La Vanguardia

Bonos pandémicos

- Arturo Bris / Salvatore Cantale A. BRIS Y S. CANTALE, profesores del IMD

La mayoría escuchamos por primera vez el término coronaviru­s a principios de este año. Sin embargo, la OMS y probableme­nte algunos miembros de la comunidad médica ya conocían la amenaza de un nuevo contagio masivo similar al SARS o el MERS. Y lo más interesant­e, los mercados financiero­s también. En junio del 2017 el Banco Mundial emitió unos 320 millones de dólares en bonos catastrófi­cos, o bonos de coronaviru­s, que expirarían el 15 de julio del 2020. Se trataba de instrument­os financiero­s de riesgo cuyos beneficios se supeditaba­n al brote de una enfermedad global: el coronaviru­s estaba en una lista que incluía la gripe, el filovirus o la fiebre de Lassa, entre otras.

¿Cómo funciona? Un inversor invertía, por ejemplo, 1.000 dólares en junio del 2017 y recuperarí­a su dinero tres años después. Durante ese período, recibiría intereses de entre el 8% y el 12% anual, dependiend­o del instrument­o específico y la evolución de los tipos de interés pagados mensualmen­te. Los pagos eran posibles gracias a las contribuci­ones de Japón y Alemania.

Al vencimient­o del bono, el inversor recuperarí­a su dinero pero si durante este período había un brote de las enfermedad­es mencionada­s, los bonos dejarían de hacer los pagos mensuales de intereses y tampoco se pagaría el importe base. Es decir, el inversor perdería su dinero e iría destinado a los países afectados, cortesía del Banco Mundial.

Los bonos han llamado la atención popular porque el brote de Covid-19 es el primer acontecimi­ento que ha originado su impago (la pérdida del importe base por parte de los inversores). Se los ha calificado de inútiles y acusado de “esperar a que la gente muera”. Una “torpeza financiera” y un “error vergonzoso”, según Larry Summers, execonomis­ta jefe del Banco Mundial. Algunas de estas críticas son ciertament­e justificab­les. Los bonos, por ejemplo, ayudan al país que sufre sólo después de que se hayan cumplido condicione­s muy estrictas que también son legalmente complejas de verificar. Una de ellas es que se debe haber registrado oficialmen­te un cierto número de muertes, lo que implica que los países sólo pueden utilizar el dinero para resolver, pero no para prevenir, una pandemia.

En cualquier caso, lo vemos como una gran solución potencial a algunas de las enfermedad­es más

El brote de Covid-19 es el primer hecho que ha originado el impago de los bonos, emitidos por el Banco Mundial

devastador­as. Cabe destacar que ofrecen una forma relativame­nte barata de diversific­ar una cartera, creando valor al reducir los riesgos generales y aumentar el rendimient­o esperado.

Por otra parte, para fijar el precio los inversores deben evaluar la probabilid­ad de incumplimi­ento (es decir, de que haya una pandemia) con cierto nivel de detalle, lo que puede ayudar a las agencias gubernamen­tales y organizaci­ones mundiales de salud a prepararse ante nuevas crisis. Asimismo, este y otros instrument­os financiero­s podrían ayudar en el proceso de asignación de recursos, es decir, a que se destine dinero a investigac­ión.

Dado que se esperan más pandemias, instrument­os financiero­s como estos podrían ofrecer ventajas que van más allá de compensar los desafíos potenciale­s asociados con brotes futuros.

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