Katharina Wagner: “A nosotros no nos intimida el coronavirus”
La bisnieta del compositor confía en salvar su ‘Lohengrin’ en el Liceu
Katharina Wagner recibía ayer la noticia de la cancelación de las tres primeras funciones del Lohengrin que ha venido a dirigir escénicamente a Barcelona justo cuando se disponía a presentar su montaje a la prensa. Así, en directo, y sin anestesia. Sin embargo, no parece que la circunstancia la vaya a doblegar. Lleva semanas levantando esta coproducción del Liceu con la Ópera de Leipzig, que aquí protagonizan cantantes ya conocidos en el Gran Teatre, como el tenor eminentemente wagneriano Klaus Florian Vogt (Lohengrin) y la soprano Evelyn Herlitzius (Ortrud), de la que aún se recuerda su magnífica Elektra. La dirección musical recae en el propio Josep Pons.
El director general del Liceu, Valentí Oviedo, se había hecho eco de los protocolos de actuación indicados por las autoridades sanitarias en una comparecencia improvisada que tuvo lugar en el Balcó Foyer. Un acto casi performático, una obra artística en sí misma –decía el director artístico Víctor García de Gomar–, “pues no sabemos cuál será el resultado final”. Rodeado de 21 lienzos que recogen el concepto de Lohengrin –como parte de un concurso internacional organizado por el Club Wagner, el Meam y la Fundació de les Arts i els Artistes–, Oviedo anunció que “si la suspensión sólo dura quince días podremos hacer cuatro de las siete funciones previstas”.
Efectivamente, sólo las funciones del 19, 22 y 25 de marzo parecen afectadas por la situación de alerta ante el coronavirus que suspende la actividad en espacios de mil personas –el Liceu tiene 2.292 butacas–. Pero el plazo podría extenderse. Aún así, la actividad en el teatro continúa. El aforo vendido es ya del 80%. Y un 28% de este (4.000 entradas) corresponde a gente de otros países, atraída por la excepcionalidad de tratarse de una producción de Katharina Wagner, a su vez directora del Festival de Bayreuth.
“Estamos tristes por la cancelación de la noche inaugural, pero estoy convencida de que todo el esfuerzo no habrá sido en vano, tengo la esperanza de que las últimas cuatro funciones se harán, no nos pasaremos el día lloriqueando”. “No nos dejamos intimidar por el coronavirus”.
Así defendía la bisnieta de Richard Wagner la producción de Lohengrin. De la que no quiso desvelar mucho... Sólo dos cuestiones fundamentales que ella se replantea de esta ópera romántica sobre un caballero medieval condenado a no desvelar su identidad. La primera es la procedencia de este personaje, el motivo de su presencia. ¿Realmente hay que fiarse de él? Katharina sacude ahí la idea de buenos y malos en la obra. Y la segunda, el famoso cisne, aquí mecánico y de color negro. ¿Qué simboliza? Esta pregunta ha acompañado a la bisnieta de Wagner toda su vida, hasta que se planteó que acaso este cisne es sólo un cisne.
Una escenografía boscosa aunque liberada de todo componente sobrenatural del cuento de hadas da cuerpo a este Lohengrin y recrea el ambiente invernal del ducado de Brabant en el que transcurre la acción. Entorno natural que en el último acto se complementa con tres grandes cubos suspendidos que simbolizan los mundos de Lohengrin, Elsa y Ortrud, condenados a no entenderse.
Pons explicó que han optado por tempos ricos pero ligeros, cercanos al mundo schubertiano. “Hay que entender que Wagner hace un cambio mientras compone Sigfried. Aquí procuramos evitar el Wagner grueso o manierista. No hay que olvidar que esto es teatro musical”.
EL RECLAMO DEL MONTAJE
Hasta 4.000 personas de fuera de España habían comprado entrada para la excepcional producción