Aislamiento y cuarentena no son lo mismo
Aislamiento y cuarentena son dos medidas de prevención empleadas ocasionalmente frente a determinadas enfermedades infecciosas. El aislamiento supone que personas diagnosticadas de una infección concreta, que es transmisible (contagiosa), se separan (aíslan) del resto de la población que no está enferma. La cuarentena es la separación y restricción de movimientos de personas que han estado expuestas potencialmente a una enfermedad infecciosa concreta, para asegurarse que en caso de enfermar se reduzca el riesgo de que puedan infectar a otras. Ambos términos son técnicamente distintos, pero en ocasiones, especialmente en la comunicación con el público durante una epidemia, se emplean indistintamente. Constituyen parte de las denominadas genéricamente medidas de distanciamiento social.
En esta epidemia de Covid-19 vemos cómo se aísla a pacientes individuales en aquellos países en los que la transmisión no es aún sostenida ni autóctona, como España. En China, con una transmisión muy importante y sostenida, se han empleado medidas de cuarentena extraordinarias en ciudades enteras que han afectado a millones de personas.
La palabra cuarentena tiene su origen en Venecia. No se empleó de modo generalizado hasta el siglo XIV, durante las diversas epidemias de peste que asolaron Europa, tratando de garantizar que los barcos que llegaban a Italia desde zonas infectadas no fuesen portadores de la denominada muerte negra. Para ello se los mantenía anclados en zonas específicas separadas de los puertos. Inicialmente este periodo duraba 30 días (trentino), pero se extendió hasta los 40 días (quarantino), dado que Hipócrates sugería que 40 días eran los que separaban las enfermedades agudas (infecciones) de las crónicas.
Para poder emplear esta medida es necesario efectuar un cuidadoso análisis de sus posibles beneficios. La información y la comunicación son esenciales: la gente en cuarentena tiene que entender la situación. Sus necesidades deben ser previstas y cubiertas. La duración de la cuarentena debe ser la más corta posible y no debe ser modificada salvo por circunstancias excepcionales. Los efectos adversos de la cuarentena y el aislamiento se deben básicamente a la imposición de una restricción de nuestras libertades. Si la cuarentena o el aislamiento son voluntarios (y por ello, altruistas), se producen menos problemas durante la misma y menos complicaciones a largo plazo.