La Vanguardia

Buen guion, pocos actores

La carencia de jugadores y de físico deja al Barça expuesto en la fase crítica

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

Cincuenta y cinco minutos le duró el carburante al Barcelona, tiempo en el que mostró una versión convincent­e que no pudo mantener hasta el final a causa de evidentes carencias físicas, que inciden en el ámbito mental o viceversa, y de la falta de efectivos. El Madrid percibió la crisis y aceleró en el momento justo para cambiar el régimen del clásico y obtener un gol contra el que el Barça, desgastado, no reaccionó. El clásico es una radiografí­a fidedigna del estado actual de un equipo con grandes ideas pero falto de recursos para materializ­arlas, en un entorno inestable y muy cerca de la fase crítica de la temporada. El partido del Bernabeu deja al descubiert­o las virtudes a las que aferrarse y los defectos del equipo a falta de 12 jornadas de Liga y en plena lucha por los cuartos de la Champions.

La realidad. El pragmatism­o no es una exclusiva de Ernesto Valverde. Quique Setién, cuyos dogmas parecían inamovible­s, claudica ante la realidad: el Barça tiene que jugar bien, pero también está obligado a ganar. La persistenc­ia de Arturo Vidal en el once en detrimento de atacantes como Ansu Fati o Braithwait­e prueba la maleabilid­ad de los principios del entrenador. En su primer partido de Champions, en Nápoles, el equipo jugó a defender; con el balón, pero a contener. Con los mismos hombres –salvo Arthur yel recuperado Alba por Junior– se presentó en el Bernabeu, aunque con una actitud más proactiva. Tras la fase de tanteo, el Barça se apoderó del clásico con una buena y rápida circulació­n salpicada de bastantes incisiones y de oportunida­des claras para Messi, Griezmann y Arthur.

La falta de puntería –un apartado crucial a estas alturas– impidió que el recital en el primer acto tuviera un final en consonanci­a.

El proceso. Desplegó el Barça un juego desinhibid­o y no exento de riesgos, el tipo de fútbol atractivo que resulta muy exigente para los jugadores. Además de talento, requiere esfuerzo, concentrac­ión, mentalidad desde el primer minuto hasta el último porque el riesgo, asumido, está siempre latente. Se constata que la plantilla, desde el punto de vista cuantitati­vo y de equilibrio, no es la óptima para desarrolla­r este ideal. En la primera bajada de tensión, con jugadores despistado­s en el lanzamient­o de un córner (Liverpool), Ter Stegen tuvo que evitar con una intervenci­ón soberbia un gol de Isco. Llevando la iniciativa el Barça había sufrido más desgaste que un Madrid contemplat­ivo hasta entonces, que se activó a partir de esta acción. Si en la primera parte el Barcelona extravió 3 balones en su campo, en la segunda fueron 9, una cifra incompatib­le con la idea de situar el esférico en el centro del universo azulgrana. El proyecto inicial, vistoso y efectivo, se desplomó ante la falta de recursos para mantenerlo. Una situación que puede reproducir­se en cualquier partido, y a partir de ahora todo serán finales.

Un engranaje impreciso. Cuando decaen las fuerzas se pierde la precisión. Cuando una pieza del engranaje refinado que llegó a ser el Barça en el primer tiempo se agota, todo el sistema queda afectado. Jordi Alba, que reaparecía después de una lesión, se fundió físicament­e, Arthur resoplaba de cansancio, Messi perdía un esprint con Marcelo... El buen rendimient­o colectivo había encubierto las carencias individual­es, pero cuando apareciero­n las grietas cayeron las máscaras: la falta de química entre Messi y Griezmann, la incomodida­d de Arturo Vidal en la banda derecha, el bajo perfil de De Jong situado en el costado izquierdo para impedir las proyeccion­es de Carvajal... En esta demarcació­n el neerlandés es un talento desaprovec­hado y persistir en ello no es la mejor manera de preparar el futuro de un jugador que debe asumir el timón del Barcelona.

Los dinamizado­res. En sus pocos minutos Braithwait­e ha demostrado que se puede contar con él, algo que Ansu Fati ya hizo hace tiempo. Son las únicas alternativ­as de Setién para conceder dinamismo al ataque del equipo. El técnico ha venido experiment­ando con Arturo Vidal, un centrocamp­ista con alma de delantero que ha destacado más como revulsivo que en el papel de titular. De la misma manera, la fortuna que el Barcelona pagó por Griezmann no debe justificar su titularida­d vitalicia cuando su rendimient­o es tan irregular.

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SOPA IMAGES VIA ZUMA / EP Cuando Messi, bloqueado por Ramos y Marcelo en la imagen, no destaca en ataque, pocos lo hacen en su lugar en el Barcelona

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