La ley de Libertad Sexual castigará el acoso callejero
La norma, que refuerza el delito de violación, provoca un conflicto interno en el Gobierno
Técnica jurídica o maniobras dilatorias. O ambas. El anteproyecto de ley de Libertad Sexual, que ayer aprobó el Consejo de Ministros, provocó la primera crisis seria en el Gobierno de coalición. A última hora del lunes, la aprobación de la norma estrella del Ministerio de Igualdad de Irene Montero, pendía de un hilo. Desde el Ministerio de Justicia, que dirige Juan Carlos Campo, se ponía en duda su aprobación en la fecha prevista –ayer, para hacerla coincidir con la semana previa al día de la Mujer–. La vicepresidenta Carmen Calvo daba crédito a las reservas técnicas de Justicia y desde su departamento aducían problemas de constitucionalidad, mientras desde la vicepresidencia de Derechos Sociales, que dirige Pablo Iglesias, atribuían las reservas de carácter jurídico a razones políticas y a un obstruccionismo deliberado de Calvo y Campo.
En pocas horas desde los ministerios de Justicia e Igualdad, y ambas vicepresidencias, se lanzaron mutuos reproches sobre la eventual cualidad bisoña e impulsiva de los unos (los ministros de Unidas Podemos, y en particular, Irene Montero), y sobre el intento de apropiación de la norma y los celos políticos de los otros (el ministro Campo y la vicepresidenta Calvo). Ese desayuno calentó el inminente Consejo de Ministros con amenaza de descarrilamiento, pero la sangre no llegó al río: a las 12.30 horas, la portavoz, María Jesús Montero, la ministra de Educación, Isabel Celaá, y la de Igualdad, Irene Montero, comparecían juntas en la sala de prensa de la Moncloa para presentar, respectivamente, los proyectos de ley de Educación y de Libertad Sexual –con todo su contenido, incluido el concerniente al Código Penal–, e Irene Montero eludía la controversia: “Las discusiones entre ministros se quedan ahí dentro”, se limitó a señalar ante las reiteradas preguntas de la prensa. Montero subrayaba el valor de la ley socialista del 2004, como antecedente del presente texto, pero a la vez destacaba el valor “histórico” y la “ambición” de la presente norma, que –insistió varias veces– es una ley “de todo el Gobierno”.
Pero el armisticio de la rueda de prensa no mitigaba el conflicto de fondo, el primero serio de la coalición, eventual presagio de futuros percances, pues la confianza entre los vicepresidentes está tocada. Los órganos de coordinación no han evitado el topetazo de ayer que a punto estuvo de hacer que la ley, que ahora comienza el largo trámite parlamentario, embarrancara.
El asunto venía calentándose desde hace semanas y hubo el pasado mes un intento aparentemente exitoso de cerrarlo entre Calvo e Iglesias, con las bendiciones del presidente, Pedro Sánchez, que ratificó entonces el compromiso de que la norma se presentara el 3 de marzo, como estaba pactado en el acuerdo de la coalición. Pero aquel fue un cierre en falso. Igualdad, tras varios plantones y demoras del departamento de Campo, que retrasaron la tramitación, desconfiaba de la voluntad real del ministro, sobre todo por la innegable conveniencia política de desmenuzar la ley integral y sacar de ella los artículos relativos a los delitos sexuales para poder ponerlos de relieve cuando se presente la reforma integral del Código Penal, impidiendo que sea la delicada reforma del delito de sedición la que centre el foco político.
Por contraste, desde el Congreso de los Diputados, los grupos parlamentarios celebraban mucho más afinados la aprobación en el Consejo de Ministros. Pablo Echenique, portavoz del grupo confederal de
Pese a la aprobación de la ley, la crisis ha dañado la confianza entre los dos altos responsables del Gobierno
Unidas Podemos, admitía que la norma se había encontrado con “resistencias”, pero les restaba importancia ante el resultado final y festejaba que “bien está lo que bien acaba”. Y la portavoz socialista, Adriana Lastra, destacaba que la ley motivo de la controversia era una “bandera del presidente Pedro Sánchez”. Sin mención alguna a las reservas expresadas por vicepresidencia y Justicia, se hacía solidaria con el éxito del ministerio de Igualdad: “Sacamos adelante dos leyes muy queridas y esperadas, la ley de Educación y la ley de Libertad Sexual, del sólo sí es sí”.
La perla quedó para la tarde, cuando el vicepresidente Pablo Iglesias, decía en el Senado: “A las mujeres se les ha puesto muchísimas excusas para tratar de detener el avance del movimiento feminista. En las excusas técnicas hay mucho machismo frustrado”. Le hablaba al PP. En principio.