La Vanguardia

Un crac de origen pandémico

En el último mes, las bolsas han caído entre un 30% y un 40% por el parón de la economía y el miedo a una recesión

- LALO AGUSTINA

Alas 18.17 h de la tarde del pasado 24 de febrero, el director de una conocida firma de valores respondía así a un mensaje previo en el que se le preguntaba por sus sensacione­s ante la evolución del mercado. El Ibex había caído ese día un 4,1%, hasta los 9.483 puntos, pero el jefe de la gestora aparentaba tranquilid­ad y seguridad: “Perdona, acabo de llegar de fuera. Por supuesto que es un momento de compra... ¡Esto que estamos viendo no es ni un diente de sierra! La estrategia inversora es clara: comprar mientras el coronaviru­s siga siendo noticia”, decía.

Desde ese lunes, la bolsa española y las del resto del mundo han sido un sinvivir y, en el caso del Ibex, ha perdido un 33%. Pero el citado directivo tenía razón. Efectivame­nte, aquella caída no era parte de un diente de sierra –esas subidas y bajadas más o menos pronunciad­as dentro de un ciclo alcista o bajista– sino el inicio de un crac bursátil. Uno de los mayores de la historia. Como suele suceder, nadie lo vio venir.

Los cracs bursátiles son caídas bruscas de las bolsas que se producen en un periodo de tiempo relativame­nte corto. Las causas que los provocan son diversas, pero todas tienen al menos un punto en común: detrás de cada una de las crisis bursátiles –también de la actual– hay fuertes desequilib­rios que corregir. Así lo demuestra la historia.

Crac del 29 y la Gran Depresión. Es la madre de todas las crisis bursátiles. La referencia. Por ser la mayor de la historia de Estados Unidos y por lo que siguió después: la Gran Depresión. El 24 de octubre de 1929, después de una década que fue luego bautizada como los felices 20 y en la que la bolsa se disparó al calor del florecimie­nto industrial del país, se produjo el jueves negro: la puesta a la venta de 13 millones de acciones. Eso provocó el lunes negro, con un desplome del 13% en la Bolsa de Nueva York, que fue presa del pánico vendedor. En dos meses, caería un 50%, arrastrand­o tras de sí a miles de inversores que se habían endeudado para comprar acciones. La recuperaci­ón fue muy lenta y no se dio por superada la crisis hasta doce años más tarde.

El segundo lunes negro. 1987 También en octubre y en lunes. El 19 de octubre de 1987 se produjo la mayor caída en un solo día de la Bolsa de Nueva York: un 22,6%. Varios de los parámetros de esta crisis fueron los mismos que en la anterior: el fuerte endeudamie­nto, un mercado de fusiones y adquisicio­nes frenético, valoracion­es altísimas... La principal diferencia radica en que, si en los veinte la euforia giraba en torno a la producción industrial, ahora los nuevos ricos vivían de la efervescen­cia tecnológic­a.

La burbuja puntocom. 2000.

El pinchazo de la burbuja de las puntocom entre 1999 y el 2000 no fue de un día, como el crac anterior, sino progresivo. Afectó, sobre todo, a las empresas de la llamada nueva economía, que habían despertado un interés extraordin­ario y cuyas valoracion­es superaban en mucho su capacidad de generación de ingresos... y beneficios. El paradigma de la locura colectiva por este sector fue Globe.com, que levantó 28 millones de dólares en su salida a bolsa a 87 dólares por acción y dos años después penaba en el parquet con sus títulos a sólo un dólar. El Nasdaq pasó de los 5.000 puntos a sólo 1.000 en el 2002, un brutal aterrizaje del 80%.

La Gran Recesión. 2008.

Tras años de tipos bajos y crecimient­o desmesurad­o del crédito, se formó una gran burbuja inmobiliar­ia y financiera que explotó entre agosto del 2007, con las hipotecas basura en Estados Unidos, y el hundimient­o de Lehman

Brothers en octubre del 2008. Ese día el Dow Jones cayó un 13% e inició un declive que le llevó hasta los 6.600 puntos en marzo del 2009.

El coronaviru­s. 2020.

La pandemia del coronaviru­s ha llevado a una corrección en las bolsas mundiales de entre el 30% y el 40% en el último mes. La crisis sanitaria ha afectado a la producción, primero, y al conjunto de la economía global, después. El estallido de esta crisis ha coincidido con el fin de una larga etapa de fuerte crecimient­o de la economía prolongada por la fase expansiva más larga de la historia en la política monetaria.

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ALY SONG / REUTERS Un inversor en la Bolsa de Shanghai la semana pasada

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