La Vanguardia

“Tenemos el mismo miedo a morir que tuvo Homero”

Theodor Kallifatid­es, escritor, publica ‘El asedio de Troya’, versión de la ‘Ilíada’

- XAVI AYÉN Estocolmo Enviado especial

Theodor Kallifatid­es es –quién lo diría, a sus 82 años– una de las grandes revelacion­es de las letras europeas. Griego emigrado a Suecia en 1964, hizo una brillante carrera académica y literaria en su país de acogida, donde escribió y publicó sus obras –todas en sueco– durante 45 años. Pero, de repente, un día, se encontró bloqueado, “sentía que ya no tenía nada que decir” y dejó de producir libros. En esas, viajó a Grecia en el 2015 y algo se le despertó al escuchar en la calle a unos niños que leían fragmentos de Esquilo en una actividad escolar. “Algo se activó en mi memoria, me di cuenta de que podía volver a escribir si era en el idioma de mis padres”. El resultado fue Otra vida por vivir, traducido en medio mundo y elogiado por autores como Mario Vargas Llosa. Kallifatid­es recibió a este diario en un hotel de Estocolmo –semanas antes de la expansión europea del coronaviru­s– para hablar de su nueva obra en griego, El asedio de Troya

(Galaxia Gutenberg), nada menos que una reescritur­a de la Ilíada.

¡Qué idea más loca, reescribir la batalla de Troya!

Es una idea que me rondaba desde que tenía 15 años e iba a la escuela, al gymnasium. Entonces había unos rapsodas que iban por las escuelas declamando la Ilíada y la Odisea en la lengua de Homero. Esa fue la primera vez que experiment­é la maravilla. Aunque la comprensió­n no podía ser total, para eso hay que estudiar bien el griego antiguo, las palabras principale­s, madre, hermano, hermana, cielo, tierra, muerte... son las mismas que en griego moderno, entiendes de qué va. Me dije que, si era capaz, aquello es lo que quisiera hacer en mi vida. Pero me olvidé hasta ahora, el libro plantea qué ha cambiado desde la guerra de Troya hasta hoy, alternando el relato mítico con los recuerdos de la ocupación de mi pueblo por los alemanes entre 1941 y 1945.

Entre Homero y usted ¿qué cambia?

Sólo la técnica.

¿Se explica?

Amamos de la misma manera, sentimos los celos del mismo modo, morimos igual, tenemos el mismo pavor a la muerte que tuvo él, afrontamos el destino incomprens­ible, asistimos a la arrogancia de los ganadores, a la amargura de los perdedores, todo eso está ahí, muy fresco.

¿Qué ha añadido a la historia? La de Homero es más larga, sigue los antiguos códigos, hay muchísimas repeticion­es. He quitado todo eso no porque quiera corregirlo sino para observar mejor su grandeza, sin las cosas que hoy no interesan. Narrativam­ente, hay un problema cuando Dios decide qué va a suceder y entonces tú ya lo sabes, elimino eso y mantengo lo fundamenta­l, el corazón humano. Por ejemplo ¿quién es Elena? ¿Sufre por ser infiel a Menelao? ¿No añora su país, se siente sola? ¿Cómo se siente Aquiles, el gran héroe? ¿Su enorme cólera le provoca sufrimient­o? Me centro en las personas y en la violencia, y en lo que creo que es el gran mensaje de Homero: un no a la guerra, que ve como ‘fuente de todas las lágrimas’. Esa idea se ha perdido en nuestra tradición, vemos la Ilíada

como la historia de un héroe, cuando Homero no creía en los héroes.

La parte del pueblecito griego ¿es totalmente autobiográ­fica? ¿Usted es el chico?

Sí, y el sufrimient­o es el mío... Usted y yo podemos estar aquí, charlando civilizada­mente de literatura, siendo encantador­es y, poco después, yo soy capaz de levantarme y ejecutar a treinta habitantes del pueblo. ¡Eso cuesta mucho de creer, pero es así como sucede! Es el gran enigma de la guerra, las personas que son ángel de día y diablo de noche.

¿Mataban a tres personas cada día?

Sí, los partisanos mataron a un oficial alemán y huyeron. Los nazis decidieron que, hasta que no fueran capturados, ejecutaría­n a tres inocentes de mi pueblo cada día. Es algo fuera de toda proporción, imposible de entender para el chaval que yo era... sigo sin comprender­lo.

Establece un potente paralelism­o con la batalla de Troya, por el tema de la venganza.

Aquiles ejecuta a jóvenes prisionero­s de guerra sin ninguna razón, porque su amigo Patroclo fue asesinado. Es exactament­e lo mismo.

Sus descripcio­nes de batallas son muy explícitas, con momentos gore. ¿Por qué esa elección?

No quería ser elegante o cuidadoso en eso, andarme con eufemismos. Homero quiso mostrar a la gente que esas cosas herían, que la guerra no era una broma, que toda esa historia heroica falsificab­a la realidad. No hay héroes, hay gente que te abre el estómago con una espada. Hoy en día para lanzar el mismo mensaje yo debía mostrar las escenas bélicas de modo más explícito para que no se tuviera la sensación de película de aventuras.

¿No se anima con la Odisea?

Nunca se sabe, pero de momento estoy escribiend­o una novela sobre una buena persona. No soy el primero, Dostoievsk­y lo hizo muy bien en El idiota.

¿Escribir sobre la bondad es más difícil que sobre la maldad?

Sí. Un amigo mío, de 93 años, pasó tres años en la cárcel por sus ideas políticas comunistas. Estuvo encerrado en una isla, le rompieron las piernas, camina con gran dolor... Un día, se reencontró con su torturador.’¿y qué hiciste?’, le pregunté. ‘Nada, le invité a café’. Eso es una buena persona.

Su final es muy sangriento...

Desgraciad­amente, en la vida no hay un solo final feliz.

VIGENCIA

“El gran mensaje de la ‘Ilíada’ es un no a la guerra, ‘fuente de todas las lágrimas’”

TRAUMA

“Los nazis decidieron que matarían a tres inocentes de mi pueblo cada día”

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JAVIER DE PASAMONTE Vuelta al origen Arriba, imagen que representa una escena de la Ilíada, la historia que ha reescrito (abajo) Theodor Kallifatid­es, en la imagen durante su entrevista con La Vanguardia en Estocolmo
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