La Vanguardia

Narradores de la verdad

- Juan José Omella J.J. OMELLA, cardenal arzobispo de Barcelona

La Palabra de Dios, encarnada en Jesús, hace más de dos mil años que ayuda a edificar nuestro mundo. Es un mensaje de alegría, ya que como nos dice el papa Francisco “Dios está cerca” y “vino a visitarnos en persona”. Dios “desea estar con nosotros, darnos la belleza de vivir, la paz del corazón, la alegría de ser perdonados y sentirnos amados”. El Papa nos ha dejado una preciosa definición de esta Palabra cuando se refiere a ella como “la carta de amor que [Dios] escribió para ti”. Esta Palabra tiene poder para “cambiar la vida; hace pasar de la oscuridad a la luz”. (homilía del papa Francisco en la Santa Misa del Domingo de la Palabra, 26 de enero del 2020).

Una Palabra, pues, que comunica con lo más profundo del alma y que despierta nuestros sentidos espiritual­es.

Mensajes que, como afirma el papa, “nos pueden ayudar a entender y a decir quiénes somos”, porque “el hombre es un ser narrador” que necesita “revestirse de historias para custodiar su propia vida”. (Mensaje del papa Francisco para la 54.ª Jornada Mundial de las Comunicaci­ones Sociales que tendrá lugar el próximo 24 de mayo).

La Palabra de Dios nos anima, nos edifica y nos fortalece. Es un reto, pues, que nuestras palabras traten de animar, edificar y fortalecer a las personas que nos rodean. ¿Qué podemos hacer para que nuestras palabras avancen por el camino de la verdad, de la bondad y de la belleza? El trabajo de los profesiona­les de la comunicaci­ón es primordial. Narrar una historia, lo que sucede, es una profesión bella. Pero, a la vez, es una profesión exigente: los relatos pueden animar o herir, pueden ayudar o hundir, pueden unir o dividir, pueden construir o destruir. La palabra es el bisturí que disecciona la realidad y debe ser usada con precisión y destreza, buscando siempre el bien y la verdad.

Trabajar en el ámbito de la comunicaci­ón exige estar muy atento y no dejarse engañar por el “príncipe de la mentira”, que siempre está al acecho. Comunicar la verdad, la bondad y la belleza debería ser el principal estímulo y objetivo de los comunicado­res.

En un reciente encuentro con distintos periodista­s de Barcelona con motivo de la celebració­n de su patrón, San Francisco de Sales, pude constatar que la motivación de los profesiona­les de la comunicaci­ón era precisamen­te esa: contar la verdad. Vivimos en un mundo en que la tecnología marca el ritmo de nuestras vidas; la velocidad se distingue como un valor.

En este mundo acelerado, hay que encontrar el espacio para poder ofrecer informació­n fidedigna y veraz. Necesitamo­s personas que puedan dar fe de lo que sucede.

Animo a todos, ya sean profesiona­les de la comunicaci­ón o no, a decir siempre la verdad y a generar noticias fidedignas. Fidedigno, del latín fides y dignus, significa digno de fe, de confianza. Seamos dignos de fe y confianza con nuestras palabras. ¡Promovamos fidei news y acabemos con las fake news!

Queridos hermanos y hermanas, que la fe y la confianza que genera el mensaje de Jesucristo nos ayude a caminar hacia la verdad, nos dé fuerza y nos reconforte siempre.

Animo a los profesiona­les de la comunicaci­ón y a los que no lo son a decir la verdad y a generar noticias fidedignas

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