La Vanguardia

“Escribir es como colocar soldaditos en un fuerte”

- Víctor-m. Amela

Tengo 64 años. Soy de Burdeos. He sido profesor de francés y soy novelista: doce novelas publicadas, de género negro. Vivo feliz con mi pareja desde hace 35 años. No tengo hijos. ¿Política? Extrema izquierda. ¿Creencias? Soy ateo. Sin fumar y sin beber se escribe mejor

Se escribe a gusto en Burdeos? Una ciudad pequeña, tranquila, con poco tráfico. Y buen vino. Muy bueno. Pero bebo poco. ¿Y el estereotip­o de novelista que fuma y bebe?

Esos novelistas descubren un buen dia que escriben igual o mejor sin fumar ni beber.

Pero en una novela negra...

No es consustanc­ial, al margen del guiño a los padres fundadores del género, que describían atmósferas con humo y alcohol.

Y con vidas desordenad­as.

Yo he sido profesor de francés 35 años. Me jubilé. Y me puse a escribir. Mi vida no puede ser más ordenada.

Y felizmente en pareja, me dice.

El amor de pareja puede ser muy duradero: se lo certifico. Y crece con los años.

¿A que autores fundaciona­les aludía?

Estadounid­enses nacidos a principios del siglo XX: Jim Thompson, David Goodies...

¿Cuáles son sus favoritos?

Jean-patrick Manchette ha sido para mí el mejor en Francia.

Tienen a Simenon... Dibuja personajes bien, pero en blanco y negro. Manchette es vivamente contemporá­neo. Ah, y me postro ante un autor español.

¿Quién?

Francisco González Ledesma. ¡Qué desbordant­e humanidad impregna todas sus novelas! El maravillos­o comisario Méndez...

Igualito era el autor, al que conocí.

Y me cautiva Larry Brown, con tramas en el sur del Misisipi. Murió hace quince años, ¡qué grande! Digno sucesor de Faulkner.

Destaque una escena de su novela.

Carolina, mi personaje femenino, asiste a un herido de la Comuna de París de 1871, agonizante. Muere en sus brazos, y ella se pregunta hacia qué tinieblas parte.

¿Esto es novela negra o histórica?

La novela negra es crónica social mediante una peripecia personal, y eso funciona en cualquier época. En esta novela elijo la Comuna por ser un mito revolucion­ario.

¿Fue muy sangriento?

Duró ocho semanas y se estima que en las barricadas de París murieron 25.000 personas. Una masacre.

¿Sirvió para algo?

Es hito fundaciona­l y heroico del obrerismo. Y ahí se mueven sus personajes.

Son cuatro, cuatro voces: vamos conociéndo­los paulatinam­ente hasta el desenlace.

¿Lo tiene planificad­o de antemano?

No. Se perfila a medida que escribo y avanzan mis personajes. Leí en un libro de historia un hecho acaecido en la última barricada y eso ¡me dictó el final! Y mejor me callo.

La novela negra ¿necesita un muerto?

O varios. Una violencia, expresa o simbólica, a veces un crimen. Y queremos conocer los motivos del criminal.

“Escribo por no matar”, me dijo aquí su colega Petros Márkaris.

Yo escribo porque disfruto. ¿Jugó usted de niño a colocar soldaditos en un fuerte?

¡Sí!

Escribiend­o mis historias siento ese placer infantil, pero como adulto que soy busco hacerlo con un estilo digno.

¿Nunca ha sentido ganas de matar?

No. Jamás.

Un mal día podría matar sin querer.

Un buen arranque para una novela negra, sí. Cualquier suceso cotidiano puede serlo.

¿Ha admirado a algún asesino?

Sólo al que Isidore Ducasse, conde de Lautremont, crea en Los cantos de Maldoror, obra poética decadentis­ta de permanente transgresi­ón. Pero hay una “literatura del mal”, como la del marqués de Sade, que me parece patológica: deja muy mal cuerpo.

¿Estamos diseñados por y para la violencia?

Queremos vivir en sociedad y tranquilos, pero a veces hay fricciones y emerge la violencia. En el peor caso, la guerra.

¿Puede haber novela negra dentro de una guerra?

Eso he hecho. Y veteranos de Vietnam sienten impulsos violentos que canalizan en novelas: James Cromley o Kent Anderson, que luego fue un policía duro. Léalos.

¿Cuál es el común denominado­r del género?

Una tensión en el flujo narrativo, y un encuadre expresioni­sta, de realismo muy contrastad­o.

A usted ¿qué le hizo escritor?

Leer y ver llover tras los cristales de la ventana, sobre mi barrio. Mi padre era obrero del metal, mi madre limpiaba casas. Yo miraba la serie Daktari.

¡La del león bizco!

Quise ser veterinari­o en África. Pero la literatura venció.

¿Cómo es su día a día de escritor?

Paseo, leo mucho, voy al cine, escribo y me entretengo en mis ensoñacion­es.

¡La vida que yo quiero!

Normal, es que es la verdadera vida. Soy un jubilado feliz, y por eso propugno buenas jubilacion­es para todos en Francia.

 ?? CÉSAR RANGEL ??
CÉSAR RANGEL

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain