Sopa de agua
Sopa de Cabra rompe un silencio de cinco años con ‘La gran onada’
La génesis del esperado nuevo álbum de Sopa de Cabra ha sido larga y enrevesada, vamos, como el propio devenir de la icónica banda. Ha transcurrido ya un lustro de su anterior álbum de estudio, Cercles, y unos cuantos años más de su desaparición de la escena musical, de su paulatino regreso y de su definitivo reenganche en el circuito musical.
Y ahora –anteayer– han alumbrado La gran onada
(Promo Arts Music Records), obra de diez temas compuestos por Gerard Quintana en la faceta literaria y por Josep Thió en la musical, con producción de este último. Una obra que tiene el mar como escenario general más o menos temático –comenzando por la propia portada–, y en el que el agua es el centro temático como elemento transformador; la ola del título vendría a ser como un símbolo del cambio, de que algo grande va a suceder. “La gran ola para mí es lo que desencadena el momento del cambio: cientos de millones de personas van a tener que abandonar en los próximos decenios sus lugares donde viven a causa del cambio climático”, reflexiona Quintana.
El proceso de concepción y producción del nuevo disco –que estrenarán el 14 de marzo en el Hivernacle del Poble Espanyol dentro del Cruïlla de Primavera– vino determinado por que la gira de su anteriormente mencionado Cercles se prolongó durante tres años.
“Podríamos haber sacado este nuevo álbum la primavera pasada o en septiembre, pero lo hemos ido prolongando porque el trabajado se ha ido prolongando, ya que, por ejemplo, hemos pasado por seis estudios de grabación... Es uno de los problemas que te da el tiempo cuando lo tienes, que da oportunidad para pensar, para dudar, para probar, para replantear”, explica Gerard Quintana, “y hasta para remezclar, como hicimos hace muy poco con algún tema”, añade por su parte el bajista de la banda, Francesc Cuco Lisicic.
El resultado final ha ido, pues, variando desde que se pensaron los temas inicialmente hasta que han quedado finalmente plasmados. Y con resultados positivos en muchos aspectos, o eso al menos opina el vocalista de la banda de Girona: “A diferencia de Cercles, este disco nos va a ser mucho más fácil de tocar en directo. Hay un poco de síntesis en relación con trabajos anteriores, en el sentido de que mucho menos es más”, sintetiza.
Es el propio Quintana quien valora el contenido de la flamante obra. “Yo tenía clara una idea y un concepto, y a partir de allí se fue tejiendo. Fràgil se mueve en una tensión melódica; Farem que surti el sol se aparta de nuestros ritmos habituales pero que es muy sereno; La llibertat es un tema que se hace grande, ingrávido incluso gracias también al trabajo de David Soler en el pedal steel; Em trenques el cor, que es la que más conecta con aquellos Sopa que venían del rock; La gran onada es la última que hice para que me ayudase a dar una mirada general al álbum; Fronteres es la única canción donde hay una colaboración de igual a igual con la cantante Núria Moliner; Deien adéu, con un regusto a pop de los 80 que me ayudó a jugar con la metáfora; En blanc, la más intimista del disco, es como un paréntesis sonoro de la obra y permite hablar desde otro registro de esa idea de fragilidad; Entendre l’amor, unos Sopa muy reconocibles, casi springsteenianos en su mirada la rock, y Tant se val, una balada sencilla, bastante cruda, no diría que es un canción de aceptación sino de conciencia , de entender que quizás no vamos a cambiar el mundo como pensábamos sino que quizás se trate sólo de hacer contrapeso”.
El sonido resultante es diferente, o eso cree Lisicic cuando asegura que “Josep [Thió] ha procurado no repetir esquemas, hacer canciones que no hemos hecho antes. Creo que vamos evolucionando”. “No somos inmunes a los sonidos de ahora pero de una forma no impostada, sino natural; Farem que surti el sol no se entendería sin José González”, puntualiza Quintana.