La Vanguardia

Introducci­ón al esquí

- Quim Monzó

El presidente de Societat Civil Catalana ha anunciado que pedirá los permisos necesarios para cortar, cada viernes, la Via Augusta, un sitio ideal para bloquear la salida de Barcelona por los túneles de Vallvidrer­a. Empezarán este próximo viernes. Y seguirán bloqueándo­la hasta que los independen­tistas dejen de cortar la circulació­n en la Meridiana. Lamenta que los trabajador­es que cada noche vuelven a casa “tras largas jornadas de trabajo” no puedan hacerlo con normalidad. Por eso ellos bloquearán el acceso a los túneles de Vallvidrer­a. Así, dice, “los independen­tistas no podrán ir a esquiar”. Según él, “el sector independen­tista acostumbra a ser de una renta media o media alta”. (Y si tienes renta media o media alta debes forzosamen­te ir a esquiar, supongo.)

Pues me han fastidiado. No he ido nunca a esquiar pero, ahora que he entrado a formar parte de lo que llaman “la segunda juventud”, hace meses decidí que, como dicen algunos, en la vida hay que probarlo todo. Y como me queda poco tiempo para probar todo lo que nunca he probado, sea por desidia o falta de interés, los últimos meses me he dedicado a investigar qué es eso del esquí.

De entrada, para esquiar hace falta nieve. Es esta una condición sine qua non. Y a poder ser una montaña, porque así, cuando llegas a su cima –transporta­do por unos aparatos denominado­s telesillas–, puedes irte deslizando suavemente montaña abajo. Para hacerlo bien es importante ponerse esquís, una especie de tiras que antes eran de madera y ahora de fibra de vidrio. Hay quien lo ha intentado calzado con zapatos de charol, pero es muy difícil avanzar con rapidez.

Recuerden siempre que quien practica esquí se llama esquiador. Se le reconoce con facilidad porque no sólo va con esquís con fijaciones, sino también con palos, guantes y gafas, y calza unas botas superchula­s que se ajustan a las antes mencionada­s fijaciones. Esas botas superchula­s no son un capricho

fashion sino una necesidad, porque la nieve acostumbra a estar muy fría, y con sandalias –por ejemplo– acabas con los pies helados. No olviden nunca que la parte más interesant­e de esa actividad es la que se conoce como aprèsski, que consiste en ponerse unos descansos –unas botas de media caña forradas de piel– e ir tomando una copa tras otra por los bares de la zona, hasta que el cuerpo dice basta.

Todo eso me perderé por culpa de Societat Civil Catalana si de verdad este viernes empiezan a cortar los túneles de Vallvidrer­a. Y todo por culpa de los indepes que bloquean la Meridiana. Qué desastre. Qué mal todo.

Justo ahora que había decidido aprender a esquiar, cortan los túneles de Vallvidrer­a

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