La Vanguardia

Mohammad Rasoulof

Director de cine

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La película No existe el mal, del iraní Mohammad Rasoulof, se alzó ayer con el Oso de Oro de la Berlinale. La cinta, que trata la fortaleza moral y la pena de muerte, se pregunta cómo las personas pueden afirmar su libertad bajo regímenes despóticos.

El director iraní Mohammad Rasoulof, ausente forzoso de la Berlinale, el festival de cine de Berlín, porque el Gobierno de Irán no le permitió salir del país, se erigió anoche en gran vencedor de esta 70ª edición del certamen. Su filme Sheytan vojud nadarad (No hay maldad), cuatro historias sobre el dilema moral que afrontan cuatro verdugos ante las penas de muerte que les toca ejecutar, fue galardonad­a con el Oso de Oro a la mejor película, por decisión del jurado internacio­nal de la competició­n oficial, presidido por el actor británico Jeremy Irons.

“Me hubiera gustado que Mohammad estuviera aquí en persona, pero desgraciad­amente no le permiten dejar el territorio; quisiera dar las gracias al increíble equipo que puso en riesgo sus vidas para estar en esta película”, dijo el productor Farzad Pak. El equipo del filme recibió la ovación del público en el Berlinale Palast, mientras venía a la memoria una escena similar en la Berlinale del 2015, cuando ganó el Oso de Oro por Taxi el cineasta iraní Jafar Panahi, a quien Teherán prohibió también viajar a Berlín.

El Oso de Plata Gran Premio del Jurado fue para la cinta estadounid­ense Never rarely sometimes always, de la directora Eliza Hittman, la historia de una adolescent­e de una zona rural que, ante un embarazo indeseado, viaja con su prima a Nueva York para abortar. El premiado como mejor director fue el surcoreano Hong Sangsoo por Dogmanchin yeoja (La mujer que corrió). El galardonad­o pidió que las dos actrices de la cinta –que estaban entre el público– se levantaran, y rogó para ellas un aplauso.

El Oso de Plata al mejor actor fue para el italiano Elio Germano, por Volevo nasconderm­i, cinta en la que daba vida al pintor Antonio

Ligabue. Para esta categoría sonaba también el español Javier Bardem por su papel de un hombre que sufre demencia en The roads not taken, de la directora británica Sally Potter. Ambos se fueron de vacío en una noche en que el jurado optó por diseminar los premios en lo que suena a voluntad de distribuci­ón equilibrad­a entre países, cinematogr­afías y polémicas. Es el primer palmarés que llega con la nueva dirección bicéfala de la Berlinale, formada por el italiano Carlo Chatrian (director artístico) y la neerlandes­a Mariette Rissenbeek (directora ejecutiva), después de que el alemán Dieter Kosslick dirigiera el certamen durante 18 años.

El Oso de Plata a la mejor actriz fue para la alemana Paula Beer por Undine. Se la vio genuinamen­te sorprendid­a por ser la elegida. El Oso de Plata al mejor guión fue a parar a Italia, a los hermanos Fabio y Damiano D’innocenzo por Favolacce.

El jurado internacio­nal de los Osos quiso distinguir de algún modo a la controvert­ida película DAU. Natasha, de los directores rusos Ilya Khrzhanovs­kiy y Jekaterina Oertel, cuyas escenas de sexo explícito y tortura se rodaron sin guión previo, al albur de las intuicione­s de los propios actores. “Hemos discutido mucho sobre esta película, ha habido divisiones”, admitió Jeremy Irons al anunciar el Oso de Plata a la Destacada Contribuci­ón Artística para al alemán Jürgen Jürges por la cinematogr­afía de DAU. Natasha. Esta cinta –que forma parte de un amplio proyecto sobre el totalitari­smo con en principio 13 filmes– fue prohibida en Rusia con la acusación de difundir pornografí­a y propaganda.

La 70.ª edición de la Berlinale otorgó un galardón especial por tal motivo, que fue para Effacer l’historique, de Benoît Delépine y Gustave Kervern, comedia franco-belga sobre redes sociales. Irradiés, del franco-camboyano Rithy Panh, que concursaba en la competició­n oficial, ganó el premio al mejor documental, que otorga un jurado distinto.

La nueva dirección de la Berlinale creó la sección Encounters

para nuevos lenguajes, que tuvo sus propios premios. Otro jurado elige a la mejor ópera prima, premio que recayó en Los conductos,

del colombiano Camino Restrepo. El Oso de Oro al mejor corto fue para T, de la estadounid­ense Keiha Rae Witherspoo­n.

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TOBIAS SCHWARZ / AFP La actriz Baran Rasoulof alza el premio a su padre junto a Jeremy Irons, presidente del jurado

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