Pasión bananera en el mundo del arte
El Whitney exhibe “una frutería” después del famoso plátano de Cattelan en Miami
Debe ser que ha pasado la fiebre del aguacate, que llevó a que, por ejemplo, en Nueva York se abrieran locales denominados avocadería Avocado es la palabra inglés para aguacate.
Hoy es el plátano el que está de moda. Al menos esto es lo que se deduce de la pasión bananera que ha surgido en el mundo del arte.
Tal vez el asunto se remonte a Andy Warhol, que ya en los setenta se dedicó a sacar fotografías de esta fruta. Venga de ahí o no, la cosa es que el Whitney Museum neoyorquino ha transformado su octava planta en una especie de frutería, con las bananas en posición central.
Todo esto ocurre a rebufo del ruido generado el pasado diciembre, en el Art Basel de Miami, cuando Maurizio Cattelan expusó Comedian. La obra consistía en un plátano pegado a una pared mediante un trozo de cinta aislante. Se pagaron 120.000 dólares por esa pieza, que acabó comiéndosela el showman David Datuna, en una actuación que llamó Artista hambriento.
“¿Dónde está la cinta aislante? La estoy buscando”, bromea Uhriel, vecino de Miami de viaje en la Gran Manzana. Su ironía surge al observar el despliegue vegano en el Whitney. Resulta curioso pero a todos los que salen del ascensor les brota una sonrisa. Es el efecto Cattelan.
En este museo del Meatpacking District de Manhattan exponen desde este miércoles, y hasta el 17 de febrero, una creación de Darren Bader, que él define como “escultura impecable de la naturaleza”. Consiste en 40 pedestales de madera y en cada se exhibe una fruta o un vegetal. Lo han titulado de una manera obvia, aunque con un matiz. “Frutas, vegetales, ensalada de frutas y vegetales”.
Aquí resulta evidente la influencia de lo que sucedió con el plátano de Cattelan. El italiano dio una serie de instrucciones para que los compradores de su obra cambiaran el plátano debido a su maduración. En el Whitney, además de una exposición, han montado una merienda.
A pie de página, en la nota de la pared, se invita a los visitantes cuatro veces a la semana (lunes, miércoles y domingos de tres a seis de la tarde, y los viernes de 7.30 h a 10 h de la noche) a degustar esos productos de mercado. Antes de que se pasen, los empleados del museo los cortan a trozos, los lavan y los ofrecen a los presentes.
Según el dossier, Bader no dio órdenes, sólo le interesa un equilibrio entre frutas y vegetales, con la máxima variedad posible. El Whitney envía a uno de sus trabajadores al Chelsea Market a por producto fresco que reemplace al exhibido.
“Al tener noticia de esta exposición fui muy escéptica. Pensé que era una broma, ¿frutas en un pedestal? Ahora me parece muy estética, comenta una visitante. Arte aplatanado, que se diría, aunque Bader busca indagar en el legado de Duchamp y su fijación en los objetos cotidianos.