español, castigado por decir la verdad: “Los periodistas creéis que hay cardenales ultraconservadores y progresistas. Y no. Lo único cierto es que un cardenal es un cardenal. ¿Me explico”.
En la comida romana que aquí intento describir, el otro monseñor se limitó a preguntar en voz alta. “¿Fue poco claro Benedicto XVI con Sarah? ¿Ha demostrado ingenuidad el cardenal? ¿Alguien le ha querido hacer un favor a Francisco o ha permitido que se lo hicieran? ¿La editorial ha pensado más en la venta del libro que en la personalidad de sus autores? ¿Ha dicho toda la verdad el secretario Gänswein o simplemente ha pensado en el futuro, que es siempre personal?” Este monseñor afirmó que Papas y delfines sería un título mejor que Desde lo más profundo de nuestros corazones. Pero luego, paladeando un buen limoncello, sonrió y dijo: “Claro que, tal como han ido las cosas, yo, ahora, lo titularía Il solito casotto vaticano (el típico embrollo vaticano). Porque nunca sabremos quién miente, quién no ha dicho toda la verdad y quién podría decirnos lo que nos gustaría saber”.
Tras la controversia, el cardenal Sarah, prefecto para el Culto Divino, ha decidido que en la portada del libro sólo él figurará como autor. Pero que el texto íntegro de Benedicto XVI, ay, permanecerá invariable.
Quienes influyen en Puigdemont no tienen la afilada sutileza de los que hacen lo propio con Francisco