Al grano desde el súper
Enric Batlle, consejero delegado y director general de Nomen Foods
Batlle se propone dar un gran salto con los platos preparados, el canal horeca y el auge de la exportación
PROPIEDAD DE ARROSSAIRES DEL DELTA DE L’EBRE (90%) Y LOS SOCIOS
FACTURACIÓN DE 32 MILLONES
EXPORTACIÓN DEL 32% DE LAS VENTAS
BENEFICIO BRUTO DE 2 MILLONES
70 TRABAJADORES
AEnric Batlle (Torroella de Montgrí, 1961) le gustan los extremos, los mismos que le obligan cada semana a desplazarse desde el maravilloso cabo de Creus, donde tiene su casa, hasta la preciosa desembocadura del Ebro. Allí, 300 kilómetros más abajo, trabaja como consejero delegado y director general de Nomen Foods, la empresa propiedad de la cooperativa Arrossaires del Delta de l’ebre que le fichó en marzo del 2015 para dar un buen impulso al negocio.
Batlle, hijo de payeses del Empordà, llegó al puesto avalado por su gestión de varias décadas en empresas del sector de la distribución. Tras licenciarse como arquitecto técnico creyendo seguir su vocación, Batlle concluyó que debía virar hacia el mundo de la empresa después de colaborar, algunos veranos, en la llevanza de la contabilidad en campings y establecimientos hoteleros en l’escala. Hizo Empresariales y en 1988 fichó por Valvi.
Se ganó enseguida la confianza de sus jefes, que, a pesar de su juventud, le promocionaron de responsable de compras de droguería y perfumería a director comercial en unos meses. Y, al año, sin haber cumplido los 30, ya era director general. “Fue una época de fuerte expansión en la que abríamos cuatro supermercados al mes y en la que el sector se transformó de arriba abajo con nuevos formatos”, recuerda.
Los hípers franceses empezaron a arrasar y Valvi se unió a Corsabe y Coaliment para formar HD Covalco, un holding que nunca funcionó. En 1995, Batlle pasó a Carrefour, donde fue director de marketing en España con la misión de aportar su conocimiento en los supermercados pequeños y de barrio. Allí vivió en primera línea otra fusión, la de este grupo con Continente. También aprendió las normas y los estilos de las multinacionales. “Yo ya estaba casado y tenía dos hijos. Me ofrecieron irme de director a China y dije que no. Cuando en estas empresas dices que no, no lo entienden...”, añade.
El periplo de Batlle por el mundo de la distribución se completa con Cealco, una central de compras del sector auxiliar de la construcción; Caprabo, donde fue el director general de operaciones hasta poco después de la venta a Eroski; y Disbesa, una empresa que le permitió conocer la distribución al canal de la hostelería.
“Con este bagaje, me llamaron de Nomen y no lo dudé: se trataba de una compañía en una situación muy complicada, que había que enderezar, pero que tenía muchas posibilidades”. La cooperativa había comprado a la arrocera SOS la marca Nomen en el 2012 por 30 millones de euros más cerca de 6 millones en materiales y maquinaria. Con una producción de 40 millones de kilos al año y capacidad para procesar hasta 120 millones de kilos en sus instalaciones, Nomen podía dar mucho más de sí. Y lo necesitaba como el comer: la deuda obligaba –y sigue obligando– a ganar en eficiencia y crecer para sobrevivir.
“Hacía falta mucha gestión. Me pasé los dos primeros años poniendo orden”, asegura Batlle. Las ventas con la marca Nomen representaban sólo el 43% de la facturación. Se exportaba mucho a granel, sin apenas margen, y la presencia en la gran distribución dejaba mucho que desear. En el plano corporativo, la estructura de cooperativa limitaba las posibilidades de llegar a acuerdos o alianzas con terceros. Y era poco práctica. Así que se creó una sociedad limitada en la que la cooperativa tiene el 90% del capital y el resto está en manos de los socios. Ahora, el reto es crecer. “Nomen debe duplicar o triplicar las ventas en los próximos años”, avisa Batlle, gran aficionado a la náutica. ¿Cómo? Su hoja de navegación tiene tres coordenadas: la comida preparada, la internacionalización de la marca y el canal horeca. Las velas están desplegadas. Ahora comienza la travesía más difícil.