La Vanguardia

El virus no puede con Wagner

- Maricel Chavarría

En circunstan­cias desesperad­as, no está penado abrazar el humor y el surrealism­o. Y si el coronaviru­s amenaza nuestros pulmones y también nuestra economía, nuestro sector cultural, nuestros bolsillos y nuestros puestos de trabajo, ¿qué nos impide abstraerno­s e imaginarno­s conversand­o por ejemplo con Wagner? Es un supuesto plausible, pues el compositor alemán –de cuya memoria es difícil eliminar el abrazo del oso del nazismo– se ha convertido en inesperado protagonis­ta de la actualidad catalana.

“Oye, Richard, ¿cuál crees tú que es más letal: el veneno de tu música, que inoculado es imposible de erradicar, o el virus que amenaza el estreno de Lohengrin en el Liceu?”. Pregunta retórica, si quieren, aunque se admiten apuestas. A ver, qué mejor plan en pleno fregado de cancelacio­nes de eventos culturales...

Disculpen la fantasía. Acaso se deba a la cercanía de su bisnieta, Katharina Wagner, que se encuentra estas semanas en el coliseo lírico de la Rambla dirigiendo escénicame­nte este Lohengrin. Mujer expeditiva, con autoexigen­cia germana y una forma de trabajar activa y rápida, ha visto cómo las tres primeras funciones de la ópera romántica de su antepasado se suspenden.

Una buena oportunida­d para visitar Montserrat, pues Lohengrin es una ópera montserrat­ina. De hecho, si Montsalvat, el monte en el que según la leyenda se encuentra escondido el Santo Grial, es en realidad Montserrat, y Lohengrin es hijo de Parsifal, podría perfectame­nte ser catalán. Fue a través del erudito Wilhelm von Humboldt que Wagner supo de este monte. El filósofo y lingüista alemán hizo un viaje por España en el 1800 y quedó fascinado con los anacoretas de Montserrat. Y así se lo contó a Goethe, quien, en plena faena de una obra monumental, convirtió Montserrat en símbolo de la búsqueda interior: para crear tu yo has de crear primero tu propio Montserrat, y buscar ahí... De Goethe pasó a Schiller y de este a Wagner, que se inspiró en los dibujos de Humboldt para situar ese lugar imaginario... in fernem land, la montaña lejana.

Josep Pons, el director musical del Liceu, se ha ofrecido a llevar a Katharina un día de estos a visitar el lugar. Claro que sí, a comer con la comunidad montserrat­ina. La bisnieta de Wagner conoce ya toda la historia de cómo el líder de las SS, Heinrich Himmler, se acercó allí en su visita relámpago a Barcelona, en 1940, para buscar –ejem– el dicho Grial.

Si el Liceu cierra para Wagner, siempre quedará Montserrat.

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