La Vanguardia

EE.UU. acuerda retirar sus tropas de Afganistán

El pacto con los talibanes liquidará la presencia militar norteameri­cana en el 2021, sin victoria y tras diecinueve años de guerra

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

El pacto rubricado este sábado con los talibanes carece de la deshonra que marcó el fin del conflicto bélico en Vietnam. Pero tampoco conlleva la carga épica del vencedor. Otra guerra que no logra ganar Estados Unidos, la máquina armada del mundo.

“Si la violencia no puede acabar con una victoria, es mejor finalizar con un acuerdo de paz”, sostiene Madiha Afzal, experta de la Brookings Institutio­n.

Doha, la capital de Qatar, fue el escenario del histórico acuerdo. Tras más de un año de conversaci­ones, el pacto establece el final de la guerra más larga en la que ha participad­o Estados Unidos, que arrancó en la resaca de los atentados del 11-S del 2001.

En el documento se fija un calendario para la retirada total de las tropas de las barras y las estrellas. De un pico que superó la cifra de más de 100.000 uniformado­s, en la actualidad hay unos 12.000 militares desplegado­s. En un plazo de 135 días se prevé que salgan 5.000 y el resto hará el equipaje en un periodo de 14 meses, salvo contratiem­pos.

Los talibanes –no se olvide, aún terrorista­s según la inteligenc­ia estadounid­ense– se compromete­n a renunciar a la violencia y a no permitir que el país sirva de santuario para terrorista­s. En concreto se exige repudiar a Al Qaeda, la organizaci­ón que cometió los terribles ataques del 11-S.

Además, este compromiso hace de bisagra para abrir unas complejas negociacio­nes con el Gobierno afgano, apartado de este proceso, para forjar una sintonía que permita avanzar por la senda de la convivenci­a futura.

Fuentes oficiales confían en que estas conversaci­ones producirán un poder compartido e intercambi­able y un alto el fuego duradero, ideas que han sido anatema para los talibanes en el pasado. No son pocas las voces que desconfían de unos mandatario­s “barbudos” que dominaron el régimen hasta la invasión aliada y que aplicaron una arcaica y terrible ley islámica que masacró al pueblo, en especial a las mujeres.

“La cuestión de negociar con terrorista­s, y el coste de esto, no es una con las que esta Administra­ción haya lidiado de ninguna manera”, tercia la analista Afzal.

“Aunque no lo sea, esta cuestión debería ser central. ¿Cuál es el precio de negociar con unos terrorista­s a los que una vez se buscó derrotar, aquellos que son responsabl­e de la pérdida de miles de vidas estadounid­enses y aún más de afganos?”, se plantea. “Para muchos observador­es de Afganistán –recalca–, parece haber un reconocimi­ento de que dar voz a los talibanes en el Gobierno amenaza las ganancias logradas en los derechos de las mujeres desde el 2001. Estos observador­es aseguran que se debe prevenir la pérdi

da de esas ganancias cualquiera que sea el pacto”. Aunque el camino que ha llevado a la rúbrica de Doha “han dado legitimida­d internacio­nal a los talibanes, reitera Afzal, los mismo oficiales estadounid­enses activan la precaución. Insisten en que el establecim­iento de un régimen democrátic­o en ese país, y mejorar las oportunida­des para las mujeres y las minorías, se encuentran en peligro si los talibanes, que prohibiero­n a las niñas asistir a la escuela y a las adultas aparecer en la vida pública, vuelven a ser la fuerza dominante. A este retrato se añade que la corrupción es rampante, las institucio­nes son débiles y la economía depende de las ayudas de Estados Unidos y aliados.

“No es que los talibanes sean infinitame­nte malvados o que esto traiga flores, rosas y se conviertan en palomas de la noche a la mañana”, señaló un alto cargo del Departamen­to de Estado en rueda de prensa telefónica.

“Nosotros y los afganos hemos estado en este conflicto por décadas. Hay patrones de comportami­ento, puntos de vista psicológic­os. La gente tendrá que comenzar a hacer un gran cambio”, subrayó. “Hemos alcanzado un punto en el que se ha reunido masa crítica en todos los lados de personas que quieren ese cambio. Los talibanes seguirían combatiend­o si no vieran que hay una alternativ­a política ”, apostilló.

Esta nueva visión es la que se representó este sábado en el opulento vestíbulo de un hotel de cinco estrellas de la capital qatarí. El enviado especial de EE.UU., Zalmay Jalilzad, y el segundo líder de los talibanes, el ulema Abdul Gani Baradar, pusieron sus firmas. “El futuro de Afganistán lo ha de determinar Afganistán”, señaló Mike Pompeo, secretario de Estado, que asistió a la ceremonia. “El pacto de EE.UU. y los talibanes crea el marco para eso. Creemos que los afganos están listos, hemos dado el primer paso”. Pero ningún representa­nte del Gobierno proestadou­nidense de Ashraf Gani ha participad­o en el entramado, evidencia de la fragilidad.

La “guerra sin final” ha supuesto una pesadilla para tres administra­ciones. Donald Trump prometió en campaña que traería a los soldados de regreso. El coste económico sube a dos billones de dólares y, todavía peor, se ha llevado la vida de más de 3.500 soldados de Estados Unidos y de la coalición internacio­nal, así como centenares de miles de afganos.

El primer avión aliado y sus misiles crucero golpearon ese territorio el 7 de octubre del 2001. El ejército estadounid­ense puso sus botas el 19 de octubre.

“Si los talibanes y el Gobierno de Afganistán respetan este pacto, tendremos un camino poderoso para terminar la guerra en Afganistán”, sostuvo el presidente Trump en un comunicado. Este compromiso es un paso importante para que haya paz en el nuevo Afganistán, libre de Al Qaeda, Isis y cualquier organizaci­ón terrorista que busque causarnos daño”, matizó.

“Esto es un examen a Estados Unidos”, replicó un portavoz talibán. “Si esto funciona correctame­nte, entonces negociarem­os con el Gobierno afgano”.

FALTA LO MÁS DIFÍCIL

El pacto supone abrir la negociació­n entre los talibanes y el Gobierno afgano

 ?? HUSSEIN SAYED / AP ?? El enviado especial de Estados Unidos, Zalmay Jalilzad, y el segundo líder de los talibanes, el ulema Abdul Gani Baradar, sellan la paz en Doha (Qatar)
HUSSEIN SAYED / AP El enviado especial de Estados Unidos, Zalmay Jalilzad, y el segundo líder de los talibanes, el ulema Abdul Gani Baradar, sellan la paz en Doha (Qatar)

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