Catalunya, en fase de alerta por la pandemia
Catalunya pasó ayer de la fase de prealerta a la de alerta ante el Covid-19, el mismo día en que la OMS lo calificó como pandemia global. El presidente de la Generalitat, Quim Torra, acompañado de la consellera de Salud, Alba Vergés, y del de Interior, Miquel Buch, compareció a mediodía ante los medios para anunciar este salto de escala en la aplicación de medidas preventivas. Acaso la más llamativa sea la prohibición, a partir de hoy jueves, de todas las actividades en espacios cerrados o abiertos en las que puedan reunirse más de mil personas. Esto afecta a competiciones deportivas, ceremonias religiosas y actividades culturales de diverso orden –teatrales, operísticas, musicales...– que se celebran en locales de gran aforo. Esto último supone un parón en la escena cultural. A título de ejemplo, diremos que el Liceu canceló ayer el estreno mundial de un nuevo montaje de la ópera wagneriana Lohengrin, previsto para el día 19.
No es esta la única medida difundida ayer. Los actos en locales para menos de mil personas deberán reducir el número de asistentes a un tercio del aforo. La Generalitat anunció, asimismo, la suspensión de las prácticas docentes en el ámbito de la salud, para contribuir a la protección del personal sanitario.
El objetivo de todas estas medidas está claro: reducir al mínimo el número de concentraciones humanas en las que el virus pueda propagarse con facilidad y rapidez. La afectación del Covid-19 es en Catalunya inferior a la de otras comunidades. Ayer España rebasó el nivel de los 2.000 infectados, la mitad de los cuales se hallan en Madrid. El País Vasco y La Rioja son, tras Madrid, las comunidades que registran más casos. La estrategia de la Generalitat trata de incrementar la prevención y, así, frenar o ralentizar la expansión del virus.
Creemos que esta medida adoptada por la Generalitat es correcta, pese a las molestias que pueda comportar para los ciudadanos. Difícilmente logrará erradicar el Covid-19 aquí. Pero resulta obvio que extremar las precauciones es ahora la mejor manera de luchar contra la enfermedad. Los países en los que se han producido explosiones de la epidemia, como China o Italia, no reaccionaron con la diligencia requerida, ya fuera por la sorpresa, la imprevisión o el desconocimiento de su potencial. Son precisamente esos países los que se han visto obligados después a tomar medidas más drásticas, como son el confinamiento de decenas de millones de personas, la restricción severa de diversos transportes públicos y, en la práctica, el cierre de todo un país. Cuando antes se reacciona, más posibilidades hay de mitigar la propagación del virus.
Se trata, según coinciden los expertos, de aplanar la curva expansiva del Covid-19, para de este modo evitar una masiva aparición de nuevos casos y la consiguiente saturación de los servicios hospitalarios, que podría ser fatal. Todas las medidas que se toman están ahora encaminadas hacia ese objetivo, ya que no hacia una improbable derrota de la epidemia a corto o medio plazo. Y todas comportan una ralentización de la actividad. La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, invitó ayer a reducir la agenda de los ciudadanos, a posponer todos aquellos encuentros que no sean perentorios, también los viajes, a suplir los contactos presenciales por los telemáticos... Todos los contactos personales pueden ser ocasiones para el contagio, que conviene rehuir. Ayer se decidió el cierre temporal de 58 centros de gente mayor en Barcelona.
Las autoridades y el personal sanitario, conscientes del potencial negativo del Covid-19, están haciendo un gran esfuerzo para contener la enfermedad y para concienciar a la población de que su concurso es indispensable para que la operación sea exitosa. Los ciudadanos debemos ser conscientes del riesgo que para nosotros y nuestros allegados comporta esta epidemia y, por consiguiente, obrar responsablemente.
Los ciudadanos deben sumar a las medidas de las autoridades una actitud personal responsable