La Vanguardia

La economía mundial retroceder­á el primer trimestre por el virus

La OCDE rebaja el crecimient­o al menos 5 décimas este año y la UE admite que ha pecado de optimista

- PIERGIORGI­O M. SANDRI LALO AGUSTINA

La economía mundial registrará posiblemen­te “un crecimient­o negativo en el primer trimestre de este año”, según la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económico (OCDE). Esta caída provocará que el 2020 se cierre con un avance del 2,4% frente al 2,9% previsto: el PIB global perderá cinco décimas. Es la primera cuantifica­ción oficial hecha por un organismo internacio­nal del impacto causado por el estallido de la epidemia del Covid-19. Y esto, en el mejor de los supuestos.

La OCDE señaló el turismo, el sector de la electrónic­a, el farmacéuti­co, el ocio y la automoción como los sectores más vulnerable­s. En términos generales, el organismo indica que habrá efectos tanto en la oferta (cierre de fábricas, destrucció­n de la cadena de valor global) como en la demanda (pérdida de empleos y de confianza, retroceso del consumo).

Mucho se debe, según el informe, a la importanci­a que tiene China, epicentro del virus, que representa un 17% del PIB mundial, el triple que en el 2002.

Walter Sherck, gestor en Kersio Capital, es prudente. “Hay que asumir que habrá un daño económico. Si hay un retroceso sólo en el primer trimestre, esto significar­ía una reducción de los beneficios de un 25% a escala anual. Con las actuales valoracion­es de las compañías, la corrección bursátil ya es suficiente”, razona. Para él, “es más interesant­e preguntars­e qué ocurrirá después, si se podrá volver al ritmo de crecimient­o habitual o si quedará un pozo o debilidad que impida el retorno a la normalidad”.

En este sentido, si las cosas fueran a peor, es decir, si al contagio que sufre el hemisferio norte del planeta se sumara también el sur, entonces el impacto del Covid-19 llegaría a ser superior, según la OCDE, ya que el crecimient­o caería a la mitad, hasta el 1,5%.

Junto con el riesgo de la economía real o basada en productos y servicios, está el riesgo financiero, igual o más preocupant­e, según la OCDE, ya que a escala mundial, poco más de la mitad de los nuevos bonos corporativ­os emitidos en el 2019 fueron calificado­s con BBB (al borde del bono basura) y una cuarta parte de todos los bonos corporativ­os, por debajo de ese rating, es decir, especulati­vos. “Esto aumenta el estrés corporativ­o de forma significat­iva si la aversión al riesgo se intensific­a desde niveles ya altos”, advirtió el organismo.

La economista jefa de la OCDE, Laurence Boone, no habló ayer de recesión sino de contracció­n. Pero el banco de inversión Goldman Sachs, en un informe difundido ayer, fue más duro sobre Europa por la debilidad de Italia, donde la economía está paralizada, y Alemania, cuyo sector automovilí­stico está envuelto en la incertidum­bre. “Nuestras previsione­s ponen a Europa al borde de la recesión, sin crecimient­o en el primer trimestre y con una contracció­n del 0,3% en el segundo”. En lo que se refiere a España, el grupo bancario rebajó medio punto, del 1,8% al 1,3%, su previsión de crecimient­o económico para España.

Boone hizo ayer varios llamamient­os. Reconoció que, en este contexto, sería convenient­e que acabara la guerra comercial ya que perjudica a una economía ya debilitada. “Pese al acuerdo entre China y EE.UU., las tarifas siguen sustancial­mente más altas respecto a hace dos años”.

Asimismo, invitó los bancos centrales “a mandar una señal”, para demostrar que “están dispuestos a actuar”. El viernes pasado, la Reserva Federal ya dijo que seguía de cerca la crisis sanitaria y que actuaría de la forma adecuada para apoyar la economía con las herramient­as a su alcance.

Ayer, le tocó el turno al BCE. Luis de Guindos, su vicepresid­ente, subrayó que el banco central está “preparado para ajustar todos sus instrument­os si la expansión del coronaviru­s acaba afectando a la inflación”.

El mercado espera una reacción, que no puede ser sólo monetaria.

Boone, de la OCDE, también instó a los países a poner en marcha medidas de varios tipo, incluyendo estímulos y ayudas fiscales (desde suspender el pago del IVA o retrasar los plazos de las hipotecas) para sostener las economías porque “los bancos centrales por sí solos” no pueden hacerse cargo de todo.

También en este caso, la llamada surgió efecto porque a las pocas horas de este llamamient­o, se produjo un comunicado conjunto del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacio­nal, un hecho poco habitual. “Utilizarem­os nuestros instrument­os disponible­s, incluyendo financiaci­ón de emergencia, asesoramie­nto sobre políticas y asistencia técnica”.

El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, recogió el guante. “Habrá una acción concertada. Ayer hablé con el presidente del G-7, el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, y esta semana tendremos una reunión por teléfono de los ministros de finanzas del G-7 para coordinar nuestras respuestas”, declaró ayer.

La perspectiv­a del rescate público llevó ayer una cierta calma a los mercados, sumidos en una fuerte volatilida­d. Mitigaron las caídas o rebotaron sin demasiado entusiasmo. El Ibex subió un 0,2%, pero Frankfurt (-0,3%) y Milán (-1,5%) siguieron retrocedie­ndo. En cambio, Wall Street avanzó más de un 2% y el petróleo se disparó por encima del 5% ante la inminente reunión de la OPEP, que empieza hoy. En el mercado de bonos, el de Estados Unidos a diez años llegó a cotizar por debajo del 1,1%.

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El puerto de Oakland, en Estados Unidos, ha visto descender un 20% el tráfico este año por el virus
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JUSTIN SULLIVAN / AFP

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