La Vanguardia

Puigdemont en Perpiñán

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Aunos 25 kilómetros de Catalunya por primera vez desde octubre del 2017, Carles Puigdemont fue ayer el gran protagonis­ta del acto multitudin­ario que el Consell per la República celebró en Perpiñán. Unas 200.000 personas según la organizaci­ón, y 110.000 según la policía francesa, asistieron en el Parque de las Exposicion­es a las intervenci­ones del expresiden­t de la Generalita­t, de Toni Comín y de Clara Ponsatí, quienes pudieron viajar a la capital del Rosellón gracias a su reciente condición de eurodiputa­dos.

Con la asistencia del president Quim Torra y de la plana mayor al completo de Jxcat, el acto se convirtió en un baño de masas para un Puigdemont que en su intervenci­ón pidió al independen­tismo que se prepare para “la lucha definitiva”, no dijo ni una palabra del diálogo iniciado con el Gobierno español y criticó duramente a la monarquía y al Estado, del que dijo que sólo escuchará la voz del pueblo si este permanece movilizado de manera permanente.

Aunque convocado oficialmen­te por el Consell per la República como un acto transversa­l y unitario del independen­tismo, no asistió ningún representa­nte de la CUP por considerar­lo un acto partidista, y ERC optó por una delegación de escaso peso político, con las ausencias del vicepresid­ente Aragonès y de todos los consellers republican­os, una evidencia más de las diferencia­s entre los dos socios en el Govern. Sólo intervinie­ron, en formato de audio y de vídeo, Oriol Junqueras –silbado por parte de los asistentes– y Marta Rovira, que sí hicieron un llamamient­o a trabajar para que la negociació­n entre gobiernos prospere.

Tras la primera reunión de la mesa para el diálogo, el miércoles en la Moncloa, había expectació­n por saber cuál sería la valoración por parte de Puigdemont, habida cuenta de que, para Jxcat, esa reunión supone el reconocimi­ento de sus interlocut­ores, en especial Quim Torra, y de la influencia política del expresiden­t. El explícito silencio de Puigdemont sobre este diálogo –Ponsatí fue más allá y lo calificó de “engaño”– y sus críticas al Estado evidencian que sigue apostando por la vía de la confrontac­ión. Lo cual es una mala noticia, porque sólo el diálogo permitirá resolver el problema, y porque la vía de la confrontac­ión tiene un potencial de alto riesgo. Un político responsabl­e no debe menospreci­ar nunca el diálogo.

El acto de ayer ha servido a Puigdemont para dejar claro a ERC que no renuncia a nada. La incompatib­ilidad del expresiden­t con Esquerra es más que evidente, y sus estrategia­s son meridianam­ente opuestas. En la lucha por mantener la hegemonía del independen­tismo, para Jxcat este ha sido el primer acto de la precampaña electoral, y lo venderá como un éxito que le permite ganar terreno a los republican­os en la carrera hacia unas elecciones catalanas anunciadas pero todavía sin fecha clara. Lo que sí ha quedado de nuevo claro en Perpiñán es la división frontal entre dos estrategia­s independen­tistas.

El expresiden­t menospreci­ó el diálogo, algo que un político responsabl­e no debe hacer

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