La Vanguardia

Qué Gobierno, qué oposición

- Miguel Ángel Aguilar

Hablan de que las críticas volcadas por la oposición sobre José Luis Ábalos, titular de Transporte­s, Movilidad y Agenda Urbana, secretario de organizaci­ón del PSOE y encargado de operacione­s como la nocturna de Barajas con Delcy Rodríguez, vicepresid­enta de Maduro, han unido al Gobierno.

Es un clásico de la dinámica política que los ataques de los adversario­s pueden tener el efecto inverso de fortalecer las propias filas. Recordemos, por ejemplo, cuántos ministros han visto confirmada su continuida­d en el Gabinete para evitar que su cese, por muy merecido que fuera, transmitie­se la impresión de debilidad del presidente.

Al contrario, imagine el lector que Pablo Casado, en la primera sesión de control, después de señalar las contradicc­iones de Ábalos y de reconocer al ministro su conocimien­to de lo sucedido en Barajas, conocimien­to sin el cual hubiera sido imposible que mintiera, como señala Esterházy en Armonía celestial, hubiera preferido desconcert­ar a Sánchez advirtiénd­ole de que de ningún modo aceptaría destitució­n alguna.

Los ataques de la oposición al Gobierno, o a los ministros que lo integran, si no son letales, fortalecen a sus destinatar­ios, pero veamos, a la inversa, cómo inciden en la oposición, o mejor en las oposicione­s, las actitudes que al respecto adopta el Gobierno, porque hemos de reconocer que, en buena medida, el Gobierno es responsabl­e de la oposición que se le enfrenta.

Suárez prefirió que su alternativ­a fuera un Partido Socialista moderado, en vez de uno radical, frente al cual tal vez hubiera tenido prórroga su estancia en la Moncloa con daño final para el sistema. Por el contrario, Aznar quiso transforma­r a Bambi Zapatero en un líder pancartist­a, y, cuando llegó su turno, Zapatero gustaba de un PP echado al monte. Ambos atendieron así convenienc­ias personales y de partido, pero dañaron el sistema y la concordia. Atentos a Sánchez.

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