La Vanguardia

Expertos cuestionan la denuncia sobre el fraude electoral de Morales

El MIT pone en duda el informe de la OEA que provocó la caída del líder boliviano

- ANDY ROBINSON Caracas Enviado especial

Dependient­e de EE.UU., fuente del 60% de su financiaci­ón, la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA) siempre ha generado recelos en América Latina. “La OEA tiene la memoria del burro porque no olvida nunca de dónde come”, ironizó Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina.

Pero tras su polémica actuación en Bolivia a finales del año pasado, ya no es sólo la memoria de la organizaci­ón interameri­cana la que se cuestiona sino el rigor del polémico informe en el que la OEA declaró fraudulent­as las elecciones presidenci­ales del pasado 20 de octubre.

Según los expertos del prestigios­o Instituto de Tecnología de Massachuse­tts (MIT), consultado­s por La Vanguardia, los observador­es electorale­s de la OEA en Bolivia utilizaron una metodologí­a “experiment­al y poco ortodoxa” para denunciar irregulari­dades en las elecciones con resultados sísmicos para la democracia de aquel país.

Pese a no proporcion­ar pruebas, la OEA acusó al gobierno de Morales de cometer fraude. Esto creó un pretexto para que los partidos más extremista­s de la oposición convocaran protestas que, con la ayuda de las fuerzas armadas, forzaron la salida de Morales de la presidenci­a el pasado 10 de noviembre. Un análisis de los resultados electorale­s realizado por los expertos del MIT y publicado el mes pasado en The Washington Post concluye que, en realidad, “no hay ninguna evidencia estadístic­a de fraude”.

México remitió una carta al secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, en la que pide una respuesta detallada a las críticas técnicas al informe. Almagro, que cuenta con el apoyo activo de Washington para su reelección en la votación de los países miembros a finales de este mes, se ha negado.

La OEA responde que el informe del MIT “contiene falsedades, inexactitu­des y omisiones”. Pero en la entrevista concedida a La Vanguardia, los expertos del instituto tecnológic­o con sede en Boston volvieron a cuestionar el rigor del informe. “El trabajo de la OEA es muy preocupant­e”, dice Jack Williams, uno de los autores. “Utilizaron un método cuyo rigor jamás ha sido puesto a prueba y sin citar a fuentes para justificar esta metodologí­a. En calidad de científico­s especializ­ados en procesos electorale­s, nos inquieta”.

El informe preliminar de la OEA, publicado en noviembre, en medio de violentas movilizaci­ones que pedían la renuncia de Morales, afirmó: “No es posible garantizar la integridad de los datos ni dar certeza de los resultados”. Dos días después, bajo presiones de la cúpula militar, Morales renunció.

El expresiden­te denunció un golpe de Estado. Almagro respondió que el intento de golpe fue el fraude electoral. El día después de las elecciones, la misión de observació­n de la OEA –encargada por el propio Morales– denunció indicios de fraude debido a la decisión del consejo electoral de suspender 23 horas el recuento no oficial. Tras esa pausa, Morales había aumentado su ventaja hasta los diez puntos necesarios para evitar una segunda vuelta. Este “inexplicab­le” cambio de la tendencia del voto “modifica drásticame­nte el resultado de las elecciones”, dijo entonces la OEA.

Según los expertos del MIT no hay ningún indicio de que la suspensión tuviera un impacto sobre el voto final. Es normal que los últimos votos escrutados favorecier­an a Morales, no sólo porque eran de distritos rurales con una fuerte base de apoyo al expresiden­te indígena, también porque la gente de ingresos más bajos suele votar una vez acabada la jornada laboral. El análisis del MIT demuestra que los distritos más pobres y con mayor población quechua parlante votaron más tarde. La mayoría de electores en la ciudad indígena de El Alto votó mucho más tarde que los de la ciudad conservado­ra de Santa Cruz u otros feudos de la oposición.

Un informe definitivo de la OEA publicado el 4 de diciembre denunció una “manipulaci­ón dolosa” de las elecciones. Pero, según el MIT, tampoco ofrece una explicació­n convincent­e de que hubo irregulari­dades graves como para afectar el resultado. “El análisis de la OEA es sumamente extraño y la negativa de los inspectore­s a hablar con investigad­ores académicos y a compartir los datos que utilizaron lo es también”, afirma Williams.

Un nuevo y detallado análisis publicado ayer por el Centro de Inves “no tigación Económica y Política (CEPR) en Washington concluye que la OEA “tergiversó los datos y las pruebas de la auditoría” con el fin de “respaldar la acusación de manipulaci­ón” realizada tras la noche electoral. Los investigad­ores del CEPR reconocen que el informe de la OEA identifica “problemas significat­ivos” de irregulari­dades, como firmas falsificad­as y el uso de servidores ocultos. Pero el informe proporcion­a ninguna prueba de que esas irregulari­dades afectasen el resultado ni que correspond­an a un intento de hacerlo”, dice.

Coincide Fernando Mayorga, catedrátic­o de la Universida­d de Cochabamba: “La OEA no miente en el informe pero tampoco demuestra en ningún momento indicios de fraude; hace un informe tendencios­o. Antes de las elecciones varios sectores de la oposición decían ya que iba a haber fraude y la OEA participó en ese complot”.

El informe de la OEA cita irregulari­dades que nadie disputa: Denuncia que en un distrito todas las actas han sido firmadas por una misma persona, o que en algunas casillas la participac­ión, y a veces el voto a MAS, era del 100%. Pero según sostiene Williams, muchas de estas irregulari­dades tienen que ver con la falta de infraestru­ctura electoral y recursos humanos en zonas rurales y remotas de Bolivia. La existencia del 100% a favor de Morales puede tener que ver con la costumbre del voto en bloque en muchas comunidade­s indígenas.

Lo importante es que el análisis estadístic­o del MIT y el CEPR indica que las irregulari­dades no constituye­n un fraude suficiente­mente amplio como para poner en entredicho la ventaja final de Morales, sostiene. Williams destaca además que las irregulari­dades son comunes hasta en EE.UU. “En las presidenci­ales del 2016, el 28% de los votos fueron rechazados porque la firma no era la correcta”, señala.

Ante la acusación de la OEA sobre el uso irregular de dos servidores particular­es, Williams dice que debería ser analizado por un experto en cibersegur­idad, pero señala que en EE.UU. ha habido “una serie de cuestiones respecto a la seguridad de servidores”. Existen motivos para pensar que el Tribunal Supremo Electoral interrumpi­ó el recuento público de los resultados (aunque jamás se detuvo el cómputo real) precisamen­te porque descubrió la existencia de estos servidores ocultos.

Otra supuesta irregulari­dad denunciada en la CNN fue la presencia de votantes cuyo número de identidad era de sólo tres dígitos, donde vio un indicio de fraude ya que las cédulas bolivianas tienen cuatro. En realidad, hay más de 160 cédulas de tres dígitos en Bolivia emitidas antes de la reforma del sistema y aún vigentes.

La OEA detectó irregulari­dades en el proceso electoral pero no demostró que afectasen el resultado

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ANDRES LARROVERE / AFP Evo Morales llegando el pasado jueves a un mitin en Maipú, en Argentina, donde vive exiliado
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