Contra el virus del miedo
El coronavirus Covid-19 no está solo. Lleva asociado el virus del miedo. Las bolsas mundiales son el máximo exponente de ello, ya que esta semana han registrado caídas superiores al 12%, que son las peores que se producen desde el inicio de la última gran crisis económica en el 2007. La expansión de las infecciones, que han afectado ya puntualmente a ciudadanos de sesenta países, aumenta el temor de que se produzca una pandemia. La Organización Mundial de la Salud calificó el viernes el nivel de riesgo de muy elevado. Hasta el momento se han detectado más de 85.000 casos en todo el mundo y más de 2.900 muertos, la mayoría en China. Los otros focos principales son Corea del Sur, Irán e Italia.
La mayor parte de los infectados por el Covid-19 supera sin problemas en una o dos semanas el síndrome gripal que provoca. En un reducido porcentaje de casos degenera en neumonía y puede llegar a poner en peligro la vida. La tasa de mortalidad, sin embargo, es relativamente baja y afecta principalmente a personas que ya padecen algún tipo de patología previa. El objetivo de las autoridades sanitarias, pese a ello, es contener la expansión del nuevo coronavirus y reducir su incidencia al mínimo para evitar que se cronifique entre la población o bien que pueda mutar en otras versiones más peligrosas, ya que todavía se conoce poco de él tanto científica como médicamente.
Las draconianas medidas adoptadas por las autoridades de algunos países para frenar la expansión del coronavirus, como las masivas cuarentenas aplicadas en China e Italia, la prohibición de celebrar actos multitudinarios en la propia Italia, en Francia y en Suiza, el cierre de las fronteras orientales de Rusia, así como la generalización de los controles de temperatura en aeropuertos y estaciones de numerosos lugares, han incrementado la preocupación mundial y generado mucha incertidumbre sobre si se ha dicho toda la verdad en torno al Covid-19. La intensa caída de las bolsas esta semana refleja el impacto en la actividad económica de la situación creada, así como el temor de que una posible pandemia con la progresiva adopción de masivas cuarentenas pudiera provocar una recesión mundial. El miedo a lo desconocido ha multiplicado las órdenes de venta de acciones para buscar refugios más seguros.
Pero hay otros hechos que reflejan también la propagación del virus del miedo. Primero fue la suspensión del Mobile World Congress en Barcelona y ahora son muchos los actos que se suspenden. Entre ellos, el Salón de Relojería de Basilea, el Salón del Automóvil de Ginebra, el Salón Internacional de Turismo de Berlín o el maratón y la feria agraria de París, mientras que las dudas se ciernen sobre los Juegos Olímpicos de Tokio en julio, al tiempo que en el mismo Japón se ha decretado el cierre de grandes parques de atracciones y de los colegios. Existe el riesgo, por tanto, de que el virus del miedo provoque daños colaterales en la economía mundial que compliquen los del propio Covid-19. En realidad, ya se da por hecho que el crecimiento económico será menor del inicialmente previsto, como consecuencia principalmente de la desaceleración que sufrirá China, de los cortes en las cadenas de suministro internacionales, de las anulaciones en el sector turístico y del transporte aéreo, así como del descenso del consumo y las inversiones por la incertidumbre existente.
Es evidente que los gobiernos y los ciudadanos han de tomar precauciones frente a posibles riesgos, como son los del coronavirus Covid-19, pero asimismo hay que protegerse del virus del miedo, que también puede ser peligroso en la medida que puede inducir reacciones y actuaciones menos racionales de lo que debieran. Como ha dicho el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, hay que tomar las medidas adecuadas para contener el Covid-19, pero sin dejarse llevar por el pánico. Ello exige, sin embargo, la máxima transparencia e información para todos.
El Covid-19 y las medidas para contenerlo afectan al crecimiento económico mundial