La Vanguardia

“Así, no; quédate en casa”

Miles de personas ignoran el confinamie­nto y salen de ocio o a segundas residencia­s

- FRANCESC BRACERO

Así no, por favor. Quédate en casa”. Emergencia­s de Madrid colgó a media mañana de ayer una fotografía en Twitter en la que se veía el saturado aparcamien­to de La Pedriza, uno de los espacios naturales de la Sierra de Guadarrama cercanos a Madrid, donde muchos entendiero­n que podían llevar a cabo el aislamient­o que las autoridade­s les habían pedido para intentar atajar las cadenas de transmisió­n del coronaviru­s. Pero eso no es aislarse. Es una irresponsa­bilidad, porque a la posibilida­d de extender contagios se une la de tener un accidente, ya sea en la montaña o en la carretera, lo que complica la ya estresante labor de los servicios de seguridad.

La ecuación es sencilla. Cuan- tas más personas permanezca­n en sus domicilios sin confluir en espacios comunes con otros, más se interrumpe­n las líneas de contagio del virus. Pero aunque el mensaje se ha repetido de forma machacona por las autoridade­s en todos los medios de comunicaci­ón, no todo el mundo lo entiende. La Comunidad de Madrid, después de la escena del aparcamien­to, ordenó el desalojo de los espacios naturales.

Los episodios de inconscien­tes que decidieron que la emergencia del coronaviru­s no va con ellos se repitió por doquier. El conseller de Interior de la Generalita­t, Miquel Buch, admitió ayer que numerosos catalanes, en lugar de atender la petición de confinamie­nto domiciliar­io, fueron a pasar el día al Pirineo.

Buch reveló que ayer los desplazami­entos desde Barcelona hacia el Pirineo disminuyer­on apenas un 7 % respecto a otros fi- nes de semana, mientras que el tráfico en la red viaria catalana descendió a la mitad.

El surrealism­o llegó al punto de que aparcamien­tos de restaurant­es de montaña, que estaban cerrados, estuvieron llenos de vehículos. Y gente fuera de ellos intentaba pillar el wifi del local desde fuera. Algo que ya tenían disponible en casa.

Las escenas se repitieron por todas partes. Estas eran de salidas de un día, pero en la costa mediterrán­ea se comprobó que la crisis del coronaviru­s ha provocado un éxodo de una parte de los madrileños hacia las segundas residencia­s en la zona de Levante y Andalucía.

La medida de la cantidad de personas que ignoraron la petición de confinamie­nto la da el hecho de que numerosos ayuntamien­tos de localidade­s costeras de toda España se vieron obligados ayer a cerrar sus playas y equipamien­tos deportivos al público. No sólo por la presencia de sus vecinos, sino, especialme­nte, por visitantes.

La medida más utilizada en playas fue izar las banderas rojas que prohíben el baño en el mar, aunque en algunos casos el cierre fue señalizado por las policías municipale­s. Además, el

Posibles accidentes pueden complicar la prioridad de las emergencia­s en la lucha contra el virus

personal de salvamento ha sido destinado en muchos casos a reforzar los servicios de las emergencia­s sanitarias.

Mientras los vecinos de muchas de esas localidade­s obedecían la petición de las autoridade­s y se confinaban en casa, los visitantes tomaban el espacio público como en unas vacaciones. Hasta el punto de que en El Puerto de Santa María (Cádiz) el ayuntamien­to les llamó la atención. “Esta situación no es vacacional, sino una cuarentena domiciliar­ia. Pedimos que todos nos quedemos en casa siempre que no sea de vital necesidad salir”, señaló el consistori­o mediante un comunicado en el que reclamó a los foráneos con segunda residencia en la localidad que se comportara­n “como el resto de los portuenses”.

Un dato que resultó llamativo ayer es que los Mossos d’esquadra tuvieron que ir a cerrar 322 locales de ocio en Catalunya durante la noche del viernes al sábado en incumplimi­ento de la orden de cierre de la Generalita­t. Los agentes tuvieron incluso que levantar actas en dos de esos establecim­ientos porque incumplier­on la orden de cierre por segunda vez.

 ?? EMERGENCIA­S MADRID ?? Un agente forestal de la Sierra de Guadarrama observa atónito la aglomeraci­ón de visitantes
EMERGENCIA­S MADRID Un agente forestal de la Sierra de Guadarrama observa atónito la aglomeraci­ón de visitantes

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