Más cerca de la pandemia
Surgió en China y se está extendiendo por el mundo. El coronavirus, que apareció a finales del año pasado en la ciudad de Wuhan, está adquiriendo una dimensión global tras registrarse 77.000 casos y unos 2.600 muertos en China (aunque no se descarta que estas cifras sean superiores). Ayer el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) invitó a prepararse para “una potencial pandemia”. Hay ya noticia de enfermos en una treintena de países. Y en fechas recientes se han registrado brotes de rápida expansión en algunos donde la conexión con China no ha sido documentada. Corea del Sur, que disputa a Japón la condición de segundo país por número de infectados, ha contabilizado 830 casos, aunque sólo ocho muertos. En
Irán se ha producido una eclosión descontrolada, con no menos de medio centenar de muertos en la ciudad sagrada de Qom. De todos modos, quizás por razones de proximidad, el caso más preocupante en España es ahora el de Italia, con 165 casos, siete fallecidos y cinco regiones en estado de alerta. Buena parte de la población teme que empiecen a verse pronto mascarillas en las calles de España.
Cada día nos trae un alud de nuevas informaciones relativas al coronavirus. Ayer supimos que China había aplazado la reunión de la Asamblea Popular Nacional, uno de los hitos de su calendario político anual. Que las bolsas habían caído de modo generalizado en Europa –bajó un 5,5% la de Milán y un 4% el Ibex español, por ejemplo–, con descensos superiores para los valores relacionados con el turismo. Y que el precio del petróleo descendía también alrededor de un 4%. Ninguna de estas noticias es tranquilizadora. El miedo, que nunca ha sido un buen aliado, se extiende más rápido que el virus.
Es pronto para determinar el alcance final de esta epidemia. Pero, a título de comparación, vale la pena recordar que la gripe porcina, declarada pandémica por la OMS en el 2009, causó 19.000 muertos en todo el mundo. Y que la gripe común acaba anualmente con entre 300.000 y 650.000 personas. Por fortuna, las cifras del coronavirus están de momento por debajo de tales niveles.
Dicho lo cual, la situación es lo suficientemente delicada como para que se tomen las oportunas medidas preventivas, por incómodas que de entrada puedan parecer. El tiempo para contener esta epidemia, antes de que se convierta en una pandemia global, es cada día menor. Por ello, toda medida que contribuya a limitar su expansión debe ser bienvenida y fomentada sin reparos.
La clave de la actuación de las autoridades sanitarias pasa en el mundo por la transparencia y la coordinación. En este sentido se expresaron ayer portavoces comunitarios, encabezados por la comisaria de Salud, que anunció su plan para seguir en todo momento el consejo de los científicos, coordinar las políticas nacionales y prestar ayuda económica a las zonas afectadas. De momento, estas medidas no vienen acompañadas del cierre de fronteras entre los estados miembros de la Unión Europea. En tanto que no sea obligado actuar de otro modo, se pretende conservar la fluidez de movimientos dentro del espacio Schengen. Aun reconociendo que las razones sanitarias son prioritarias a la hora de establecer protocolos de actuación, se estima que un cierre fronterizo ocasionaría perjuicios económicos que, de poder ser, deben evitarse.
Los próximos días serán determinantes para saber si el coronavirus va siendo contenido paulatinamente o adquiere dimensión de pandemia. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, anunciará hoy nuevas medidas para frenar el avance de la enfermedad. Se trata, como apuntábamos más arriba, de coordinar las políticas de los países, también de las autonomías españolas, estar alerta a la evolución del coronavirus y trabajar codo a codo para contener sus ataques.
La clave de la actuación de las autoridades europeas ante el coronavirus pasa
por la coordinación