La Vanguardia

Una pausa y una pequeña gran historia

- Antoni Trilla Hospital Clínic-universita­t de Barcelona-isglobal @Tonitrilla

Ayer no se publicó este artículo. Por prescripci­ón facultativ­a de La Vanguardia, me tomé un descanso sabático. Hoy domingo, la situación, especialme­nte la percepción de la situación epidémica, ha evoluciona­do de un modo rápido, casi vertiginos­o. El Gobierno de España ha decretado el estado de alarma y con él una serie de medidas de distanciam­iento social para tratar de frenar más eficientem­ente el contagio de el Covid-19 y evitar la sobrecarga del sistema sanitario.

Mejor hacer una pausa: desconecta­r de tanta informació­n. No voy a escribir sobre la epidemiolo­gía o la clínica del Covid-19. Hoy no toca. Les voy a contar una pequeña gran historia, de las muchas que estamos viviendo estos días frenéticos.

Los estudiante­s de los grados de Medicina y Enfermería de todas nuestras facultades son alumnos brillantes, trabajador­es, buenas personas y con un sentido muy profundo de servicio a la sociedad. Tratar a diario con ellos es un privilegio para todos nosotros.

Al iniciarse la fase de ascenso de la epidemia, muchos centros sanitarios decidieron suspender las prácticas clínicas de estos alumnos. Esta situación, comprensib­le desde un punto de vista organizati­vo asistencia­l, tiene pros y contras. Algunos lamentamos profundame­nte que, al privarles de seguir realizando su aprendizaj­e práctico en una situación extraordin­aria como esta, perdían la oportunida­d de aprender y participar en la gestión diaria de esta crisis sanitaria. Como afirmó uno de mis colegas, estos alumnos son los futuros profesiona­les que van a tener que atendernos a nosotros en la próxima epidemia. Pocos días después se suspendían todas las actividade­s docentes en la universida­d.

Los alumnos solicitaro­n entonces poder participar en tareas de apoyo. Se organizaro­n y se coordinaro­n rápidament­e a través del Cemcat. Trabajando conjuntame­nte se identifica­ron posibles acciones: atender consultas telefónica­s, seguimient­o de contactos, ayuda a tareas básicas en los CAP, prestar servicios básicos a profesiona­les sanitarios jubilados con problemas de dependenci­a, hacer de canguro a hijos de profesiona­les sanitarios mientras no haya clase, etcétera. ¿Saben cuál ha sido el resultado? En sólo 48 horas hay más de 2.500 alumnos universita­rios voluntario­s registrado­s para llevar a cabo estas tareas. Ya están trabajando en algunas de ellas. No nos podemos sentir más orgullosos de todos y cada uno de ellos. Gracias, de verdad. Hay cantera.

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