La libertad personal de la portavoz popular
En el curso de la semana se han producido discrepancias en el seno del Gobierno de coalición que integran el PSOE y Unidas Podemos. Discrepancias hasta ahora no determinantes, pero nada convenientes para dicha coalición, que tomó las riendas de España hace sólo dos meses, ni tampoco para un país necesitado de estabilidad tras un largo periodo de gobiernos en funciones.
Este virus de la desunión no afecta en exclusiva al Gobierno. Parece haber sido inoculado también en el Partido Popular, la primera fuerza de la oposición, que hace poco prescindió de Alfonso Alonso, su candidato a las autonómicas vascas, por disensiones con la dirección nacional. Y que esta semana ha asistido a disputas intestinas con proyección pública. La más notoria quizás sea la protagonizada por Cayetana Álvarez de Toledo, su portavoz en el Congreso de los Diputados y número tres de los conservadores. Al poco de que el PP anunciara su decisión de acudir este año a la manifestación del día internacional de la Mujer, mañana en Madrid, Álvarez de Toledo afirmó que no pensaba ir. Adujo que ella era “feminista amazónica” de la escuela de Camille Paglia –en alusión a la autora norteamericana que rechaza un feminismo victimista– y añadió: “En mi nombre no habla nadie”.
Nada más lejos de nuestra intención que pronunciarnos en contra de la libertad de opinión, a la que como ciudadana tiene Álvarez de Toledo pleno derecho. Pero se hace difícil olvidar que, en su condición de portavoz popular en el Congreso, sus palabras pueden ser interpretadas como las del PP. Y que ahí tendrían los conservadores algo parecido a un problema, o cuando menos a una contradicción, puesto que lo que dice y hace su portavoz diverge de la política del partido que le ha confiado su voz. Es algo difícil de explicar. Y más aún si tenemos en cuenta que la tendencia a ir por libre de la diputada por Barcelona está ya más que acreditada. El lunes, sin ir más lejos, y después de que Pablo Casado, el líder popular, criticara a otra formación por meterse con medios de comunicación, Álvarez de Toledo arremetió contra La Sexta. Por no hablar de sus desencuentros con Alberto Núñez Feijóo, que en las elecciones gallegas de abril aspira a repetir por cuarta vez la mayoría absoluta, con un perfil más moderado que el de Casado y el de Álvarez de Toledo, y no tiene ningún interés en que esta le acompañe durante la campaña electoral.
La fragmentación afecta a todo el arco político, como refleja un Congreso excepcionalmente atomizado. También afecta a los partidos en general. Y al PP en particular. Es obvio que algunas disensiones reafirman a los políticos con criterio propio y celosos de su libertad. Pero también lo es que emborronan el mensaje del partido al que voluntariamente se unieron.
Las disensiones reafirman a los políticos celosos de su libertad, pero emborronan
el mensaje de su partido