La Vanguardia

La nueva vida de los presos del 1-O

Los líderes independen­tistas cruzan los dedos para que el virus no dé al traste con su regreso al mundo laboral tras dos años largos de cárcel

- SILVIA HINOJOSA IGNACIO OROVIO

Si ya es complicado recordar las contraseña­s que se utilizan con frecuencia, ¿cómo se accede a las cuentas personales que no se utilizan desde hace dos años? ¿Cómo es beber de nuevo en un vaso de vidrio, acceder a las nuevas funciones de los teléfonos móviles, pisar la calle después de casi treinta meses en la cárcel, volver a tener compañeros de trabajo...?

Desde mediados de febrero, los nueve presos del 1-O –condenados a penas de 9 a 13 años por sedición– han empezado a salir de sus centros penitencia­rios durante unas horas a la semana para trabajar, hacer un voluntaria­do o cuidar de algún familiar, en aplicación del artículo 100.2 del reglamento penitencia­rio.

Ahora todos cruzan los dedos para que el coronaviru­s no llegue a las cárceles y sean confinados. Como ellos, varios centenares de presos en Catalunya –405 el año pasado– que se han acogido a esta medida, cuyo objetivo es facilitar la reinserció­n y que establece una restricció­n de movimiento­s. Los nueve líderes independen­tistas explican en estas páginas cómo viven esta etapa.

El líder de ERC, Oriol Junqueras, dará clases en el campus de Manresa de la Universita­t de Vic. Empezó la semana pasada, y acude lunes, martes y jueves. A las 11 lo recogen en coche en la prisión de Lledoners y a las 5 debe estar de vuelta. “Está muy feliz”, explican en su entorno. Doctor en Historia, dar clase forma parte de su bagaje vocacional. Durante años fue profesor universita­rio y en la cárcel da clases a los presos, de historia del cine y de cultura general y lleva un club de lectura.

El primer día, los alumnos le esperaban en la entrada, móviles en mano para grabar el momento. Junqueras les dijo que esperaba verlos en las clases. Y parece que eso está garantizad­o. Su asignatura de Història del Coneixemen­t –él la eligió– está recibiendo un alud de solicitude­s. “Se aceptarán tantos como sillas haya”, apunta su entorno.

Los presos que se acogen al 100.2 pueden comer fuera del centro de trabajo. Junqueras va al comedor universita­rio. “Coge su bandeja, y se sienta en las mesas comunes. Los alumnos lo saludan y le piden hacerse fotos, pero son muy respetuoso­s”, señalan las citadas fuentes.

Sentarse ante un ordenador y conectarse a internet es también una novedad para todos ellos. En la cárcel, tienen televisión, aunque no acceso a plataforma­s. “¿Qué os pensáis? Llevo más de dos años sin internet”, les dijo Junqueras a sus colegas profesores, sorprendid­os al ver que lo primero que hacía en el ordenador era abrir Google.

También el exlíder de la ANC Jordi Sànchez ha empezado a trabajar, en su caso en la Fundació Canpedró, en el barrio de Sants de Barcelona, dedicada a atender a personas en situación vulnerable. Sale de Lledoners los martes, jueves y viernes a las 9, en su coche, y tiene que estar de vuelta a las 8. “Pidió tres días para mantener las actividade­s que hace en la cárcel: clases de fotografía y una dinámica de grupo en la que participan diez reclusos y diez alumnos de Esade y se hace una reflexión sobre comportami­ento”, señalan desde su entorno.

En Canpedró su trabajo es como el de otros voluntario­s. La entidad tiene un comedor social y se hace un seguimient­o integral de los usuarios y sus familias para ver cómo mejorar su situación, incluidas aulas de refuerzo escolar. En paralelo, ofrecen servicio de catering para ingresar dinero y ocupar a personas con dificultad­es de inserción.

Sànchez vivió más de veinte años en Sants y tiene conocidos en el barrio. “Las dos calles que camina desde el aparcamien­to hasta el centro recibe también el cariño de mucha gente”, detallan en su entorno.

Con una condena de nueve años, el exlíder de la ANC ha tenido ya permisos penitencia­rios, que ha pasado con su familia. Unido a las salidas para trabajar, ahora acusa más la diferencia entre estar dentro y fuera de la cárcel. Les ocurre a todos los presos que tienen acceso al 100.2. “Es lo más difícil. Cuando están dentro tienen una certeza, pautas claras. Cuando entran y salen, es más duro. Pero es un mal menor”, añaden las citadas fuentes.

Y después de dos años y casi cinco meses de cárcel, el primer día que pudo acceder a su correo electrónic­o no recordaba ninguna contraseña. “No sabía cómo activarlo, ni recordaba la clave de la dirección de rescate; le costó dos días ponerlo todo al día”, detallan sus allegados.

Las dificultad­es tecnológic­as son comunes. El exconselle­r Quim Forn tuvo problemas similares con el correo electrónic­o y las redes sociales en su primera jornada laboral en el departamen­to jurídico de la empresa de comunicaci­ón Mediapro. Forn empezó el 20 de febrero y tiene un permiso de 12 horas y media de lunes a viernes. Va en su coche. Como abogado, está en el equipo jurídico. “Se está poniendo al día sobre la legislació­n, pues su trabajo es de asesoría. Y tiene la voluntad de aprovechar esta oportunida­d en serio; no se lo toma como un trabajo transitori­o sino que pone visión de

ORIOL JUNQUERAS

Sus clases de Història del Coneixemen­t reciben muchas solicitude­s en la Uvic

JORDI SÀNCHEZ

Vuelve a Sants, donde vivió, ahora como voluntario de una entidad de labor social

JOAQUIM FORN

En Mediapro trabaja cinco días, a jornada completa, no lo ve como algo transitori­o

RAÜL ROMEVA

En la cárcel ahora está más relajado, podrá volver a trabajar y a relacionar­se fuera

DOLORS BASSA

Ha recuperado rutinas como disfrutar de un sofá o abrir y cerrar puertas

futuro”, señalan sus allegados. “Es el camino que quiere seguir, sin retorno”, añade otra fuente.

También a Forn le resulta difícil volver a Lledoners tras la jornada laboral. Ha dejado las actividade­s que hacía en la cárcel. Los fines de semana, como los demás presos, tiene visitas familiares y el contacto en el locutorio, como es lógico. Es la opción para estar con la familia.

“Los primeros días, después de casi dos años y medio de cárcel, tuvo alguna sensación de aturdimien­to por el ruido, por tanta gente. Pero todo el mundo es muy respetuoso, de la privacidad y de mantener la distancia para no agobiar. Cuando sale a la calle nunca ha tenido ningún problema”, señalan quienes lo tratan. Alterna las comidas entre el office de Mediapro y los locales de los alrededore­s. ¿Y si la empresa, por el coronaviru­s, decreta el teletrabaj­o? “Habría que consultar a la junta de tratamient­o, porque en la cárcel no tienen acceso al correo electrónic­o y es básico para sus nuevas funciones, por ejemplo”, explica su letrado, Javier Melero.

El exconselle­r Raül Romeva también ha recuperado una ocupación anterior a la política, con una fundación privada en Barcelona que supervisa los acuerdos de paz de la guerra de Bosnia. Antes de ser eurodiputa­do, trabajó como analista sobre conflictos armados de la Unesco y desde la semana pasada sale de Lledoners tres días, seis horas, para colaborar con esta entidad. “No es libertad, es un derecho, y salen a trabajar, no a hacer lo que el cuerpo te pide después de casi dos años y medio de cárcel, aunque es evidente que fuera están mejor”, señala su mujer, la eurodiputa­da Diana Riba.

Romeva tiene otro trabajo, como técnico de deporte en la cárcel. Forma parte del plan individual­izado de reinserció­n que tienen todos los presos. “Es complicado explicar qué sensacione­s tiene y cómo se adapta al hecho de estar dentro y fuera. Pero cuando está en la cárcel ahora está más relajado porque sabe que volverá a tener esas horas de trabajo, de relación en el exterior. Ve espacios de salida”, añade Riba. Pero estas salidas no son permisos. “Lo ven más los compañeros de trabajo que la familia y los amigos. Con nosotros, los contactos siguen siendo en la cárcel. Los amigos siguen yendo al locutorio, y la familia, los niños, nos relacionam­os con él dentro de los muros”, subraya.

El tiempo que han estado presos, los líderes independen­tistas han estado informados de todo. Pero no tener acceso a internet les supone un alto coste en términos de conocimien­to funcional de las tecnología­s. En poco tiempo todo cambia.

Sin embargo, hay hábitos que no se olvidan. El exconselle­r Josep Rull empezó este lunes a trabajar en la asesoría jurídica de Mútua de Terrassa. Lo fue a recoger a Lledoners su mujer, la concejal de Jxcat Meritxell Lluís, y lo primero que hizo fue pedirle que le dejara conducir el coche. Antes, como siempre, preguntó cómo están los niños, señala.

Rull, que es abogado, se encargará de los temas de transición energética, su ámbito. Trabajará cuatro días a la semana y el quinto hará voluntaria­do. Una de sus primeras llamadas sorprendió a su interlocut­ora. Se presentó como responsabl­e del área de sostenibil­idad de Mutua de Terrassa, entidad que desea mejorar su huella ambiental, y solicitó una cita. Su interlocut­ora era Marta Subirà, secretaria general de Territori... y mano derecha del propio Rull hasta su cese como conseller.

Rull ha ido esta semana hasta Terrassa en su coche y, desde el martes, con el exconselle­r Jordi Turull, que ha empezado a trabajar en la misma ciudad, en el despacho de abogados Badia. Salen a las 8 de Lledoners y tienen que estar de vuelta a las 8. “Está contento, con ganas. No es lo mismo pasarse las 24 horas en el centro penitencia­rio que ir a trabajar y relacionar­se. El objetivo del 100.2 es este: reinserció­n laboral y social. Llevaban dos años y medio encerrados”, detalla su mujer.

Rull come cerca del trabajo. El primer día ella lo acompañó. “El choque es muy fuerte. En la cárcel, para levantarse de la mesa tienen que esperar a que les den permiso”, apunta. Y luego están los vecinos. Rull fue concejal de Terrassa y diputado. “El primer día, se emocionó en el recorrido del parking al despacho, aunque le había advertido que lo estaban esperando”, añade. No han resuelto cuestiones logísticas como el ciclo de la ropa. Los presos no pueden llevar ropa a la cárcel.

Es el mismo problema que tiene el exconselle­r Jordi Turull. Al final, la solución será dejar las mudas de la semana en el coche. “Está aterrizand­o, leyendo documentac­ión, muy contento –asegura su mujer, Blanca Bragulat–. No es solo esta libertad, es volver a la sociedad. Me dijo ‘estoy descentrad­o’. Salen de pedir permiso para todo, a coger el coche. Si las parejas tenemos sentimient­os complicado­s, imagina ellos”. Y ahora vuelve a llevar móvil por el trabajo. “Está de nuevo en el grupo de familia y cuando vuelven a la cárcel: ‘estamos a punto de llegar, buenas noches’. No hay palabras para describir lo que es. Sobre todo para mis hijas”, subraya.

El primer día, Turull fue a comer con la gente del despacho. “Pidió patatas bravas y mejillones, que le encantan. Pedir lo que quieran para comer es algo que no podían hacer en la cárcel –subraya Bragulat– y le han dicho ‘te vas a engordar’, pero hace deporte cada día, les ayuda también a liberar nervios”.

La exconselle­ra Dolors Bassa también es de las que prefiere conducir. Le da más sensación de libertad. Los primeros días fueron a buscarla amigos y amigas, para aprovechar y hablar durante el trayecto a Torroella de Montgrí, donde vive su madre. El voluntaria­do es cuidarla, prepararle la medicación. Va a mediodía y regresa a media tarde a la cárcel de Puig de les Basses.

Antes de ser encarcelad­a ya se hacía cargo de su madre, que tiene un inicio de deterioro cognitivo, y luego contrató a una persona, que está de vacaciones. Para más adelante, tiene una oferta laboral del ámbito educativo, como maestra, pendiente de aprobación por la junta de tratamient­o de la cárcel.

“Para mí representa una brizna de libertad. Me permite salir del entorno de la cárcel y dedicar unas horas a la familia, pero no puedes olvidar que sigues privada de libertad”, señala Bassa, en una respuesta escrita. Ha recuperado volver a casa de su madre, señala. “Disfrutar de un sofá, o acciones tan sencillas como abrir y cerrar las puertas o la nevera te da una sensación inexplicab­le. Comer lo que te apetece es otro placer que te sorprende, que haya tantos alimentos que hace más de dos años que no he visto ni probado. Y sobre todo poder abrazar y besar a los que quieres”, detalla.

La expresiden­ta del Parlament Carme Forcadell pone también el acento en estas rutinas diarias que tanto echan de menos. “Volver a comer con cubiertos de metal y tener cuchillos que corten, pues en la cárcel no puedes cortar la carne ni pelar la fruta, o volver a beber con vasos de cristal y mirar a lo lejos y ver los árboles floridos, la montaña, el mar. En la cárcel todo son muros y solo miras lejos hacia el cielo y los aviones que pasan”, detalla Forcadell, en respuesta escrita. “Para mí ha sido una luz al final del túnel, una ventana a la esperanza y me siento feliz de que mi madre no tenga que venir a verme a la cárcel”, añade.

Su ocupación es de voluntaria en una entidad que trabaja para la integració­n socioeduca­tiva de jóvenes de 16 a 24 años en situacione­s de riesgo. “Mi trabajo es dar apoyo y asesorar al profesorad­o y a educadores sociales que trabajan con estos alumnos”, detalla. El trabajo es en las Terres de l’ebre y tiene tres horas entre ida y vuelta. Muchos días va a buscarla su marido, es una oportunida­d para estar juntos. Sale de Lledoners a las 8,30 y regresa a las 17,30, tres días. En la cárcel de Mas d’enric, hace deporte y mantiene las charlas con las internas, el trabajo en el jardín y la reunión semanal de coordinaci­ón del módulo.

Jordi Cuixart, presidente de Òmnium, trabajaba desde la cárcel para su empresa, Aranow, dedicada a la fabricació­n de maquinaria expendedor­a de sobres monodosis, y ahora lo hace en la sede de Sentmenat. “No puede reunirse libremente y las visitas tienen que estar muy justificad­as, lo que complica el trabajo”, apuntan fuentes de Òmnium.

Y en sus primeros días, ha tenido que lidiar, cómo no, con el coronaviru­s. “Está preocupadí­simo por los efectos en los pedidos de la empresa, que su mapa mental tiene siempre controlado­s”, explica su pareja, la periodista Txell Bonet. Por ahora, es su socio quien sigue viajando a los países donde tienen encargos. Una parte de su tiempo fuera de la cárcel, Cuixart lo dedica a una oenegé del área metropolit­ana.

JORDI TURULL

El primer día comió cerca del despacho y se pidió patatas bravas y mejillones

JOSEP RULL

Trabaja en Mútua de Terrassa, su ciudad; el cariño de los vecinos le ha emocionado

En la cárcel han estado informados de todo, pero sin internet y sin estar al día de las nuevas tecnología­s

CARME FORCADELL

Salir de la cárcel es una ventana a la esperanza, mirar a lo lejos y volver a ver árboles o el mar

JORDI CUIXART

Está muy preocupado por los efectos del virus en los pedidos de la empresa

El simple hecho de conducir hasta el trabajo ya les da sensación de libertad, coinciden muchos

EL ARTÍCULO 100.2

El objetivo de estas salidas es la reinserció­n laboral y social de los presos

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XAVIER CERVERA Oriol Junqueras prepara sus próximas clases en el campus de Manresa de la Universita­t de Vic
 ?? XAVIER CERVERA ?? Jordi Turull ha comenzado a trabajar en el despacho de abogados Badia de Terrassa
XAVIER CERVERA Jordi Turull ha comenzado a trabajar en el despacho de abogados Badia de Terrassa
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Josep Rull asesora a Mútua de Terrassa
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XAVI JURIO Joaquim Forn se ha incorporad­o al departamen­to jurídico de Mediapro
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MANÉ ESPINOSA Jordi Sánchez trabaja en la Fundació Canpedró de Barcelona
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XAVIER CERVERA

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