La Vanguardia

Un drama humano que se repite

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La Unión Europea comienza a ver con preocupaci­ón la posibilida­d de que vuelva a producirse una avalancha migratoria después de que Turquía haya decidido abrir su frontera con Europa a decenas de miles de refugiados y de migrantes. Bruselas y Ankara llegaron a un vergonzoso acuerdo en el 2016 por el que, a cambio de 6.000 millones de euros, Europa lavaba su conciencia y Turquía se comprometí­a a contener a los millones de sirios, afganos, pakistaníe­s, iraquíes y somalíes deseosos de pisar suelo europeo. Pero ahora el presidente Erdogan ha incumplido el pacto para presionar a la UE y a la OTAN y lograr que le apoyen en el conflicto armado cada vez más abierto que mantiene con Siria y, de rebote, con Rusia.

Turquía ha abierto las puertas y el drama humano se repite en la frontera greco-turca, despertand­o además el fantasma de la xenofobia y el racismo. Ataques a refugiados, a oenegés e incluso a periodista­s se han producido en las islas de Lesbos y Quíos, en situación límite por la existencia de campos como el de Moria, donde viven hacinadas 22.000 personas en unas instalacio­nes pensadas para 2.330, y donde la población ha protagoniz­ado diversos disturbios.

Grecia ha blindado sus fronteras, pero la situación está haciendo aflorar actos xenófobos y violentos que alimentan a la ultraderec­ha. Atenas no aprobará ni una solicitud de asilo durante un mes y su policía está aplicando mano dura –incluso disparos intimidato­rios desde patrullera­s– contra quienes intentan entrar. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, le ha recordado a Erdogan que debe cumplir el acuerdo en vigor, pero el líder turco dice que es hora de que los países europeos “compartan la carga” de los 3,5 millones de refugiados que acogía Turquía.

Para visualizar que el problema griego es un problema europeo, los presidente­s de las tres institucio­nes comunitari­as –Consejo, Comisión y Parlamento– visitarán hoy la frontera griega con el primer ministro heleno, al tiempo que se aumentarán los efectivos de la guardia fronteriza Frontex y se ha convocado un Consejo de Ministros de Exteriores extraordin­ario. La UE cierra filas con Grecia, porque quiere evitar a toda costa que se repita el caótico éxodo migratorio del 2015.

Aumento de la tensión greco-turca, choques en la frontera entre migrantes y la policía griega, primeras víctimas mortales –entre ellas, un niño ahogado–, escalada de los actos violentos y de racismo, traficante­s de personas que vuelven a hacer su agosto... A este escenario vuelve a enfrentars­e Europa tras creer que había solucionad­o el problema pagando a Turquía para que hiciera de inmenso campo de refugiados, miles de los cuales están hoy en tierra de nadie y a los que Erdogan ha convertido en un misil geopolític­o contra Europa. La crisis del 2015 trajo a la UE, además de un drama humano, gobiernos populistas, el Brexit y tensiones internas en varios países, y hoy no parece que la UE esté mejor preparada que hace cinco años.

Erdogan ha convertido a miles de migrantes y de

refugiados en un misil geopolític­o contra Europa

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