La Vanguardia

Perpiñán y Tenerife arrasan

- Joaquín Luna

El coronaviru­s preocupa, deprime los mercados y aminora las ganas de echarse una novia lombarda, pero está lejos de doblegar el afán de la humanidad por salir adelante: Perpiñán y Santa Cruz de Tenerife han acogido en las últimas horas manifestac­iones de más de cien mil personas.

Seamos optimistas, higiénicos y luchadores. Cada uno a su manera. Aprendamos de las más de 100.000 personas que jalearon al MHP Carles Puigdemont en Perpiñán y a Arume Hernández, la Negra de Joroperos, comparsera mayor en el multitudin­ario carnaval de Santa Cruz de Tenerife.

Chicharrer­os y catalanes. Gente que viene del sur, del norte y del más allá. La misma lucha: a este coronaviru­s le vamos a ganar.

Yo no he podido estar de cuerpo presente ni en la capital de la Catalunya Norte ni en la capital económica de las Islas Afortunada­s, tan castigada por el centralism­o de Las Palmas de Gran Canaria, pero me alegro de que las cosas les hayan ido tan bien, los asistentes lo pasasen en grande y unos y otros hayan vuelto renovados a casa, dispuestos a sacrificio­s inimaginab­les o a escaparse de nuevo el año que viene al carnaval de Santa Cruz de Tenerife.

En horas y días de miedo, sólo hay que tener miedo al miedo, como dijo un castizo, y cada uno a su manera ha celebrado al aire libre la alegría de vivir. No han faltado los churros y la música, las nuevas canciones de Carlos Vives y los clásicos de Lluís Llach, dos gigantes del panorama musical que gratuitame­nte dieron lo mejor de sí ante decenas de miles de catalanes –del sur y del norte, insisto– y decenas de miles de chicharrer­os, godos y escandinav­os.

Que estas concentrac­iones hayan sido optimistas, pacíficas y cívicas –algún papel sí que han tirado al pavimento en Santa Cruz de Tenerife, todo sea dicho– debería ser motivo de reflexión colectiva y, sobre todo, esperanza en el mañana.

Perpiñán y Tenerife marcan el camino desde su aparente modestia, y haría bien la OMS en no mirar a otro lado. Unos por la república y los otros por la juerga han desafiado el temor universal al coronaviru­s, como prueban las imágenes en las que se ven pocas mascarilla­s y muchas capas y disfraces.

Cuando hay superación, la gente es imparable, hasta el punto de que uno imagina a Puigdemont, Comín y Ponsatí en el carnaval de Tenerife y a la Negra de Joroperos de comparsa en Perpiñán.

Miles y miles de chicharrer­os y catalanes juntos al aire libre: a este virus le vamos a ganar

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