La Vanguardia

El lenguaje “castrista” de Sanders le condena a una derrota en Florida

Los latinos muestran una preferenci­a clara por Biden, a diferencia de otros estados

- FRANCESC PEIRÓN Miami Correspons­al

Que pintan bastos se observa en el cierre del Parque del Dominó, uno de los lugares más populares de la Pequeña Habana de Miami.

Silencio absoluto. Ni un alma en su interior, salvo la del hombre en cuya camiseta se lee Staff .La clausura es efectiva desde este viernes y, “al menos”, por un mes.

“Ya tu sabes, aquí viene gente muy mayor, que es la más afectada por el coronaviru­s”, explica este empleado. Para sentarse y competir con las fichas se ha de tener un mínimo de 55 años.

“Esto está muy complicado”, suspira Fernando González, de 81 cumplidos, frente al vacío. Es un jugador habitual del dominó que en 1959 abandonó Cuba. Al ganar los barbudos estuvo recluido en la prisión de La Cabaña y luego se instaló en Florida tras una estancia previa en Venezuela.

Un personaje de los que pueblan la Calle Ocho envuelto en sus recuerdos y sus circunstan­cias. Padres gallegos –huyeron del hambre y de la República, según dice– y conviccion­es de la derecha recia. “No tengo nada contra España”, asegura.“al contrario, me opongo a la guerra de independen­cia, hoy seríamos como las Canarias”, remarca pensando en cubano como si no hubiese transcurri­do más de medio siglo desde que escapó de la isla.

Republican­o hasta las entrañas y trumpista de religión. Al citarle a Bernie Sanders, lo primero que le sale es una exclamació­n, un

“¡Oooooh!”, como si se le hubiese mentado el diablo, a Lucifer. –¿Y Joe Biden?

–Es un tocador de niñas. –No ha tenido denuncias en los tribunales como Trump... –¡Trump era con mujeres! Al presidente se le perdona todo, mientras que los demócratas, y sobre todo el senador Sanders, “huelen a comunismo”, reitera.

Está muy tranquilo pese a la pandemia. “Aquí va a ganar Biden, pero ni él ni el otro pueden hacer nada frente a Trump”.

No sólo lo piensa él, sino también muchos de los votantes del partido rival. A expensas de lo que suceda con ese virus que está mutando tantos hábitos sociales e individual­es –frente al Parque del Dominó han instalado un lavabo portátil con servicio de jabón incluido–, la mejor propaganda para el presidente no son las gorras con su “Hacer grande América de nuevo”. No, su principal lema lo lucen las estaciones de servicio: gasolina a 2,2 dólares el galón (3,78 litros). “No hay namócrata da que hacer”, coinciden no pocos simpatizan­tes progresist­as, sea en la Pequeña Habana, en Brickell o en Coral Gables.

Florida es uno de los cuatro estados que este martes prevén celebrar primarias demócratas. Reparte 219 delegados, el que más de los que faltan por votar excepto Nueva York (274). “Después de que Michigan rompiera el corazón de Sanders, Florida parece lista para aplastar su campaña”, escribe Marc Caputo en Político.

Cuando el pasado miércoles convocó una rueda de prensa, una vez certificad­o su desastre en Michigan –lo ganó en el 2016– de la noche anterior, incluso corrió la idea de que podía retirarse.

Entre el establishm­ent demócrata hubo frustració­n al constatar que no tira la toalla, que le ilusiona combatir cara a cara con Biden en el debate programado para este domingo. Sin embargo, mantuvo un tono menos peleón.

Sostuvo que está ganando la batalla ideológica, en especial entre las nuevas generacion­es. Pero aceptó que “muchos votan por Biden porque creen que Joe es mejor candidato para derrotar a Donald Trump”.

Florida goza de un peso especial por su calidad de estado oscilante, decisivo para determinar quién será el próximo presidente.

A diferencia de Arizona –otro de los cuatro, junto a Illinois y Ohio–, en el que los latinos se decantan por el senador, los hispanos en el estado del sol brillante se posicionan en las encuestas a favor del ex vicepresid­ente.

Si hace cuatro años le superó Hillary Clinton, en esta ocasión se espera una victoria de Biden todavía más holgada a costa de los latinos. Los expertos señalan que, sin este colectivo, la opción de Sanders por ganar en Florida en unas generales es remota.

El aspirante que se describe como “socialista” no ha hecho más que exacerbar la antipatía de estadounid­enses con raíces cubanas, venezolana­s o nicaragüen­ses por su elogio de hace unas décadas al régimen de Castro. Esto era conocido, pero en una entrevista reciente en el programa 60 Minutes, no condenó aquel elogio y reiteró el logro de Fidel en cuanto a alfabetiza­ción y mejora de la sanidad cubana. Esto ha reforzado más el rechazo. “Aunque antes de esta entrevista no estaba de acuerdo con Sanders, respetaba su filosofía, no todos tenemos que estar de acuerdo en todo”, recalca Mario Cartaya, de 68 años, arquitecto residente en Fort Lauderdale, que salió de Cuba a los nueve años. “Pero lo que dijo en el 60 Minutes lo dijo por ignorancia”, subraya Cartaya, quien forma parte de la junta del Partido Deen Florida. “Biden puede ganar Florida, Sanders jamás”, afirma Carmen Pelaez, cubana estadounid­ense de segunda generación y declarada votante del ex vicepresid­ente, fijando la vista en el horizonte de las elecciones de noviembre. “Biden puede atraer a los que están horrorizad­os con Trump pero que son más moderados. Biden ofrece un voto más seguro, él no es extremista y el 60% del país está en el medio”, añade.

Peláez, nacida en Miami en 1971, bromea. “No conozco a ningún cubano que vote por Sanders, sólo a un joven de 20 años”.

Este es el meollo. A los nacidos con este siglo o un poco antes no parece preocuparl­es tanto ni el lenguaje ni “el castrismo” de Sanders. “La gran fuerza de Bernie está con los millenials, los que no disfrutan de una memoria directa de la guerra fría o de la confrontac­ión con la Unión Soviética y por eso no tiene tanta resonancia como con las otras generacion­es”, indica el profesor Maurice Isserman del Hamilton College en conversaci­ón telefónica. “Bernie es un luchador y por eso redobla lo que dice de Castro, pero esto no significa que sea un simpatizan­te del comunismo totalitari­o. Cuando habla de revolución no está hablando de barricadas. Él es un socialista demócrata al estilo escandinav­o”, matiza.

En la barra exterior del Versailles, la gran referencia de la cubanidad en la Pequeña Habana, Joenny, treintañer­a nacida en Venezuela y auditora de profesión, se declara votante de Biden. –¿Demócrata?

–Tengo la sensación de que ayudan más a los pequeños y los otros están más por los ricos, por las corporacio­nes.

Al hacerle notar que ese es un lenguaje sanderista, replica. “Bernie no es socialista, pero su propuesta es extrema y no da detalles de cómo va a hacer todo lo que promete”.

Otros jóvenes de origen en la isla caribeña, sin embargo, apoyan a Sanders. Uno comenta que “no quiero estar atrapado en la cosa cubana”, en rechazo a lo que han visto en sus padres o abuelos.

“Sanders tiene una plataforma –tercia otro que prefiere guardar el anonimato–, puede hacer que pasen cosas”. Y su pareja, que como él llegó a Estados Unidos en el 2013 y ya son ciudadanos–interviene: “Nadie va a pelear contra Trump como Bernie, aunque votaré al demócrata que salga”.

El profesor Isserman se aventura. “El primer socialista democrátic­o no será Bernie, será Alexandria Ocasio-cortez, tiene mejor instinto político”, comenta.

El señor González se lava las manos y se va para casa. Ha fallado el intento de montar una partida de dominó alternativ­a.

A 2,2 DÓLARES EL GALÓN Muchos demócratas temen la victoria del presidente por el bajo precio de la gasolina

LOS PRONÓSTICO­S

Tras la pérdida de Michigan, la campaña de Sanders puede ser aplastada en Florida

DESCONCIER­TO EN LA CALLE OCHO El coronaviru­s fuerza el cierre del Parque de Dominó, referencia de la discusión política

EL ESTABLISHM­ENT AIRADO Los cargos demócratas quieren que Sanders se retire y contribuya a unificar el partido

PALABRA DE ISSERMAN 1 “Cuando Bernie habla de revolución no está hablando de barricadas”

PALABRA DE ISSERMAN 2 “El primer presidente socialista democrátic­o no será Bernie, será Ocasio-cortez”

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CHARLES KRUPA / AP Las referencia­s de Bernie Sanders hacia Cuba le convierten en un candidato imposible para la Pequeña Habana
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