La fe en tiempo de coronavirus
La lucha contra los contagios impacta en la dimensión comunitaria de la religión y obliga a repensar ciertos rituales
La religión posee una intensa dimensión comunitaria, con ceremonias que implican la reunión de un considerable número de fieles, y con ritos y costumbres que conllevan cierto grado de contacto físico. Por ello, practicar la fe en tiempo de coronavirus se ha vuelto complicado debido a las instrucciones sanitarias para evitar contagios, así que iglesias, mezquitas y sinagogas se esfuerzan por adaptarse sin perder la esencia de la observancia. El papa Francisco predica con el ejemplo con el ángelus en streaming desde la biblioteca del palacio Apostólico, mientras se cierran iglesias al culto, y formas participativas de oración a través de televisión, radio e internet revelan su poder de consuelo, sobre todo para las personas mayores. Comulgar en la mano, darse la paz sin contacto y no besar imágenes, son las recomendaciones de la Iglesia católica.
El Vaticano ha tenido que adaptarse. El papa Francisco ya ha realizado el ángelus dominical y la audiencia de los miércoles por streaming –aunque lamentó estar “enjaulado”–, y volverá a hacerlo este domingo. Además, se ha cerrado por primera vez en los tiempos modernos el acceso a la plaza y la basílica de San Pedro a los turistas, aunque los fieles pueden continuar entrando a rezar, como al resto de iglesias italianas, manteniendo distancias de un metro.
El jueves el vicario de Roma pidió cerrarlas, pero el Papa intervino para que sigan abiertas. En Italia se han prohibido las misas y cualquier celebración religiosa, incluidas bodas y funerales. Por ello, el Pontífice sigue celebrando misa en Santa Marta cada mañana a las siete y durante otra semana se transmitirá en directo. Francisco también ha pedido a los sacerdotes que lleven la eucaristía a los enfermos, pero respetando las normas de seguridad. Los Museos Vaticanos, como los museos italianos, están cerrados.
En España, el viernes por la noche la Conferencia Episcopal Española emitió una nota bajo el nombre de Orientaciones ante la situación actual en la que solicita a todos los católicos que sigan los consejos y decisiones que indiquen el Gobierno, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas. Aunque de momento se mantienen abiertas las iglesias, al menos para las plegarias, son varios los obispados que han indicado que la misa se celebre a puerta cerrada o con restricciones de acceso. En cualquier caso, la nota señala que “mientras dure esta situación de emergencia recomendamos seguir la celebración de la eucaristía en familia por los medios de comunicación”. Y en caso de participar se insta a hacerlo manteniendo las distancias. También “de manera extraordinaria se recomienda recibir la comunión en la mano”, además de las indicaciones ya señaladas de no darse la mano en señal de paz y no utilizar el agua bendita.
En relación con el sacramento de la confesión se apunta que “podría celebrarse en espacios o ámbitos que aseguren la intimidad y la distancia de seguridad recomendada”, dando a entender que se podrán hacer fuera de los confesionarios. Y sobre funerales y exequias se recomienda que participen sólo los familiares y personas allegadas.
En relación con las celebraciones de la Semana Santa, la nota se limita a decir que “las procesiones de este tiempo han de suprimirse”, pero ya se han anunciado varias suspensiones. Los cursos de formación y catequesis, vía crucis, encuentros de pastoral, visitas a los templos y conferencias quedan suspendidos. En todas las diócesis se recomienda incluir en las celebraciones litúrgicas una plegaria por los enfermos de coronavirus, y también para agradecer el esfuerzo de médicos y enfermeras y para rezar para que se halle un remedio contra este virus.
El cardenal arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, emitió una nota ayer en la que decía explícitamente que “todos los fieles de nuestra archidiócesis de Barcelona quedan dispensados del precepto dominical mientras dure la situación de grave crisis sanitaria actual”. El cardenal Omella anunciaba “la suspensión de todas las celebraciones públicas de la eucaristía”.
Cierres de templos y suspensiones de servicios religiosos proliferan en toda Europa, con casos especialmente llamativos como el santuario francés de Lourdes, que ha cerrado las piscinas de los enfermos y limita la asistencia a las celebraciones. Los cristianos de países europeos golpeados por el virus no podrán viajar a Tierra Santa en Pascua, pues varios santuarios –como el de la Natividad de Belén– están cerrados; e Israel ha implantado restricciones a la entrada en su territorio de viajeros procedentes de ciertos países, entre ellos España.
Para los judíos, una gran dificultad estriba en que la tradición requiere un quórum de diez hombres para recitar determinados rezos y para cumplir ciertos preceptos. Los rabinos europeos han aconsejado a los fieles no besar los rollos de la Torá. Los musulmanes del mundo afrontan la prohibición implantada por Arabia Saudí a la entrada de peregrinos extranjeros a La Meca –donde se encuentra la Kaaba (piedra santa)– y a Medina. Respecto a la plegaria de los viernes, en muchas mezquitas se pide a los fieles que se traigan su propio tapete para orar, y en otras el almuédano llama directamente a que se rece en casa.
Los obispos dispensan del precepto dominical de la misa y emplazan a seguirla por radio o televisión
La Iglesia católica llama a comulgar en la mano, a darse la paz sin contacto físico y a no besar imágenes