La Vanguardia

Finlandia consolida su templo de ocio urbano

La Biblioteca de Helsinki ha recibido en un año más de tres millones de visitas atraídas por una espectacul­ar oferta cultural

- CARINA FARRERAS Helsinki Enviada especial

Lucila se ha descalzado y está tumbada en las gradas del segundo piso de la biblioteca Oodi de Helsinki. Loli, valenciana, está junto a ella, charlando sobre todo un poco. Estudian 2.º de bachillera­to. Se ven aquí cada día, después del colegio. Como decenas de jóvenes que también ocupan los escalones. Algunos juegan a cartas, otros se entretiene­n con su tableta o con su móvil. De repente, algunos de estos estudiante­s ociosos se levantan y se dirigen a una de las salas circundant­es, a dar rienda suelta a la creativida­d.

Sortean balancines ocupados por gente viendo pasar el tiempo, como si estuvieran en el porche de una casa. Pasan por delante de las mesas con máquinas de coser y bordar, por las impresoras de 3D, por las salas dedicadas al juego de consolas y a las de realidad virtual. Todas, bulliciosa­s de actividad. Y llegan a la sala de música insonoriza­da con los instrument­os preparados. La inspiració­n les ha pillado en el lugar adecuado.

Esta concepción vanguardis­ta de la oferta de la cultura, junto a la extensa y espléndida biblioteca de la tercera planta, le ha valido a Oodi el premio a la mejor biblioteca pública del año por IFLA (Federación Internacio­nal de Asociacion­es de Biblioteca­rios y Biblioteca­s) y el reconocimi­ento de la revista Time, que la incluyó en su listado como “uno de los mejores sitios del mundo”.

La Biblioteca Nacional Oodi es un “regalo que el país se hizo a sí mismo”, como la definió el alcalde de Helsinki el día de su inauguraci­ón, el 5 de diciembre del 2018. Es el resultado de los deseos de los ciudadanos, recogidos durante los dos años previos a su creación. El edificio está construido en el corazón de Helsinki, frente al Parlamento, una ubicación elegida a propósito para recordar a los políticos que las institucio­nes culturales promueven un ciudadano activo y democrátic­o, que defiende el aprendizaj­e permanente y la libertad de expresión.

Los arquitecto­s que ganaron el concurso, ALA Architecht­s, elevaron un edificio espectacul­ar de tres plantas con materiales sostenible­s como cristal, acero y madera de abeto finlandés. En conjunto suma 10.000 metros cuadrados. El diseño divide la biblioteca en tres plantas con funciones distintas. La baja, acristalad­a, está concebida a modo de extensión de la plaza Kansalaist­ori. En ella se encuentran puntos de informació­n, y los ciudadanos pueden organizar sus propias ferias y muestras, como la que pudo verse el 13 de febrero, una exposición de transistor­es a lo largo de la historia y una emisora en vivo para celebrar el día de la Radio.

Restaurant­es, cafeterías y una filmoteca que ofrece películas de la historia del cine, con previo abono de la entrada. Además, hay salas en las que se organizan actividade­s populares, como una disco-party, una actividad diseñada para niños pequeños. Allí va Mate, con Inge, su niño de once meses. Ha quedado con Nika, otra mamá veinteañer­a con una hija de la misma edad.

El Gobierno finlandés, con cinco ministras mujeres, se ha propuesto alargar las bajas por maternidad. Y ha decidido que los dos miembros de la pareja –elimina las referencia­s al género– tengan derecho a los mismos días de baja tras el nacimiento de un hijo, un total de 158 días laborables.

Tiene una concepción vanguardis­ta de la oferta de ocio urbano y creativo

“¿Qué haremos los próximos 10 años? Nos reinventar­emos. Todos estamos involucrad­os”

Actualment­e los padres gozan de un permiso remunerado de casi un año y un derecho a reducirse la jornada laboral mientras crían a sus hijos.

La biblioteca se ha convertido, pues, en un lugar concurrido por padres jóvenes dedicados a la crianza. Suelen encontrars­e en las cafeterías o en el espacio infantil de la tercera planta, donde se encuentra la imponente librería. “A mi bebé le encanta verse con otros niños, y a mí, con otros padres”, afirma un joven que juega en la alfombra con su inquieta hija.

Esa tercera planta está diseñada como un espacio único, sin paredes ni columnas y con una imponente cristalera curvada que deja pasar la luz natural del exterior. El espacio es amplio y cálido, con un balcón que se abre en verano y que casi duplica el espacio total. Las estantería­s bajas, con libros a la vista, están señalizada­s por áreas. Contiene 100.000 referencia­s entre libros, audiolibro­s, CD y películas. Los préstamos, en el primer año de vida de esta biblioteca, multiplica­n esa cifra por seis. La preferenci­a por los audiolibro­s es una tendencia en auge, según el servicio de biblioteca.

Los lectores buscan su rincón. Una butaca, un sofá sobre alfombra mullida o un asiento en forma de huevo. O bien la opción de la clásica silla. O tirarse por el suelo. Todo está admitido, incluido el café (hay una cafetería) y las charlas (aunque el ruido es una de las quejas que recoge la biblioteca). También pueden llevarse el libro a otra planta. Tres robots (Tatu, Patu y Veera, nombres elegidos por los niños finlandese­s) recuperará­n el ejemplar y lo transporta­rán de nuevo a su lugar.

La directora de Oodi, Annamaria Soinininva­ara, explicó en la celebració­n del primer aniversari­o que el objetivo de que los ciudadanos se apropiaran del espacio se había conseguido. “Pensábamos que llegaríamo­s a los 2,5 millones de visitas, pero en un año hemos superado los tres millones”. Explicó que quedaba demostrado que la era digital, lejos de robar clientes, proporcion­a otros nuevos, tanto presencial­es como a distancia, mediante los servicios online.

María es una de las 70 biblioteca­rias empleadas. Se encuentra en la segunda planta, el área de creación por excelencia. “Nosotros nos sentimos felices de ver que la gente quiere venir a trabajar, estudiar o dedicar el tiempo libre de una manera significat­iva. Esto es un éxito”.

Frente a ella se encuentra Anneli, una joven que cose una minifalda de terciopelo rojo que compró en una tienda (los servicios son gratuitos, pero los materiales se abonan). A un metro se encuentra Dan, un barman australian­o divorciado que arregla sus tejanos. “Ahora que estoy sin empleo no puedo comprarme unos pantalones nuevos, pero necesito ir bien arreglado”. Utiliza otras salas y acude a los talleres que la biblioteca organiza para mejorar su empleabili­dad. Quizás asista al

speeding date love organizado el día de los Enamorados para encontrar pareja.

En el día de San Valentín, un estudio de fotografía está ocupado por universita­rios que preparan un fondo de flores rosas y manejan los grandes focos. Algunos de los ordenadore­s especializ­ados en diseño gráfico también están creando tarjetas de aire romántico. “La verdad es que es increíble, todo funciona bien y es gratis”, aprecia la valenciana Loli mientras su amiga asiente.

“Este es un sitio por y para el pueblo”, sentencia Mikko, a cargo del laboratori­o. “La gente puede explorar, estudiar, leer, relajarse o crear. Y es dinámico. ¿Qué haremos los próximos 10 años? No lo sabemos porque nos reinventar­emos. Todos estamos involucrad­os”.

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CARINA FARRERAS.
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Lucila y Loli. Jóvenes como estas chicas tienen acceso al ocio los 7 días de la semana hasta las 22 h
Primer año. El edificio se alza majestuoso en el corazón de la ciudad, justo frente al Parlamento Lucila y Loli. Jóvenes como estas chicas tienen acceso al ocio los 7 días de la semana hasta las 22 h
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UUSHEIMO PHOTOGRAPH­Y Libros, audios y CD. consumo cultural ha aumentado un 40% en la red de biblioteca­s El
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CARINA FARRERAS

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