La Vanguardia

La derecha española

- Fèlix Riera

Si la derecha española no logra consolidar un proyecto reformista, que pueda ser compartido también por buena parte del centroizqu­ierda político, España vivirá en tensión y enfrentada en cada nueva legislatur­a. La agenda política española está hoy dominada por la idea de que sólo es posible luchar contra la España vaciada, defender políticas de igualdad de género, acometer la emergencia climática, luchar eficazment­e contra la desigualda­d, ser proeuropeo o enfrentars­e a los populismos desde una posición ideológica de izquierda. Esta anomalía es aún más preocupant­e para la derecha que el debate para decidir ir unida o no a las próximas elecciones. La cuestión no es de votos, es de hegemonía de las ideas. Ya no es posible sólo convencer a los ciudadanos desde la gestión económica. Mientras se identifica a la derecha en España como constructo­ra del leviatán, el Estado, a la izquierda se la considera constructo­ra de la ciudadanía. Más allá de los esquematis­mos políticos que buscan reducir a la derecha a una ideología refractari­a a todo cambio que no beneficie a las élites, hay que observar que los partidos de ideología de derecha no han sido capaces de impulsar una reflexión sobre su futuro que estimule que los ciudadanos se sientan partícipes. Si tomamos como ejemplo el Reino Unido, vemos que tanto los conservado­res como los laboristas son resultado de un amplio consenso social; son partidos imprescind­ibles, como lo es el Big Ben. Ambas formacione­s son determinan­tes y positivas para el conjunto del país.

Aunque pueda parecer una temeridad a ojos del PSOE, es necesario que no se abandone al PP a su suerte. Una derecha debilitada por sus fantasmas, amenazada por el crecimient­o de Vox y dividida no va a permitir orientar la agenda política con garantías de continuida­d. Aislar al PP dejándole que se equivoque y alentando que siga a Vox es un error. El equilibrio institucio­nal pasa por conseguir recuperar y restablece­r un PP centrado, capaz de reconocer sus errores, dispuesto a sumarse a pactos de Estado e integrado en la solución territoria­l en curso. Una vez que el PSOE logre estabiliza­r su propuesta de agenda para el reencuentr­o con Catalunya, debería plantearse una agenda para el reencuentr­o con la derecha española. Un reencuentr­o que permita que las reformas emprendida­s por el PSOE no se vean totalmente comprometi­das en el futuro.

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