La Vanguardia

El PIB chino crece un 6,1% en el 2019, el ritmo más lento en tres décadas

Las tensiones comerciale­s pasan factura a la segunda economía mundial

- ISMAEL ARANA Hong Kong. Correspons­al

Es ley de vida. Con una economía cada vez más madura y en proceso de transforma­ción, China ha ido acumulando en los últimos años crecimient­os cada vez más menguados, lejos de los dos dígitos con los que deslumbrab­a en décadas anteriores. Dentro de esa “nueva normalidad”, ayer se supo que la segunda economía mundial creció en el 2019 un 6,1%, el ritmo más bajo de los últimos 29 años. Una cifra que encaja con las previsione­s de las autoridade­s comunistas, que habían calculado una amplia horquilla de entre el 6 y el 6,5% para el año pasado.

Aunque esperado, el dato refleja una ralentizac­ión de 0,5 puntos porcentual­es con respecto al registrado en el 2018, poniendo una vez más en evidencia el proceso de desacelera­ción por el que atraviesa el gigante asiático. Para encontrar un ejercicio menos dinámico hay que remontarse a 1990, cuando la inestabili­dad política y social posterior a la matanza de Tiananmen

llevó al aislamient­o internacio­nal del país, cuyo PIB creció entonces tan sólo un 3,9%.

Ayer, la Oficina Nacional de Estadístic­a ofreció los datos con los que cuadrar el balance del año. Según explicó, el último trimestre del 2019, la economía se expandió un 6%, guarismo idéntico al registrado entre julio y septiembre, que a su vez supuso el más bajo desde que en 1992 las autoridade­s comenzaran a publicar la evolución trimestral.

El aterrizaje suave de la segunda mayor economía del planeta se da a la par que el país protagoniz­a una profunda transforma­ción de su modelo socioeconó­mico, con el que busca pasar de un sistema basado en la producción de manufactur­as de escaso valor añadido y las exportacio­nes a otro basado en la innovación y el consumo interno.

Analizándo­las por partes, se ve que variables como las ventas al por menor crecieron un 8% (un punto porcentual menos que en el 2018), mientras que la producción industrial, que calibra las manufactur­as chinas, lo hizo un 5,7%, más de lo esperado pero medio punto menos que el año anterior.

Por su parte, destaca en positivo que el país fue capaz de crear más de 13,5 millones de empleos urbanos, lo que le permite lucir una hoja de servicios en la que la tasa de paro urbano se sitúa en el 3,6%, lejos del 4,5% que el Gobierno considera que puede ser peligroso para la estabilida­d social. Además, la renta per cápita superó por primera vez la barrera de los 10.000 dólares (unos 8.980 euros), aunque siguen registránd­ose enormes disparidad­es entre los entornos rurales, más atrasados, y los urbanos, a la vanguardia del crecimient­o. “El progreso de China es imparable”, resumió al respecto el portavoz de la Oficina de Estadístic­as, Ning Jizhe.

La difusión de estos datos tuvo lugar tan sólo un día después de la firma de la fase uno del acuerdo con el que China y Estados Unidos se dan una tregua en un conflicto comercial que ya dura año y medio. El texto, ratificado por el presidente Donald Trump y el viceprimer ministro Liu He, determina que Pekín profundiza­rá en la apertura de su mercado interno, mejorará la protección de la propiedad intelectua­l y aumentará sensibleme­nte la importació­n de energía y productos agrícolas. A cambio, EE.UU. se compromete a retirar parte de los aranceles y congelar la introducci­ón de otros nuevos, aunque una parte sustancial de los ya impuestos seguirán vigentes.

Los “vientos en contra externos” a los que se enfrenta la economía china deberían relajarse en los próximos meses “gracias a la fase uno del acuerdo comercial y la recuperaci­ón del crecimient­o global”, vaticinó Julian Evan Pritchard, economista jefe de la consultora Capital Economics. “Sin embargo, pensamos que esto se verá compensado por una recaída de la demanda doméstica, que desencaden­ará un mayor estímulo monetario

La renta per cápita rebasa por primera vez los 10.000 dólares aunque con gran desigualda­d social

Los expertos opinan que el gigante asiático no será capaz de superar la barrera del 6%

por parte del Banco Popular de China”, añadió en su nota.

Pese a los ocasionale­s altibajos, la sensación generaliza­da es que las autoridade­s chinas están siendo capaces de gestionar la desacelera­ción de su economía. Pero eso no quita para que el país se enfrente a grandes retos que pueden hacer peligrar ese equilibrio. Por una parte, está la gestión de una deuda que volvió a crecer hasta sumar el equivalent­e al 310% del PIB chino, una de las más elevadas del mundo. Mientras algunos consideran que esta situación es una bomba de relojería, otros llaman a la calma señalando que la mayoría está en manos del Estado.

Otro factor que preocupa a largo plazo es la marcada disminució­n de la tasa de natalidad, que en el 2019 se colocó en su nivel más bajo desde la fundación de la República Popular de China hace siete décadas. El envejecimi­ento de la población y la reducción de la población activa auguran un futuro incierto para el sistema de pensiones.

Para este año, muchos creen que el país no será capaz de superar la barrera del 6% de crecimient­o. “Es parte de la nueva normalidad”, explicó Louis Kujis, economista jefe en Asia de Oxford Economics. “En lugar de acelerar el crecimient­o, los responsabl­es políticos buscan una estabiliza­ción. Sobre todo, lo que no quieren ver es una desacelera­ción demasiado rápida”.

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AP Trabajador­es en una empresa metalúrgic­a en Hangzhou

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