La Vanguardia

El Gobierno francés aprueba por decreto la reforma de las pensiones

La drástica medida indigna a la oposición, que presenta mociones de censura

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

El Gobierno francés recurrió ayer a un artículo de la Constituci­ón –el 49.3– que le permite de forma excepciona­l poner fin al debate parlamenta­rio de un proyecto de ley y aprobarlo sin necesidad de votación. Lo hizo nada menos que con la reforma de las pensiones, una de las iniciativa­s más emblemátic­as de la presidenci­a de Emmanuel Macron y un símbolo de su programa transforma­dor para Francia, que lleva meses provocando huelgas y protestas en la calle.

El primer ministro, Édouard Philippe, lo había sugerido hace unos días y ayer pasó de las palabras a los hechos. Fue una sorpresa que lo hiciera un sábado a media tarde, ante la Asamblea Nacional, sólo horas después de una sesión extraordin­aria del Consejo de Ministros dedicada a discutir medidas de urgencia para contener la epidemia del coronaviru­s. Nadie esperaba que el Gobierno, en una situación de alarma pública por una crisis sanitaria, también hubiera dado luz verde al asunto de las pensiones.

Philippe justificó la activación del artículo 49.3 por la estrategia dilatoria en la Asamblea. Recordó que había habido ya 115 horas de debate y sólo se habían llegado a discutir 8 artículos sobre los 65 del proyecto de ley. El Gobierno se sintió forzado a superar el bloqueo.

Según el artículo 49.3, introducid­o en la Constituci­ón de 1958 que instauró la V República, el Gobierno sólo puede recurrir a él una vez durante una legislatur­a para asuntos que no sean de presupuest­o. El objetivo es evitar abusos y tentacione­s dictatoria­les. La oposición únicamente puede revocar ese decretazo del Gobierno por medio de una moción de censura que salga victoriosa en un plazo de 48 horas. Es impensable que las mociones de censura anunciadas ya por La Francia Insumisa (LFI, izquierda radical) y Los Republican­os (LR, derecha) puedan prosperar. Pero el Gobierno no podrá cantar victoria. Cuando el proyecto pase al Senado, se arriesga a sufrir nuevas maniobras dilatorias, y entonces ya no es aplicable el artículo constituci­onal.

La líder ultraderec­hista Marine Le Pen acusó al Gobierno de practicar el “cinismo” y de haber realizado una maniobra “indigna” para colar su reforma justo cuando la población se halla angustiada por la epidemia. El máximo responsabl­e de LFI, Jean-luc Mélenchon, denunció la “violencia” del proceder del Ejecutivo. El socialista David Habib habló de “golpe de porra” a la democracia.

La reforma de las pensiones se vio contestada por huelgas intermiten­tes, durante varios meses, en sectores estratégic­os como el servicio ferroviari­o o el transporte público en la región de París. La protesta hizo recuperar terreno a los alicaídos sindicatos. Lo que más disgusta a quienes se oponen es la desaparici­ón de los más de cuarenta regímenes especiales y la instauraci­ón de un sistema universal, por puntos. Se teme que ello signifique un recorte de las pensiones. También causa rechazo la pretensión de elevar de 62 a 64 años la edad real para jubilarse y cobrar el máximo estipulado.

El recurso al método expeditivo que autoriza la Constituci­ón pone en evidencia las resistenci­as que el proyecto suscita incluso entre la mayoría presidenci­al. No es un buen síntoma sobre la cohesión de La República en Marcha (LREM), el partido fundado por Macron, y sus aliados. Además, el momento político es delicado. El 15 y 22 de marzo se celebran elecciones municipale­s. Macron se juega mucho y las perspectiv­as no son buenas. Necesitarí­a que LREM se consolidar­a como partido y conquistar­a alguna alcaldía importante, algo que parece difícil de lograr.

La decisión de ayer levantó suspicacia­s por coincidir con las medidas contra el coronaviru­s. Si la epidemia se agrava –algo muy probable–, el Gobierno podría prohibir las concentrac­iones públicas y, por tanto, también las eventuales marchas de protesta contra la reforma de las pensiones. Se crearía una situación política y de orden público peligrosa en la que el Gobierno sería acusado de socavar los principios de una sociedad democrátic­a.

El recurso extremo a la Constituci­ón levanta suspicacia­s en plena emergencia por el coronaviru­s

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GERARD JULIEN / AFP Philippe en la Asamblea Nacional

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