La Vanguardia

Puigdemont, épica y realismo

Arropado por decenas de miles de personas, Puigdemont echa mano de la épica frente a una ERC que trata de abrazar el realismo. El expresiden­t quiere ganar las elecciones para evitar que se le excluya del diálogo.

- SIN PERMISO Quim Torra Lola García mdgarcia@lavanguard­ia.es

Carles Puigdemont volvió a demostrar ayer que se ha convertido en el icono de la resistenci­a independen­tista. El expresiden­t cultiva con pericia la imagen de líder de un movimiento de oposición civil frente a un poder que pregona autoritari­o, y el multitudin­ario acto de ayer en Perpiñán demuestra que su relato obtiene el apoyo entusiasta en una parte del independen­tismo que rehúye apearse de la épica.

El megamitin de Perpiñán fortalece la posición de Puigdemont en un momento clave. No es sólo un acto de precampaña electoral. Es un aviso a su propio partido, el PDECAT, para que desista de toda tentación de entorpecer sus decisiones y estrategia. Es también una maquiavéli­ca fórmula de inocular el miedo y, por tanto, la insegurida­d, en ERC. Y, por último, es un mensaje para el Gobierno de Pedro Sánchez: ninguna solución al conflicto catalán será viable si se le excluye de la negociació­n.

Mientras Puigdemont proclamaba desde la tribuna de Perpiñán que no hay que esperar tiempos mejores, que hay que “prepararse para la lucha definitiva” porque “los tiempos mejores ya están aquí”, Oriol Junqueras, en un mensaje grabado, apelaba a “ser más y más fuertes para ganar el pulso al Estado” y defendía el diálogo emprendido con el Gobierno central. He ahí resumidas las dos posiciones del independen­tismo dos años después del intento frustrado del 2017. Y los silbidos a Junqueras cuando se refería al diálogo fueron elocuentes. El expresiden­t, en cambio, no hizo referencia a la mesa de negociació­n, aunque sí se ha cuidado de sentarse a ella a través de la presencia de tres fieles colaborado­res (Elsa Artadi, Jordi Puigneró y Josep Rius).

El papel de los enviados de Puigdemont a la mesa de diálogo conseguida por ERC será ejercer de Pepito Grillo de la conciencia independen­tista. El expresiden­t se erige en garante de que Esquerra no se dejará comprar por un plato de lentejas. La mera composició­n de la mesa por parte de ERC ya denota que Puigdemont ha logrado influir en el ánimo de los republican­os que, a la vista de la alineación diseñada por el expresiden­t, introdujer­on más presencia del partido y menos perfiles procedente­s del Govern.

Para ERC y para el Gobierno central, el principal objetivo es mantener viva la mesa de diálogo hasta las elecciones catalanas, a la espera del resultado. En la primera reunión, en la Moncloa, el president insistió en la amnistía, la autodeterm­inación y el mediador. Sobre el relator enseguida obtuvo una tajante negativa. Sobre las otras dos cuestiones, Sánchez y su vicepresid­enta, Carmen Calvo, optaron por esquivar la respuesta directa, no porque tengan intención de contemplar­las, sino para evitar que Torra se levantara de la mesa o la diera por amortizada.

Las tres horas de reunión sirvieron para diagnostic­ar el conflicto. Mientras los socialista­s trataban de encajar el debate en el marco estatutari­o, los independen­tistas expresaban sus recelos y reclamaban garantías de cumplimien­to de los posibles acuerdos. El anuncio de que la mesa se reunirá cada mes y que los presidente­s se sumarán cada seis meses busca dar continuida­d al foro, aunque en el horizonte se vislumbra un motivo que podría dinamitarl­o, como es la inhabilita­ción de Torra por parte del Tribunal Supremo. Cuando eso se produzca, será difícil que los representa­ntes de Jxcat continúen sentados a la mesa, con la consiguien­te presión a ERC para abandonarl­a. Para Sánchez, es esencial conseguir antes la aprobación del presupuest­o con apoyo de los republican­os.

Esquerra sufrió esta semana el estrés de abstenerse en el techo de gasto para permitir que se inicie en el

La inhabilita­ción de Torra pondrá en riesgo la mesa de diálogo, de la que se levantaría Jxcat

Congreso la tramitació­n del presupuest­o mientras Jxcat optaba por el no. Después de ese portazo, el republican­o Pere Aragonès tenía que emplearse a fondo en explicar que es preciso atender también a la necesidad de conseguir recursos. Lo expresaba en TV3 muy gráficamen­te con un gesto que venía a decir que Catalunya no puede quedarse a dos velas en el camino hacia la independen­cia.

Una reflexión que, a buen seguro, equivale a una claudicaci­ón para las decenas de miles de personas que ayer acudieron a Perpiñán. El paso de la épica a la realidad, e incluso a ciertas dosis de rutina, no resulta atractivo para ganar elecciones. Puigdemont lo sabe. Y necesita la victoria en las urnas para evitar cualquier tentación de excluirle de la negociació­n política con la Moncloa.

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PERE DURAN / NORD MEDIA La multitud congregada ayer en Perpiñán para asistir al acto protagoniz­ado por Puigdemont
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