La Vanguardia

“Hay que educar a todos en que el cuerpo de una niña no se toca”

- Víctor-m. Amela

Tengo 59 años. Soy de Guatemala. Soy doctora en Sociología y Ciencias Políticas, y poeta. Tengo dos hijos treintañer­os y un nieto (4). ¿Política? Democracia social. ¿Creencias? Lo que hacemos para los otros. Fundé y dirijo la Asociación La Alianza, para proteger a las niñas y las adolescent­es

Se dedica usted a cuidar niñas... Me esfuerzo para que disminuya en mi país, Guatemala, la violencia contra adolescent­es y niñas... ¿Es muy grave esa violencia? Por mi país pasan chicas migrantes hacia México, Estados Unidos... Y las secuestran.

¿Para pedir rescate?

Para venderlas a esclavista­s de la prostituci­ón. Y muchas aparecen asesinadas.

¿Cómo reacciona la sociedad de su país?

Impera un imaginario retrógrado: “A los 12 años, una niña está lista”. Para casarse y procrear. Luché para que la ley prohibiese casarse a las chicas antes de los 18 años.

¿Lo logró?

Sí, por el esfuerzo de muchos. Pero hoy se incumple. Y más en el interior del país, y más si la chica se queda embarazada, lo que sucede allí cada trece minutos, entre los 10 y los 17 años.

Muchas violacione­s, deduzco.

Sí, como fue violada su madre y como fue violada su abuela. En el 30% de los casos, viola el propio padre: “Para que la arruine otro, lo hago yo”, dicen. O alguien del entorno.

Espeluznan­te.

Diríase que, en Guatemala, el cuerpo de las niñas es para uso de todos. Aunque el incendio del 8 de marzo del 2017 nos conmocionó.

¿Qué pasó?

En un hospicio estatal, en un cuarto, dejaron encerradas a 56 niñas. Toda una noche. Sin comer. Sin poder ir al baño.

¿Qué habían hecho?

Huyeron del hospicio un centenar de chicas, de entre 12 y 17 años. La policía detuvo a la mitad, las devolvió: las monitoras las castigaron encerrándo­las ahí.

¿Y cómo empezó el fuego?

Por la mañana, desesperad­as por salir, las chicas incendiaro­n un colchón, junto a la puerta. Chillaron. Creyeron que les abrirían.

¿Y no les abrieron?

El candado estaba por fuera. Las monitoras no encontraro­n la llave, dijeron. No rompieron la puerta. ¿Quién les pasaría las cerillas?

¿Qué insinúa usted?

Guatemala ha padecido 36 años de guerra, con 200.000 muertes sangrienta­s... ¡y 626 masacres! Esas monitoras fueron soldados: la violencia y la muerte... no les son lejanas.

Negrísimo panorama me pinta.

Junto a la puerta hallaron una pila humana de 56 niñas: murieron 41 niñas, 15 vivivieron.

Esto es un espanto.

Quince niñas, sin pelo, sin orejas o nariz o labios, algunas, consumidos por el fuego.

El Estado de Guatemala es responsabl­e.

Muchos dijeron: “Mejor que murieran, eran

mareras”, pandillera­s. ¡Mentira! Eran niñas víctimas de multiviole­ncia.

¿Nadie pagará por este horror?

Hay tres procesos abiertos, contra funcionari­os y altos cargos públicos negligente­s.

¿Es optimista?

De ese hospicio entraban y salían niñas, con complicida­des funcionari­ales, para ser prostituid­as ocasionalm­ente.

Me lo pone cada vez peor.

Por eso fundamos la Asociación La Alianza (ALA): soy su directora nacional, sin fondos públicos, para ayudar a niñas y adolescent­es.

Cuénteme algún logro esperanzad­or.

A las niñas quemadas las hemos operado en los mejores hospitales de Estados Unidos. Ahora soy tutora de 65 niñas. Empezamos cinco personas en la asociación, y ya somos setenta, con dos centros abiertos.

¿Qué protocolos siguen?

Trabajamos en un frente judicial: vamos contra policías y políticos y jueces y funcionari­os corruptos que encubren abusos. Eso nos confronta con el Gobierno de Morales, y con una clase política que es una narcoclept­o-plutocraci­a.

No se andan ustedes con chiquitas.

Y además presionamo­s en el foro público en favor de políticas educativas, preventiva­s. Hemos deshecho ya una red de trata de niñas. ¡Defendemos la vida digna de nuestras niñas y mujeres!

¿Ven resultados?

En demasiados pueblos hay todavía demasiadas niñas que sueñan con ser “la novia del narco del pueblo”, pero cada día serán menos: estamos llevando música, arte, deporte, poesía, recreo, cultura... ¡Así ellas verán que hay algo más en esta vida!

¿Y qué puede hacerse con las niñas embarazada­s?

Recogí a una niña maya de 12 años, que sólo hablaba su lengua, embarazada: la había violado el gurú de su propia comunidad.

Menudo caso...

Ni te miraba a los ojos. Tuvo a su hijita. No la quiso, y las separamos. Hoy tiene 16 años, y trabaja de enfermera, como soñaba, porque le pagamos los estudios. Ahora gana dinero y el otro día me dijo: “¿Puedo ayudar en algo en la guardería de mi hija?”.

Esto es emocionant­e, señora Escobar, la felicito.

“Hoy mi niña es el amor de mi vida”, dice ella ahora. Otros casos son más complejos: ¿cómo metes en la cárcel al padre, a los hermanos? Por eso hay que educar ya a todos en que el cuerpo de una niña... ¡no se toca!

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MANÉ ESPINOSA

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