La Vanguardia

Los dos errores del Barça

- Santi Nolla

1. Cuando se apaga la luz. Piqué dijo: “El Madrid de la primera parte es de los peores que me he encontrado en el Bernabeu”. ¿Qué pasó, Gerard, en la segunda? Busquets dijo: “Perdemos el control por las pérdidas y en la salida desde la portería. Las imprecisio­nes nos han castigado”. Busi recuperó siete y perdió 14 balones. Setién dijo: “Messi es importantí­simo, pero no podemos estar obsesionad­os pensando que es nuestro único jugador”. En una gran entrevista de Joan Josep Pallàs y Juan Bautista Martínez, el técnico había dicho en la previa que con Messi el Barça jugaba como si tuviera dos reinas en el ajedrez. Jaque.

El Barça jugó una muy buena primera parte y pasó lo de casi siempre: lo vieron fácil (como dijo Piqué) y bajaron una marcha en la segunda, el Madrid apretó y llegaron las imprecisio­nes (como dijo Busquets) sin que Messi pudiera el domingo acabar de resolverlo (como dijo Setién). Pero lo del Barça del domingo es una constante fuera del Camp Nou: buenos minutos de juego, falta de intensidad y desconexió­n. Cuesta recordar un Barça intenso durante 90 minutos en un partido gordo.

Da la sensación de que el Barça fuera tiene más miedo a perder que entusiasmo para ganar. La fórmula de amasar el partido para rematarlo al final debe ser revisada. Hay que ponerle pasión desde el primer minuto

Primero: falta de intensidad con desconexió­n; segundo: sin flexibilid­ad a la hora de salir con el balón controlado

hasta el 90. Y volver a encender la luz cuando se apague porque en el fútbol no funciona la iluminació­n automática. Otra cuestión es que se acaben las pilas o que no se haya contratado suficiente fuerza para iluminar todo el partido y las luces se vayan diluyendo al final conforme pasa el tiempo.

2. Demasiado dogma para tan poca cintura. Sacar bien la pelota desde atrás parece más un trabajo que un arte. Es una cuestión de posición y velocidad. Ejecutar la presión y salir de ella es un problema de horas de entrenamie­nto. Pero el Barça no debe estar sujeto al dogma de salir siempre con el balón controlado. Hay que tener más cintura que la que se tuvo en el Bernabeu. Cuando la presión es alta también se puede enviar un pase largo, avanzar al equipo y empezar la presión. Para eso es necesario estar bien físicament­e y aplicar inteligenc­ia al temporal asedio. No se trata de rifar el balón sino adecuarse a los momentos que exige el partido. La presión y la salida son un arma colectiva, exigen concentrac­ión de todos.

Y Messi no espera que todos le miren o todos le pasen. Él quiere ganar. Suárez, por ejemplo, le hace poco caso y triunfan los dos. Atrévete y juégatela. Esa es la consigna que se le debe dar a los compañeros de Messi. Es la que Leo, sin duda, aplaudiría.

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