Igual que en casa de la abuela
Santornemi, cocina muy casera en Barcelona
Todo empezó con un flechazo. Laura Albéniz y Santi Novelli estudiaban en 1991 en la Escuela de Hostelería de Barcelona. Cupido pasó por allí y unieron sus vidas sentimentales y también profesionales. Su recorrido fue muy variado. Santi ofició entre otros en Can Travi y la Dama, en Barcelona, y Rincón de Diego en Cambrils. Laura en Can Gatell, también de Cambrils, y en el Café de Colombia en Barcelona, entre otros. Unas veces juntos y otras no.
En el 2011, uno de los restaurantes más populares de Barcelona, el Gelida, les propuso hacerse cargo de él y revitalizarlo. Laura dirigiendo la sala y Santi al frente de los fogones le dieron un importante impulso. Era como su casa. También se incorporó Álvaro Albéniz (hermano de Laura), con un gran background en Taktika Berri y Casa Reyna, administrando la barra y las bebidas.
Reza el refrán que no hay mal que por bien no venga, y en junio del año pasado los tres decidieron emprender un proyecto propio abriendo Santornemi, expresión habitual empleada en Catalunya cuando se reemprende un trabajo. El día Sant tornem-hi por excelencia suele ser el lunes. Juan, hijo de Laura y Santi, también aporta su experiencia culinaria, ya que compaginó sus estudios en la escuela
CETT con unas estancias en la reputada Casa Marcial asturiana.
Igual que en el Gelida, su objetivo es ofrecer a su clientela una cocina eminentemente tradicional y recuperar platos que han ido cayendo en desuso en la mayoría de restaurantes de nuestro país, como pueden ser lengua de ternera estofada, sesos de cordero a la romana, tripa y pie de cordero o sardinas de la costa. Les encantaría que su clientela al salir pudiera comentar: hoy hemos comido igual que en casa de mi abuela.
Abren a las ocho de la mañana preparando desayunos de tenedor: tortillas, huevos con chistorra o bacalao, entre otros. Al mediodía sirven almuerzos y cierran todas las noches.
La decoración de local es más bien sencilla, su bodega no es excesivamente amplia, pero la calidad de sus productos, la brillante ejecución de sus platos y la atención al cliente y su excelente ubicación compensan sobradamente estas pequeñas carencias.
Algunas abuelas también deberían visitar el Santornemi.