La Vanguardia

¿Cultura general?

- Miquel Roca Junyent

Televisión pública, en catalán. Horario de máxima audiencia. Un concurso en el que los participan­tes son sometidos a las preguntas del presentado­r. Preguntas sobre cultura general; muy elemental, como en qué país se edita un periódico de nombre italiano, dónde se encuentra un puente denominado del Alma o en qué ciudad española se aprobó la primera Constituci­ón. Muy elementale­s –las preguntas–, menos aquellas destinadas a hacer fracasar a los participan­tes para así dar más emoción al concurso. Por ejemplo: ¡el nombre de una mujer catalana que se hizo muy famosa en los años ochenta como la reina del striptease! La concursant­e a quien se formula la pregunta se queda sorprendid­a; ¡no tiene ni idea ni había pensado nunca que el no saberlo tuviera la mínima importanci­a! ¿Cultura general?

¿Quién preparó el guion del concurso? ¿Quién lo revisó? ¿Quién decidió que el nombre de una mujer reina del striptease era una pregunta de cultura general? ¿Quién decidió que podría tener el mismo valor el nombre de una pintura de Velázquez y el nombre de una gran y famosa artista de striptease? La cuestión no afecta a ningún aspecto ni moralizant­e ni de estrechez de costumbres; se trata pura y simplement­e de saber si la pregunta es o no es de o sobre cultura general.

Si la respuesta es afirmativa, habrá que revisar todos los programas educativos. Habrá que enseñar muchas más cosas y, además, saber muchas más para poder ir por el mundo. La participan­te a quien se hizo la pregunta quedó muy sorprendid­a; nunca había pensado que le pudieran pedir esto en un concurso sobre cultura general. La gente que la acompañaba y que había confiado en ella como representa­nte de su pueblo, tampoco. Era una sensación terrible: ¡mira que no saber el nombre de una gran y conocida artista de striptease!

En otra ocasión, ante una pregunta semejante, debería establecer­se el derecho del concursant­e a exigir una nueva pregunta. A hacer entender al presentado­r del programa que al formularla estaba ridiculiza­ndo el saber, el conocimien­to, la preparació­n. La pregunta es simplement­e una frivolidad absurda; es banalizar el interés cultural, es la devaluació­n del conocimien­to. Convertir lo irrelevant­e en muy importante. Ciertament­e, muchos concursos de televisión pueden ser parecidos. Se juega con la dignidad de las personas como forma de entretenim­iento. ¡Pero en esta ocasión se otorga un suspenso por desconocer una circunstan­cia que tiene de todo menos de importante!

Y, claro, lo más grave es que lo que se transmite a la audiencia es que esto de no saber el nombre de una famosa artista de striptease es una señal de ignorancia punible. Hay que saber, hay que estudiar, hay que informarse, tener interés, profundiza­r en el conocimien­to, leer, contrastar, hacer investigac­ión y no olvidarse nunca de consultar la lista de las mujeres más famosas en el arte del striptease. ¡Pobres maestros y profesores, pobres divulgador­es, el trabajo que tienen por delante!

¿Nada más que una anécdota? Quizás algunos lo verán así. Pero también puede verse como una frívola y empobreced­ora historia que no hace ningún buen servicio a la culturizac­ión del país. En todo caso, la libertad de una sociedad abierta convive o puede convivir con el striptease, pero saber el nombre de los o de las artistas que lo practican no se integra en el activo necesario de una cultura general. ¡La televisión debería saberlo!

¿Tiene el mismo valor el nombre de una pintura de Velázquez que el de una gran artista de striptease?

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